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Una pareja para el pánico

La vuelta de la complicidad total

Vitolo y Jonathan Viera volvieron a sonreír juntos en Riazor

La vuelta de la complicidad total

La complicidad, para casi cualquier cosa en la vida, implica una experiencia previa. Ese conocimiento del prójimo suele poner las cosas más fáciles, ayuda al desarrollo de las mismas y adquiere una simpleza oculta labrada a través de horas y horas de vuelo en compañía. Jonathan Viera y Vitolo; Vitolo y Jonathan Viera cuentan con ese factor que hace que su conexión se hile con toda la naturalidad. Un encaje perfecto que, para la suerte de la UD Las Palmas, volvió a aparecer en el Estadio de Riazor.

Con el reloj de Arena rebasando la mitad -Vitolo ya ha cumplido más de la mitad del tiempo de su periodo como 'cedido' en la UD Las Palmas por el Atlético de Madrid-, aquella estampa tierna del Árbol Bonito, cuando Vitolo y Viera no eran nada más que dos chiquillos, regresó. Costó. Porque quizá hasta el partido copero del pasado jueves en Riazor, Viera y Vitolo solo habían mostrado esa mirada especial a pequeños trazos, en esbozos insignificantes.

Sobre Viera y Vitolo, unidos en sus primeros años de fútbol; separados por el ingreso del segundo en la UD; vueltos a unir de nuevo en la cadena de filiales amarillas; separados de nuevo por el despegue del primero en su carrera; imaginados juntos de nuevo en una convocatoria de la selección nacional; y, al fin, reencontrados después de una estrambótica operación retorno a casa previo ingreso en el Metropolitano, estaban depositadas antes del inicio de la temporada muchas de las aspiraciones de un equipo que sigue lejos de su nivel.

De entre las cosas que sacó del partido de Copa del Rey la UD Las Palmas está precisamente ellos dos. Vitolo completó probablemente su mejor partido desde que regresó a la disciplina amarilla. Dejó su galope de fusta y dominio. Brindó regates, potencia y generó siempre peligro desde el costado izquierdo del campo. El mejor ejemplo, el primer gol amarillo, fruto de su acción con la que eliminó a tres de los cuatro defensas dispuestos por Cristóbal Parralo (Juanfran, Schär y Sidnei). El guión de aquella jugada merecía un señor gol, pero el balón se estrelló en el poste antes de que Momo recogiera el regalo.

Primera parada

Pero el símbolo total de ese reencuentro de miradas estuvo en el segundo gol de Las Palmas en Riazor. Desarbolada la defensa del Dépor, con todos sus hombres apelotonados en el centro de la zaga, cohibidos ante la presencia de Vitolo, el ex del Sevilla colocó un pase preciso a Jonathan Viera. Fue la conexión total. Con los papeles invertidos, el de asistente y el de ejecutor, el '21', en vez de resolver, le regaló el gol a Momo para dejar el partido encarrilado.

Con Viera jugando con libertad y Vitolo al alza en el costado, la UD recupera dos valores primordiales. Apenas ocho partidos le restan a Vitolo antes de empezar su andadura junto al 'Cholo' Simeone. Un puñado de partidos donde el extremo y el mediapunta buscan revivir aquel juego infantil que se profesionalizó en la UD Las Palmas de la mano de Paco Jémez y que ahora, con Pako Ayestarán en el banquillo, busca revivir hasta el mes de enero cuando sus caminos se vuelvan a separar.

De momento, en Riazor se atisbó ese vínculo tan particular que une a Vitolo con Jonathan Viera y viceversa. Un reflejo que no solo quiere ser un espejismo. Porque la UD Las Palmas necesita a Vitolo y Jonathan Viera.

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