Minuto 61 de partido. La UD Las Palmas pierde por 0-3 en el Estadio de Gran Canaria frente al Celta de Vigo y juega con un futbolista más por la expulsión del portero celeste Rubén Blanco en el 51. Pako Ayestarán decide dar entrada a Vitolo y a Mauricio Lemos en sustitución de los laterales, Míchel Macedo y Borja Herrera. El objetivo, jugar con tres centrales y de perdidos al río. El nuevo dibujo, una especie de 3-2-4-1 que la mayoría de jugadores no supo interpretar. El resultado, dos goles más de los de Unzué y el caos generalizado.
Luego el técnico de la UD aclararía, para el que le quedara alguna duda, que el encuentro tras el cambio de sistema acabó con empate a dos, lo cual no deja de ser una absoluta certeza, sin embargo, todo tiene un contexto. Y si se tiene en cuenta que los amarillos no crearon casi ningún peligro hasta el minuto 90, que los jugadores no tenían muy claro donde colocarse y que el cuadro vigués, con diez futbolistas, consiguió marcar todavía otros dos tantos -en el 71 y el 76-, se puede concluir que el desconcierto generado con la variación fue tan descomunal que produjo el efecto contrario al esperado.
Pero sí, al menos sirvió para empatar un choque paralelo de media hora, para que Vitolo se estrenara como goleador esta temporada, para que Jonathan Viera brindara dos nuevas asistencias de gol y para que Loïc Rémy no sólo volviera a demostrar su enorme talento, sino también para que se convirtiera, con tan sólo 101 minutos de juego, en el máximo goleador del equipo con tres tantos.
La idea de Ayestarán era jugar con tres centrales: David García tirado a la derecha, Bigas a la izquierda y Lemos en medio de los dos. Hasta ahí, todo correcto, si no hubiera sido porque el uruguayo, que entró absolutamente perdido y errático, se empeñó en tirar abajo cualquier atisbo de reacción, fundamentalmente en el quinto gol. Por delante, debían estar Aquilani y Hernán en paralelo, pero no habían establecido ningún ritmo de juego antes ni lo hicieron después. Ambos estuvieron muy lentos y planos durante todo el partido.
Y de ahí para arriba llegó el caos. Vitolo se situó en el medio junto a Jonathan Viera por delante de los dos pivotes y entró muy poco en juego. De hecho sólo lo hizo al final, ya con el 0-5 y el Celta totalmente relajado, para hacer un genialidad y marcar su primer gol tras asistencia de su mejor socio. En ese contexto, minuto 90 y los vigueses pensando en regresar cuanto antes a su tierra, la pretensión del técnico sí dio resultado.
El problema principal recayó en las bandas, ya que, en esa nueva disposición sin laterales, tampoco había carrileros, ni siquiera extremos, porque o bien Rémy y Tannane entendieron muy mal la explicación del nuevo dibujo o alguien no se lo supo explicar. Ambos se fueron muchas veces hacia el centro, donde se produjo una sobrepoblación de camisetas amarillas. En el caso del marroquí, su aportación fue nula. En el caso del francés, todo lo contrario. Tuvo tres ocasiones de gol: dos se las paró Sergio Álvarez y la otra la aprovechó en el 92.
Al menos, una idea
El hecho de que el resultado de la variación táctica de Ayestarán tuviera un resultado desastroso no esconde que, al menos, el técnico de la UD tuvo una idea, algo con lo que intentó dar la vuelta a un partido que estaba prácticamente perdido, lo cual invita a pensar que en su libreta guarda diferentes posibilidades que podría sacar a relucir ante otra situación adversa.
La intención, no se discute, pero después de 15 días en los que, en teoría, ha tenido tiempo de ir transmitiendo nuevos conceptos, no parece que el 3-2-4-1 lo hubiera ensayado ni explicado. Ahora dispone de nuevas evidencias sobre quién debe jugar y quien no. Una semana más para perfeccionar. Pero la llegada de resultados empieza a tener carácter de urgencia.
