Dieciocho caras nuevas, diez en verano y ocho en invierno, y cero euros en concepto de traspasos, según la versión oficial. Diez jugadores cedidos, siete en propiedad -algunos con matices- y uno que sube del filial. Todos ellos, más los que estaban, habían de conformar "la mejor plantilla de la historia de la UD Las Palmas", en palabras del presidente Miguel Ángel Ramírez. Sin embargo, la realidad fue bien distinta, porque a pesar de tan rotunda afirmación, los hechos han demostrado que no era así.

El resumen del descalabro de la mayoría de los fichajes amarillos podría focalizarse en dos nombres propios: Víctor Machín 'Vitolo' y Emmanuel Emenike, o lo que es lo mismo, uno que llega en julio como la bandera de un equipo llamado a luchar por algo más que la permanencia y otro que acude al rescate en enero y ni siquiera va a poder debutar porque se le fichó con una lesión de rodilla. El caso es que uno ya no está y el otro está pero no se le espera, sólo figura. Y luego entre el grancanario y el nigeriano han pasado un sinfín de futbolistas de los que muy pocos han funcionado.

Mercado de verano

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En líneas generales, el que más ha rendido es el portero Leandro Chichizola. El argentino fue la segunda incorporación y ha resultado ser, a pesar de las sospechas iniciales por su procedencia -la Serie B italiana- un guardameta de garantías. Llegó libre, firmó por una temporada y la entidad amarilla se guardó una opción de ampliarle el contrato hasta tres cursos más. A pesar de su comienzo dubitativo, pronto se le vio salvar al equipo con grandes paradas, aunque no le valió para mucho.

Tras el partido de ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey frente al Deportivo de La Coruña en Riazor, Pako Ayestarán decidió dar continuidad a Raúl Lizoain en la portería sin saber muy bien por qué. Posteriormente, ya con la llegada de Paco Jémez, recuperó la titularidad y fue el mejor en muchos partidos. Ya con el equipo virtualmente descendido, volvió a dejar paso en el Villamarín al canterano, según el técnico, como premio al trabajo del '1'.

Allá por el verano pasado, antes del inicio de la pretemporada, también llegó Ximo Navarro, el primer fichaje. Su actuación ha sido bastante irregular, con partidos en los que ha demostrado un gran nivel por su velocidad y contundencia pero con otros en los que ha naufragado. El balear fue la única cara nueva externa en una defensa en la que debían ser titulares los del curso pasado: Macedo, Lemos, Bigas y Dani Castellano.

Porque la otra fue Borja Herrera, el único que subió del filial. El lateral fue presentado en junio junto a Benito Ramírez y Erik Expósito como una de las tres aportaciones de Las Palmas Atlético al primer equipo, sin embargo, sólo él tuvo la oportunidad y ni siquiera cuajó, por lo que tuvo que marcharse cedido al Valladolid en el mercado invernal en busca de unos minutos que le permitieran foguearse más en el fútbol profesional.

Ya con la preparación iniciada en Mogán, se incorporaron Jonathan Calleri y Hernán Toledo, después del intento fallido de traerles en la ventana anterior, todavía con Quique Setién en el banquillo. Ambos, pertenecientes a un grupo inversor, venían en un paquete indestructible: o los dos o ninguno. El delantero estaba llamado a ser el competidor principal de Prince Boateng, pero la marcha del berlinés un día antes de empezar LaLiga le brindó el puesto de 'nueve'.

Aunque Calleri es hoy es el máximo goleador del equipo, no ha funcionado, víctima también del escaso bagaje ofensivo de la UD durante todo el curso. Sólo ha conseguido diez tantos, tres de ellos en la Copa. De los siete que logró en el campeonato nacional, tres fueron de penalti, por lo que sólo introdujo a la red cuatro balones en una jugada. Toledo, por su parte, ha sido un fiasco. Tardó una eternidad en tener una oportunidad y cuando la tuvo duró poco. A pesar de tener velocidad y un buen regate, no colabora en defensa y elige mal casi siempre. En cualquier caso, ninguno continuará.

Pero el fichaje de renombre, el que debía aumentar la calidad del equipo, el caché y hasta el número de abonados fue el de Vitolo, que tras una operación rocambolesca a tres bandas acabó en Las Palmas hasta enero, cuando se marchó al Atlético de Madrid producto del acuerdo al que habían llegado. No salió bien, fundamentalmente porque el canterano, que regresaba aunque fuera de manera temporal tras su periplo de cuatro temporadas en el Sevilla tuvo tres lesiones, la última de ellas a finales de noviembre, un mes antes de marcharse. Sólo jugó nueve partidos y marcó un gol.

Con seis caras nuevas arrancó LaLiga y la cosa no empezó bien: dos derrotas -ante Valencia y Atlético de Madrid- y, lo que es peor, una falta de identidad evidente tras la marcha de Setién y la llegada a trompicones de Manolo Márquez, que dimitió tras el sexto partido. Por eso, y porque desde el principio la comisión deportiva había decidido esperar a los últimos días del mercado, llegaron dos mediocentros -Sergi Samper y Alberto Aquilani-, un extremo -Oussama Tannane- y un delantero -Loïc Rémy-.

Sólo el italiano continúa hoy y su aportación ha estado muy por debajo de lo esperado. Nunca ha sido titular indiscutible y cada vez que ha salido ha demostrado que es una sombra de lo que fue. El catalán, por su parte, no pudo tener más mala suerte. Se lesionó en uno de sus primeros entrenamientos con el equipo mientras hacía un rondo y, cuando volvió, no contó para Ayestarán ni para Paquito Ortiz. Y cuando por fin lo hizo para Paco Jémez, se partió el peroné en el estreno liguero del cordobés ante el Eibar. Sólo jugo dos choques.

Los casos de Rémy y Tannane rozaron el surrealismo, porque ambos fueron fulminados por Jémez en su primer día al mando de los amarillos por llegar tarde en dos ocasiones, la primera a coger la guagua para ir desde el Estadio de Gran Canaria hasta El Hornillo y la segunda a la cena en el hotel de concentración. El francés, que llegó libre tras desvincularse del Chelsea, fue expulsado cuando era el máximo goleador del equipo con seis tantos y el fichaje más productivo junto a Chichizola, mientras que el marroquí, cedido por el Saint-Étienne, no había demostrado absolutamente nada.Mercado de invierno

Mercado de invierno

Con el equipo hundido en la clasificación, con sólo 11 puntos en 17 partidos, llegó Jémez al banquillo con la intención de conseguir salvar a la UD de un descenso que, de seguir en la misma línea, estaba cantado. Una de sus condiciones fue traer a tres jugadores: Gaby Peñalba, Alejandro Gálvez y Matías Aguirregaray. Además, dio el visto bueno a las incorporaciones de Jairo, Nacho Gil y Etebo, pero se desmarcó de los fichajes de Emmanuel Emenike e Imoh Ezekiel. En total fueron ocho los futbolistas que aterrizaron en la Isla y sólo Gálvez y Etebo han dado resultado.

El mediocentro argentino, al que el cordobés trajo del Cruz Azul, se convirtió en la extensión del técnico en el campo, pero se lesionó en la rodilla contra el Sevilla y un error en el tiempo de recuperación de la afección le tiene todavía sin jugar por haber forzado antes de lo que debía. 'El Vasco', por su parte, empezó muy bien pero se ha desinflado en los últimos partidos, en los que ha evidenciado sus limitaciones técnicas.

En cuanto a Jairo y Gil, dos extremos que debían haber aportado soluciones al pobre ataque de la UD, no han hecho absolutamente nada y han pasado buena parte del tiempo en la grada. Y caso aparte es Emenike, al que se firmó poco antes del cierre del mercado sin saber que tenía un desgaste generalizado en la rodilla que le va a impedir debutar con los amarillos. En definitiva, el Olympiakos 'se la coló' a la UD, cuyos servicios médicos no fueron capaces de detectar la lesión del nigeriano. Un despropósito acrecentado por la expulsión de Rémy, al que nunca se le consiguió un sustituto que pudiera equiparar sus números.

Las Palmas lo intentó con el fichaje de Ezekiel, pero no es lo mismo. El atacante, incorporado fuera de plazo, se encontraba sin equipo y entrenando en Nigeria en solitario cuando la entidad amarilla le contrató, sin embargo, su adaptación ha sido tardía y el técnico no le puso de titular hasta pasados nueve partidos. En lo dos duelos en los que ha salido en el 'once' demostró condiciones, pero ya era demasiado tarde.

Así que sólo el central granadino, cedido por el Eibar, y el centrocampista nigeriano, prestado por el Feirense portugués, han funcionado en el intento de la UD por corregir en invierno los errores en la confección de la plantilla cometidos en verano, un balance tan pobre que ha terminado con el equipo sin reaccionar y en Segunda División. Si a ellos se les suma Chichizola, y quizá Calleri, podría concluirse que sólo cuatro de las 18 caras nuevas de Las Palmas se salva. De Vitolo a Emenike. Queda todo dicho.