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Fichajes para el recuerdo

Insúa, la gran decepción

Fue el fichaje estrella de la temporada 1985-86, en la que el equipo amarillo retornó a Primera, y el mediocentro argentino abandonó el club en diciembre

Insúa firma su licencia junto al presidente, el Dr. Domingo Ponce, y Jesús García Panasco, secretario de la UD. LA PROVINCIA/DLP

Una de las decepciones en la historia de la UD Las Palmas tuvo como principal protagonista al centrocampista argentino Rubén Darío Insúa Carballa, fichaje estrella de la temporada 1985-86, en Primera, y que abandonó el club amarillo al término de la primera vuelta.

La historia de Insúa, que venía de San Lorenzo de Almagro, con un gran cartel como todos los argentinos que habían llegado a la UD, tiene miga, aunque más bien fue un auténtico culebrón, antes, durante y tras su marcha. De película o una pesadilla, según se mire.

En busca de un organizador

La UD había ascendido de la mano de Roque Olsen, un ascenso diez jornadas antes de que concluyera la liga y que se festejó lo justo porque era como una obligación después de 19 años seguidos en Primera. Este retorno a la élite provocó un verano de lo más intenso.

Roque Olsen se marchó al Elche, con el que se había comprometido, y el gaditano Pepe Alzate fue el técnico elegido por su trayectoria con el Osasuna. Los amarillos contaban con dos extranjeros, los chilenos Koke Contreras y Fernando Santis, pero se buscaba un centrocampista organizador, por lo que se decidió prescindir del delantero Santis, que fue cedido a la Universidad Católica de Chile, mientras Antonio Betancort, exportero y técnico del club, se fue a Argentina en busca de un nuevo refuerzo, como había hecho en anteriores ocasiones.

Sobraban pretendientes, pero el principal problema era económico. Las Palmas tenía un gran cartel por las contrataciones de Carnevali, Morete, Wolff y Brindisi, pero los precios eran prohibitivos para una entidad que se movía en números rojos.

Así empezaron a surgir nombres de jugadores que interesaban, publicados en su día por Diario de Las Palmas: Ricardo Giusti, Tapia, Videla, Gerardo Martino -el que fuera jugador del CD Tenerife y entrenador del FC Barcelona- y sobre todo un joven de 23 años llamado Rubén Darío Insúa, que entraba en el perfil al ser un "excelente volante, que tiene soltura y personalidad", según se informó, y que pertenecía a una entidad en serias dificultades por la falta de recursos económicos.

Insúa era el elegido porque además el club de Arroyito tenía pendiente una deuda con Las Palmas de 60.000 dólares por José Luis Ceballos, delantero argentino que había militado en la UD en la temporada 1980-81. Y así se negoció durante días. Se habló de que Insúa le iba a costar 100.000 dólares, cantidad que tardó en ser confirmada, y cuando las partes estaban totalmente de acuerdo y se daba por cerrado su fichaje, el jugador quiso más dinero del que se ofrecía y las negociaciones se dieron por rotas. Habían mediado Wolff y Brindisi, pero no hubo forma de llegar a un acuerdo definitivo con Insúa, que estaba representado por un entonces poco conocido Guillermo Coppola, que poco más tarde fue el que llevó los intereses y otros asuntos de Diego Armando Maradona.

El 11 de agosto de 1985 se daba por hecha la contratación de Insúa, que hizo sus primeras declaraciones. "Creo que voy a encajar rápido y si llegan a un acuerdo voy a ir a triunfar", indicó. Sin embargo, no hubo acuerdo porque Coppola pedía 60.000 dólares por temporada y las negociaciones se complicaron tanto que quedaron en nada cuando agosto llegaba a su fin.

El inicio de la Liga era inminente y el deseado fichaje no aparecía. Las Palmas debutó esa temporada en casa con el Sporting de Gijón y el estreno de Pepe Alzate no pudo ser peor: derrota 1-3 con goles de un Quini ya con 36 años y otro de Mesa. Se enmendó en el siguiente partido con 1-1 frente al Athletic de Javier Clemente en San Mamés y el 6 de octubre se confirma por segunda vez el fichaje del medio argentino. Esta vez ya era el definitivo porque se dijo que el jugador había rebajado sus pretensiones. Seis millones de pesetas por temporada (40.000 dólares) e Insúa y su séquito hicieron las maletas.

Llegó a Gran Canaria un sábado, a tiempo para ver una nueva derrota en casa, esta vez frente a la Real Sociedad de Toshack, resultado adverso que Insúa calificó de "injusto", pero que fue un mal presentimiento de lo que se avecinaba.

Empezó a entrenar en el viejo y añorado Estadio Insular con sus nuevos compañeros el 10 de septiembre. Junto a Insúa, además de su representante vinieron el Dr. Enzo Zoppi, presidente de San Lorenzo de Almagro, y Quique Wolff, que por entonces hacía labores periodísticas en una radio de su país. Había flecos por resolver.

El fichaje se hizo por fin efectivo el 17 de septiembre, poco después de una nueva derrota, esta vez con el Sevilla de Manolo Cardo (4-0) que mandó a la cola de la clasificación a la UD Las Palmas.

Insúa fichó el mismo día que el carrilero tinerfeño Maximino González Mini, y lo hizo por tres temporadas. Parecía que era la solución a los males de un equipo que empezaba a sufrir una crisis en diferentes facetas y que se agudizó con el paso de los días para llegar a uno de los inviernos más calientes que se recuerdan en el club.

Por entonces trascendió un bello gesto de Insúa hacia su club de origen. Entregó 8.000 dólares a San Lorenzo por sus derechos en el traspaso y otros 2.000 para que se comprasen equipajes a sus conjuntos de base, un gesto loable que los aficionados aplaudieron y encima tuvo un debut aceptable cuando Las Palmas venció por 1-0 al Betis el 28 de septiembre con un gol de Koke Contreras tras una falta.

Ni de penalti se ganaba

Pero el centrocampista argentino no marcaba las diferencias, le costó mucho adaptarse y encima los resultados no acompañaban. Ni de penalti lo hacia la UD de Alzate, con lo que la preocupación fue en aumento. El propio Insúa, que sabía mover bien el balón y tenía un potente disparo, llegó a fallar uno. El siguiente sí que lo marcó y así tres más. Fue el 10 de noviembre cuando la UD Las Palmas se impuso gracias a ese penalti al Racing.

Pero el equipo seguía mal y peor se pusieron las cosas cuando tocó visitar el Bernabéu, con derrota por 5-1 e Insúa jugó por última vez de amarillo. En el siguiente partido, frente al Atlético de Madrid de Luis Aragonés y en el que jugaba Quique Setién, exentrenador insular, Las Palmas tocó fondo. Perdió 1-3, Pepe Alzate fue el más señalado e Insúa ya no participó más con los amarillos, ni siquiera en Copa del Rey con el Castellón.

El 14 de diciembre se publicó que Rubén Darío Insúa quería regresar a Argentina. "Ve con recelo la marcha del equipo y han existido ciertos tiras y aflojas por los plazos de pago de su contrato", se publicó, al tiempo que se conocía la nostalgia que sentía y las importantes cantidades que costaban las conferencias telefónicas que solía realizar a su país.

Insúa abandonó la Isla el 19 de diciembre y nunca más volvió a jugar en el conjunto amarillo, mientras Las Palmas, dirigida entonces por Germán Dévora y Ruiz Caballero, iniciaba la cruzada para salvar al equipo de un nuevo descenso.

Pero en la UD se sufría una fuerte marejada. Los jugadores tenían problemas para cobrar, no hubo forma de contratar a un nuevo entrenador -Rifé, Arsenio Iglesias y el propio Quique Wolff sonaron para dirigir al equipo- y la UD estaba en zona de descenso.

Insúa había dejado un legado de nueve partidos de Liga y cuatro goles, todos de penalti. Se dijo que su fichaje costó 276.650 dólares y que se había ido a su país con permiso a finales de diciembre, lo que sentaba un mal precedente en una plantilla de 25 futbolistas. El argentino no regresaba y el 20 de enero es "declarado en rebeldía y su contrato denunciado a la RFEF y la FIFA", según fuentes del club.

En eso el decepcionante fichaje llegó a manifestar desde su país de origen que en Las Palmas pasó hambre, lo que fue como una auténtica bomba en el seno de la directiva amarilla presidida por el Doctor Ponce Arencibia, que dio paso a un nuevo episodio del llamado por entonces caso Insúa.

Y el día 28 de enero de 1986 regresó el futbolista acompañado en esta ocasión por el vicepresidente del San Lorenzo de Almagro. "Me deben dinero", fue lo único que declaró a los medios informativos que lo esperaban en el aeropuerto de Gran Canaria. Un largo proceso se avecinaba y hasta su contrato salió a la luz pública.

Lío monumental

A falta de 12 jornadas de liga el panorama para conseguir la permanencia era más que oscuro, pero por fin el sábado 1 de febrero Rubén Darío Insúa se desvinculó de la UD Las Palmas y regresó a su país.

Pero en eso trasciende que Wolff tuvo que prestar dinero a la UD para pagar a San Lorenzo de Almagro. Lo que da pie a un lío monumental en la UD y se habló de que hubo varios contratos relacionados con su fichaje.

El ambiente estaba enrarecido con este tema y con la mala marcha del equipo. Una nota oficial de la UD Las Palmas emitida el 17 de febrero de ese año sobre el caso Insúa dio por zanjado el asunto para centrarse en metas más importantes.

Insúa siguió su carrera deportiva en Argentina con el Estudiantes de la Plata e Independiente de Avellaneda, con el que quedó campeón de Liga, y tras jugar en el Barcelona de Ecuador su último club fue el Quilmes argentino, donde colgó la botas en 1996. Le apodaban el Poeta del Gol.

Al año siguiente inició su trayectoria como entrenador. Ha dirigido al Ferro Carril Oeste, San Lorenzo de Almagro y Talleres de Córdoba de Argentina; el Alianza de Lima de Perú, el Jorge Wilstermann y Club Bolivar -su último club-, de Bolivia; el Deportivo Cali de Colombia, pero sobre todo en la liga ecuatoriana, donde ha estado en cuatro etapas distintas en el Barcelona, Deportivo Quito en dos y en el Nacional. Insúa tiene hoy 56 años, está sin equipo y de sus tres hijos Robertino, de 23 años, es jugador profesional en el Unión de Santa Fe.

De este jugador no se habló más en la UD y nunca más se le vio por Europa, aunque pocos años después Miguel Ángel Brindisi trajo noticias suyas al haber sido su entrenador en el Barcelona de Quito, cuestión que merece capítulo aparte.

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