La UD Las Palmas estaba hundida. Era casi un cadáver. Vivía un panorama dantesco en el minuto 80 del encuentro ante el Espanyol. Perdía por 0-2 por culpa de un doblete de Gerard Moreno en la primera parte y el Estadio de Gran Canaria, con una triste afluencia de menos de 15.000 espectadores, se encontraba harto. La derrota en casa frente a otro rival directo suponía una pena de muerte. Pero de repente el equipo amarillo tiró de coraje y espíritu, algo que no había mostrado en el resto del partido, y logró el empate en un abrir y cerrar de ojos (2-2).

Rémy, a pase de Hernán Toledo, y Jonathan Calleri, de cabeza, igualaron el partido ante un rival que se echó demasiado atrás. Los amarillos lo exprimieron y rozaron la remontada con un remate al larguero de Rémy y, sobre todo, un penalti fallado por Jonathan Viera en la última jugada. La parada de Pau López al envío mal dirigido por el de La Feria corta las alas. El punto no saca de pobre a la UD, que sufrió ayer la maldición que suele acompañar a un equipo destinado al descenso. Pero la reacción reabre una ventana, aunque sea pequeña, para la fe.

Porque la UD Las Palmas tiene más. Tiene mucho más de lo que ha demostrado hasta ahora. Ocurre que la dinámica autodestructiva en la que se ha instalado con la gestión del banquillo en el 2017 se ha extendido al césped. Ninguno ha sabido sacar el máximo a una plantilla que debe estar más arriba y al plantel le ha hundido tanta autogestión y ausencia de amor propio.

El desarrollo del partido ante el Espanyol evidencia lo que es la UD Las Palmas. Es un equipo repleto de carencias cuando no tiene actitud, algo que ha ocurrido en la mayor parte de esta temporada. Horrible en defensa y fácil de desarbolar con un par de ajustes tácticos, como consiguió el Espanyol de Quique Flores. Con tantos tumbos en el banquillo, no encuentra el norte si Jonathan Viera está bien tapado.

Pero también es un equipo con materia prima para lograr mucho más. En la segunda parte la permisividad de su rival, que se echó atrás en lugar de buscar el tercero, le dio alas. Paquito Ortiz, que hace lo que puede a la espera de Paco Jémez, devolvió el golpe a Quique Flores con la entrada de Hernán Toledo. Planteó un 4-1-3-2 de emergencia con Rémy acompañando a Calleri en la punta, Tannane en la derecha y Javi Castellano de único pivote que funcionó sobre la bocina. Y a ese final, a ese golpe de intensidad entre tanta inoperancia, al hecho de que se encuentra a cuatro puntos de la permanencia después de hacerlo tan rematadamente mal, se debe agarrar esta UD.

La imagen de Vitoria

Porque el equipo amarillo se había encargado de resolver muy pronto la duda que había en la previa. Paquito Ortiz, en su tercer encuentro como interino, repitió la alineación que triunfó ante el Betis una vez recuperados Bigas y Tana. La incógnita era si con ese once volvería la buena imagen del último duelo en casa o tendría continuidad la apatía de la derrota en Vitoria, donde el Alavés de Abelardo atropelló a un conjunto sin personalidad.

En un suspiro se confirmó que la respuesta mostrada ante el Betis no llegó por la situación propia del equipo tras la destitución de Ayestarán sino como consecuencia de la presencia de Quique Setién en el banquillo rival. No había intensidad ninguna. El ritmo de la UD no era digno del fútbol profesional.

El Espanyol, otro que llegaba en crisis, estaba ganando la partida desde la alineación. Quique Flores cambió el sistema y sorprendió con tres delanteros: Sergio García, Leo Baptistao y Gerard Moreno. En ese 4-3-3 la línea de centrocampistas se limitaba a morder a la UD y evitar una circulación fluida. Y lo logró. Los amarillos desde el arranque fueron un drama con el balón. No encontraron la manera de combinar con continuidad en el campo contrario y sus atacantes apenas tuvieron influencia. La posesión fue tan inerte como en los peores días. Así, la primera aproximación no llegó hasta el cuarto de hora tras una recuperación que acabó en un remate desde dentro del área de Calleri que despejó Pau López.

Fue un espejismo porque, a pesar de que el cuero lo tenía la UD, el dominio de los espacios era del Espanyol. Como consecuencia de ese buen posicionamiento le bastó un envío en largo de Víctor Sánchez para desnudar la horrible defensa local, la peor de Primera División. El pase del lateral cogió a contrapié a Bigas y Macedo, muy mal posicionados, y Raúl no salió a tiempo. Tiraron el fuera de juego como infantiles. Baptistao y Moreno se plantaron totalmente solos en el área y el brasileño le regaló el tanto al canterano. Marcar a la UD es sencillo hasta para el segundo equipo menos goleador.

No generaba absolutamente nada el equipo amarillo. Bien tapado Jonathan Viera por el planteamiento rival, con David López siempre muy encima, no había señales de Vicente y Javi Castellano en la creación ni tampoco de los laterales. Tana y Rémy lo intentaban pero de manera demasiado puntual y Calleri era la isla de siempre.

Errores defensivos

El Espanyol tampoco era un alarde de ritmo, pero le bastaba la concentración, no cometer errores y mantenerse bien plantado. Esperaron a que la UD le pusiera de nuevo la alfombra, cosa que ocurrió de manera otra vez muy sencilla. Un envío de David López para Sergio García acabó en el segundo de Gerard Moreno ante la pasividad de toda la defensa. Nada nuevo. Dani rompió el fuera de juego del internacional español, que le quebró con pausa y encontró desmarcado en el segundo palo al máximo artillero de los suyos, que engordó su cuenta a placer. Antes del descanso le dio tiempo de hacer el tercero pero erró el tiro desde el corazón del área.

A la reanudación no saltó la UD con un brío especial. Pero el Espanyol fue cediendo metros y los amarillos, poco a poco, se acercaban al área. Aún así, hasta el gol de Rémy la mejor ocasión llegó en un mano a mano de Baptistao con Raúl que desaprovechó el brasileño. En el otro área había balas de fogue, aunque al menos se producían llegadas.

El desencadenante de la reacción fue la entrada de Hernán Toledo por Vicente. El argentino, con un rol residual durante todo el curso, se quitó de encima a dos rivales con facilidad y encontró en el área a Rémy, que ya ejercía de ´9´ junto a Calleri. La otra buena lectura que debe hacer la UD es que a partir de ahí se lo creyó. Fue a por todas. De hecho, el empate, un gran cabezazo de Calleri a un buen centro de Macedo, llegó con Bigas también en el área. El tiempo de descuento fue una auténtica locura. Ninguno de los dos estaba contento con el empate.

Rémy cabeceó al larguero un córner en una acción en la que fue víctima de un claro agarrón de Aarón. Gerard Moreno soltó un misil que rozó el palo de Raúl. Tannane lo probó desde lejos y Pau López despejó con apuros. Y la traca final: Viera es derribado por Piatti tras un pase de Hernán Toledo. El de La Feria perdió el duelo con el portero visitante y dejó a medias la resurrección. Pero la UD volvió de entre los muertos.