26.212 cabreados en el maremoto perverso de la 'K'. La política de obsequiar con entradas a los integrantes de las 80 cadenas convenidas con la UD provocó la tercera mejor entrada en el Gran Canaria, tras el ascenso del 21-J de 2015.

Solo las visitas del Atlético de Madrid -28.515 en 2016- y la del Sevilla -27.843 en febrero de 2017- pulverizan el dato de la gran final del 19-N ante el Levante, que terminó, una vez más, en pesadilla. Es la crónica funesta de la octava derrota consecutiva del cuadro grancanario, que luce la posición de colista.

En la mejor afluencia de esta campaña, el primer tiempo fue un ejercicio de supervivencia. Y en ocasiones, de pura pasión. Raúl Lizoain y Raúl LizoainJonathan Viera. En el partido de la grada, el partenón tiró del equipo del 25' al 45'. Pero la comunión acabó en tragedia. Tras el 0-1, llegó el primer arrebato sísmico. El tanto de Doukouré desató la furia del dragón de las mil cabezas.

Pero en el 77', al retirar a Jonathan Calleri, para dar entrada a Aquilani, el señalado fue Pako Ayestarán. Críticas y reprimenda por un movimiento táctico bajo sospecha. Jugar sin un nueve fijo, no fue digerido por un Gran Canaria irritado.

Al llegar el 0-2, el respetable miró al palco. Y se entonó el cántico de '¡dimisión, dimisión!'. Pañuelos y desbandada. Igual que sucediese ante el Celta de Vigo (2-5) o Dépor (1-3), la afición desertó en una final que estaba llamada a la fiesta.

En la tercera campaña consecutiva en la máxima categoría, y tras contar con el mayor presupuesto (60 millones), la institución afronta una situación delicadísima. El 'síndrome de la mandíbula de cristal' sigue su curso y ya son 30 goles encajados, 20 con Ayestarán.

Es el segundo partido consecutivo que el respetable mira al palco, que está presidido por Miguel Ángel Ramírez, que la semana pasada, en la emisora oficial, anunció una política de precios agresiva y la instalación de la grada popular en la Curva, para el próximo curso.

Un culpable -Ayestarán- y la segunda advertencia al palco. El Gran Canaria quiere soluciones urgentes. También se pitó de forma notoria el anuncio de los 26.212 fieles en la megafonía del recinto. Tras el 0-2, se vivieron episodios de tensión entre varios de fieles y el palco, que no fue a mayores. Saltó un espontáneo de la Curva al césped. Fue el caos. Algunos seguidores amagaron con tirar su carné de abonado, como señal de hastío, tras el 0-2. El Ferrari de Pako ya es colista y la parroquia amarilla tira de pañuelo y pide la dimisión de Ramírez. La caldera llora por la gran depresión.