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La responsabilidad del estratega

El último descalabro de Paco Jémez

El entrenador amarillo vuelve a desguarnecer la defensa en busca de mayor mordiente y el resultado es otra goleada

Que Paco Jémez es un hombre de ideas firmes es bien sabido. Que al entrenador cordobés le gusta el peligro lo conocen hasta en China. Y que los cambios tácticos que ha hecho con la UD le han salido por la culata ya deben saberlo en todo el planeta. Porque cada vez que Las Palmas se dispone con tres zagueros el descalabro defensivo es la tónica que se impone. Un movimiento en la base del equipo y el castillo de naipes se desmorona. La sangría de goles es imparable. La portería amarilla queda desguarnecida como consecuencia de la valentía táctica. No por poner más delanteros se ataca con mayor éxito ni se juega mejor.

Numerosos son los equipos que han pasado a la historia por utilizar la disposición táctica de la WM. Instaurada por Herbert Chapman en el Arsenal, el entrenador inglés modificó el fútbol en la década de 1920. El dibujo revolucionario fue copiado posteriormente por la Hungía de los 50, el Real Madrid de las primeras Copas de Europa, el Dream Team del Barcelona de Cruyff... todos equipos exitosos a través de esta fórmula. Todo lo contrario que le ha ocurrido a esta UD cuando Jémez ha decidido quitar un defensa para introducir un jugador de ataque.

De los catorce partidos ligueros que ha dirigido el entrenador al conjunto insular, en siete ha decidido, ya sea tras el descanso o en los últimos tramos de los encuentros, activar el modo desesperación y poner toda la carne en el asador dando entrada a mediapuntas o delanteros. En los siete, el resultado ha sido el mismo: endeblez defensiva y goles encajados.

"Todos hemos hecho cosas horrorosas que no han dado resultado". Ayer, Paco Jémez entonó el mea culpa. Pero un reconocimiento que llega tarde después de tropezar tantas veces en la misma piedra.

El primer mazazo al equipo amarillo le llegó temprano. El desastre de Montilivi -6-0 contra el Girona-, el segundo encuentro dirigido por el cordobés llegó con una defensa de tres. Ximo Navarro, David García y Gálvez no fueron capaces de frenar el tifón catalán, incluido hat-trick de Olunga, sus únicos goles esta temporada.

Mejoría momentánea

Mejoría momentánea

El mejor momento del equipo en la etapa del cordobés al frente llegó con el equipo recogido atrás. La antítesis de Jémez, pero que resultó en nueve puntos en el tramo de mes y medio y que le llevó incluso a estar momentáneamente fuera del descenso cuando vencía 0-1 en Balaídos.

Tras la derrota con el Celta 2-1 llegaron las prisas y la ansiedad por sacar puntos a toda costa. Fue el momento en el que se dio rienda suelta a las apuestas sin cabeza. Desde el encuentro con el Villarreal, la UD se ha dispuesto en el campo muchas veces sin tener claro cuáles han sido las posiciones de sus jugadores. Precisamente contra el conjunto castellonense no se sabía si era un 3-6-1 o un 3-4-3 cuando tras el descanso Momo y Benito hicieron su puesta en escena sustituyendo a Erik Expósito y Vicente y finalmente Nacho Gil entró por Macedo. El dibujo táctico parecía un Kandinski sobre el césped que dio paso a la sentencia del submarino amarillo.

Jémez continuó con sus envites tácticos. No se quiso bajar del burro y no aprendió de los errores cometidos. Así, contra el Real Madrid, Levante, Real Sociedad y ayer frente al Alavés en algunos momentos del partido se ha terminado por jugar con un 3-2-3-2 con el equipo volcado buscando desesperadamente el gol y dejando las vergüenzas defensivas expuestas en el escaparate para los atacantes rivales.

Desconexión en la caseta

Desconexión en la caseta

El último día de la UD en Primera tras el último ascenso amarillo en 2015 pasará al recuerdo por ser una de las tardes más bochornosas de la historia del equipo en la máxima categoría. Una goleada propiciada por las decisiones que se tomaron en el descanso.

La pizarra en el intermedio mutó de nuevo y el entrenador insular dio entrada a Jairo por Halilovic y Nacho Gil por Aguirregaray. De esta forma, los dos extremos ocuparían las bandas y Ezekiel pasaría a acompañar a Calleri en la punta de ataque. En el doble pivote Javi Castellano y Vicente y Etebo con mayor libertad en el centro de la medular.

Gálvez, David García y Simón se quedaban como los hombres más rezagados. Abelardo olió la sangre y con solo apretar el botón de las bandas el equipo insular se desmoronó. Gil y Jairo demostraron un día más que no son jugadores dignos de llevar la camiseta amarilla. Cero implicación. Los costados convertidos en auténticas autopistas. Los goles del equipo babazorro llegaron de la forma más fácil posible. Centros desde las bandas y remates en la olla sin oposición alguna. Todas las intantáneas recogen a la zaga amarilla corriendo como pollos sin cabeza hacia su portería intentando cubrir a los delanteros del Alavés que encontraron un patio de colegio en el que divertirse desde el minuto 46.

Cuatro tantos a placer. Munir anotó sus dos goles sin la sombra de un defensa amarillo a su lado, el primero de ellos de cabeza y el segundo después de culminar un ataque en el que Raúl se vio ante cuatro delanteros alaveses. Medrán y Sobrino disfrutaron de la misma libertad de remate y con sendos cabezazos pusieron el definitivo 0-4.

Mientras, el poco público de ayer había decidido emprender la ruta de vuelta a casa. No sin antes reprochar a la directiva las decisiones tomadas en la temporada. Buscan culpables. Y a Jémez lo señalaron ayer silbandole durante la presentación inicial del equipo.

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