Juan Carlos Valerón aguantó el chaparrón hasta el final. Solo en el palco del Estadio de Gran Canaria miraba al frente cuando apenas quedaba gente en el campo. Mucho antes, alrededor de la zona noble del recinto de Siete Palmas, un grupo de aficionados cercó a la directiva amarilla.

Los pocos que quedaron aplaudieron a el 'Flaco', impasible, que se marchó de un palco huérfano de su cabeza más visible: Miguel Ángel Ramírez Alonso, presidente y accionista mayoritario de la entidad, que una semana más estuvo ausente en su asiento preferencial.

El Estadio de Gran Canaria evidenció ayer la fractura social que vive la UD con su masa. En paralelo al césped, en la grada se vivió otro partido. Porque Siete Palmas estaba preparado para el funeral. A nadie podía cogerle por sorpresa que, cuando los 90 minutos se cumplieran, la UD Las Palmas estaría en Segunda División.

Las nubes anunciaban tormenta y la estampa no podía ser más poética. Desde el primer minuto de partido, los pitos empezaron a sonar. El primer señalado de la tarde, Paco Jémez, el último de los tres entrenadores -más Paquito Ortiz-, cuando su nombre sonó por la megafonía del Gran Canaria.

La tromba de pitidos continuó con las pancartas que empezaron a asomar por el Estadio. 'Esta directiva nos trata como visitantes. Respeto por este escudo y esta afición', rezaba la primera que desplegó el grupo Ultra Naciente, que solo acudió a su zona de la grada para cantar el himno de la entidad en el minuto 49 de encuentro.

En la segunda un gran 'tifo' se desplegó de nuevo en la Grada Sur: 'Un minuto de silencio por una directiva sorda, prepotente, engrandecida y trapichera + mercenarios arrastrando, humillando nuestros colores y escudo = una afición avergonzada, abonados engañados y sentimientos ultrajados. Dimisiones ya', sentenciaba.

Por el camino, y con escala menor, otra que anunciaba 'El mejor equipo de la historia', en referencia a la frase pronunciada por el presidente Miguel Ángel Ramírez al inicio de la temporada tras terminar de confeccionar la plantilla para competir esta temporada en Primera. Una escuadra donde pocas caras quedan ya.

El 'Ramírez, vete ya', 'Directiva dimisión', '¿Dónde están los culpables?' y 'Emenike, Emenike, Emenike' fueron los grandes éxitos que retumbaron en el Gran Canaria, el más pobre en la élite del fútbol nacional en esta etapa: solo acudieron 7.143 espectadores a las butacas.

En ese rastreo de culpables, la afición señaló a varias personas dentro del organigrama amarillo: Toni Cruz y Luis Helguera, como máximos responsables de la parcela deportiva, se llevaron gran parte de los pitos; Patricio Viñayo, director general, el siguiente en la escala; y otros cargos del club como Paco García Caridad, director de medios, también recibió los reproches de la grada.

Todo en uno de los días más tristes de la historia reciente de la UD Las Palmas y que marcará un punto negro en la memoria colectiva de la entidad amarilla. Porque el hartazgo que demostró ayer la afición es el primer escollo en el próximo ascenso que tiene el club.

Recuperar el pulso con el mayor patrimonio que tiene Las Palmas será clave para reconducir a esta UD. El desastre del 22-J ante el Córdoba y su encaje marcó un camino que ahora cuesta divisar.