Un empujón cambió todo para Leandro Chichizola. El portero de la UD Las Palmas llegó al fútbol por casualidad. Porque a él lo que le llamaba era la canasta y el balón naranja. Pero una embestida a un árbitro, cuando aún era infantil, lo mandó al ostracismo durante casi dos años. Una acción que le hizo abrir su mente a otros deportes. Y ahí salió el fútbol y la portería que han llevado su vida desde entonces. Ahora es el rostro de moda en Las Palmas.

Todo pasa por algo. Esa reflexión, un alegato que teoriza más sobre el azar y el destino que sobre otros principios más racionalistas, a veces, vale para tratar en entender ciertas cosas. Por ejemplo, cómo acabó Leandro Chichizola de ser base en un equipo de básquetbol -como se denomina al baloncesto en gran parte de Sudamérica- a convertirse en portero de fútbol profesional. Más aún cuando la chispa que encendió la mecha de esa transformación llegó con forma de sanción ejemplar: 30 partidos sin jugar al baloncesto. Dos años en blanco.

En su etapa infantil, el nuevo cancerbero de la UD Las Palmas, se desenvolvía como base en la sección de baloncesto del San Justino, una institución deportiva de Santa Fe, su lugar natal. El chico incluso apuntaba maneras sobre el parqué. Tanto que era el capitán de los suyos. "Era corajudo, perseverante y con gran personalidad", escribía Román Lucht sobre él en el diario La Nación. Pero esa fuerza en su carácter le jugó una mala pasada. Su vehemencia le hizo cruzar un límite intolerable. Chichizola protestó una jugada, se alteró y arreó un empujón a un árbitro. El resultado, más allá de su expulsión correspondiente, se tradujo en un arresto federativo ejemplar: no jugaría durante 30 partidos.

Chichizola tuvo que ampliar sus miras. ¿Qué hacer sin el balón naranja hasta que se cumpliera su sanción? Esa imposición lo cambió de sección; del baloncesto pasó al fútbol. Probó delante, pero fue el 'arco' quien lo llamó. Jugar con las manos eran lo suyo. Y así alcanzó las categorías inferiores del Club Atlético Unión, el club de referencia en Santa Fe. A partir de ese momento, Chichizola no dejó de evolucionar.

Gorosito, su valedor

Poco tardó Leandro Chichizola en ser descubierto por River Plate. En la escuadra millonaria, encontró un padrino de lujo: Néstor Gorosito, exfutbolista de la entidad y, en ese momento, entrenador en el banquillo de El Monumental. En 2009, Gorosito escogió a Leandro Chichizola entre los elegidos para completar la pretemporada con el primer equipo de River Plate en Canadá. El meta respondió, pero aún no era el momento para que aquel juvenil diera el salto.

Su llegada hasta El Monumental no iba a ser tan fácil. Relegado al equipo reserva y a la sombra de Jules Ismael Djoudjou Kamga, portero camerunés -sí, un camerunés jugando al fútbol como portero en Argentina-, Chichizola explotó. No se presentó a varios entrenamientos y estuvo a punto de abandonar la entidad. Una ampliación de contrato calmó los ánimos de Chichizola que se reintegró con normalidad en el grupo.

Y si las cosas pasan por algo, pasan. La lesión de Juan Pablo Carrizo, portero titular de River Plate en el curso 2010-2011, le valió para saltar al primer equipo. Ganó la batalla para estar en el once y debutó en el Clausura de 2011. Ahora sí era su momento. Una oportunidad que no pudo aprovechar de mejor manera 'Chichi', que apenas contaba con 21 años en su carné de identidad, cuando cayó en una portería de tanta responsabilidad como la de River Plate, que no vivía sus mejores momentos deportivos. De hecho, aquel 2011 acabó con el descenso de los millonarios a la Primera B del fútbol argentino. Todo un drama.

Pero en el Clausura, Chichizola cayó de pie. Su paso era tan firme que su nombre fue sinónimo de récord en el fútbol argentino. En las cuatro primeras jornadas del torneo no recibió ni un solo gol. En total, 360 minutos sin recibir ni un tanto, algo que nunca se había dado en el fútbol argentino.

Pero en la quinta jornada y ya con Carrizo enfilando la última parte de su recuperación, Chichizola quedó desnudo en un partido ante Vélez. A Leandro Chichizola le llegó un balón manso al área cedido por su compañero Adalberto Román. Él, sin ninguna oposición, intentó quitarse el balón de encima. En su despeje, el esférico tocó el pie de apoyo, saltó como un muelle y esquivó el patadón que le iba a mandar Chichizola. Aquello fue tan rocambolesco que el portero dio una vuelta sobre sí mismo y cayó al suelo. Un regalo para un delantero en el área que Vélez no se desaprovechó. River perdió aquel partido por 1-2 y Chichizola acarreó con la ira de El Monumental. 'Chichi' no volvió a participar en toda la temporada.

Ya en Primera B, la segunda categoría del fútbol argentino, Chichizola partió como titular, pero perdió su sitio antes de acabar el curso. River volvió a la elite y Chichizola con un rol casi invisible, a pesar de tener momentos estelares -como un penalti que le paró a Sebastián Saja, portero de Racing, y que fue clave para la conquista del Torneo Inicial-.

Sin continuidad bajo El Monumental, Chichizola hizo las maletas y se marchó al Spezia de la Serie B de Italia donde encontró los minutos que River le negó. Tres temporadas como indiscutible en el Spezia -en su segundo año fue el segundo menos goleado de la competición; en el tercer curso, el tercero-.

Libre, la UD se atrevió con darle la oportunidad de descubrir LaLiga. Después del partido ante el Valencia, las intenciones de Manolo Márquez parecen claras: él será su portero titular. Una decisión del técnico que fue correspondida. Porque Chichizola respondió bajo la portería con una exhibición.

"No me siento titular. Todas las semanas tenemos exámenes y el profesor, que en este caso es el entrenador, tomará una decisión. Como recién dije, somos un equipo de 24 jugadores que tenemos que trabajar durante la semana para que en el partido salgan los once mejores", aseguró tras el partido de Mestalla. Unas palabras que suenan sinceras visto su historial de idas y venidas del portero que un día fue base y al que una sanción le cambió la vida.