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Los animadores de la presión

Peñalba y Gálvez, dos de los fichajes de la UD en el mercado invernal, tienen un impacto claro en el equipo a la hora de aumentar la intensidad

Gaby Peñalba, en un lance del juego. QUIQUE CURBELO

Gaby Peñalba y Alejandro Gálvez son la viva representación del estilo Jémez en una parcela que no es la ofensiva, la más evidente en esas manera de entender el fútbol, sino la contraria. Sabedor de que para la zona creativa ya contaba con mimbres suficientes, Paco quiso traerse consigo a dos futbolistas que han sido imprescindibles para él -Peñalba, en el Cruz Azul, y Gálvez, en el Rayo- por su manera de entender la presión a la hora de recuperar el balón.

Ahora, en la UD, también son intocables y, contra el Valencia, demostraron, sobre todo en el caso del argentino, una versión más aproximada a lo que el entrenador espera de ellos. La incorporación de ambos futbolistas ha tenido un impacto claro en la intensidad del equipo. Los dos, lejos de recular, algo que ha lastrado a Las Palmas durante toda la temporada, enciman a los rivales, lo cual es un anuncio al resto para iniciar la presión, intentar recuperar la posesión y, en definitiva, ejecutar la filosofía de juego de Jémez.

Presión e intensidad

Tanto Gálvez como Peñalba, por lo visto hasta ahora, imprimen al resto esa intensidad que nunca ha tenido la UD en todo el curso aun con tres preparadores diferente antes del cordobés. Conocedores de sus limitaciones técnicas, ambos cumplen con lo que les pide su técnico.

Peñalba, que desde que debutó sólo se ha perdido los últimos 10 minutos del choque ante el equipo ché por un golpe en la rodilla sin mayor gravedad, no es un creador del estilo Roque Mesa ni imprime un gran ritmo al juego, pero no pierde balones, juega a muy pocos toques -aunque muchos sin arriesgar- y llega al ataque con frecuencia.

Gálvez, por su parte, no es veloz en la carrera larga, pero a cambio se anticipa bien a las jugadas, aprieta a los delanteros y tiene un buen desplazamiento en largo. En cualquier caso, los dos arrastran a los demás a presionar y aumentar la intensidad. Son, en definitiva, los que determinan el voltaje.

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