La ciudad de Palma es prolija en añejos edificios con un pasado, en muchos casos, cargados de una pátina histórica que el tiempo y sus habitantes afortunadamente no han querido borrar.

Es uno de nuestros grandes patrimonios y lo que lesdiferencia de otras ciudades que han arrasado sin miramientos con buena parte de su pasado sustituyendo los viejos y señoriales edificios por construcciones modernas que aportan quizás mucha más comodidad pero que a cambio ofrecen una visión de los espacios mucho mas impersonal, mucho más fría.

El proyecto que les mostramos, obra del arquitecto Miquel Àngel Lacomba consiste en la ampliación del ámbito cocina y fue seleccionado para la fase final de los Premis d´Arquitectura de Mallorca organizados por el COAIB.

La intervención se sitúa en un espacio ya existente, la magnífica planta noble de un edificio del siglo XVI, en la costa d´en Brossa, en el centro, en pleno casco antiguo de Palma y como en casi todas las grandes casas de la nobleza o la alta burguesía mallorquina, con una altura interior de cuatro metros. Un verdadero lujo espacial que solo las construcciones que vienen del pasado pueden permitirse. En este caso la mayoría de los espacios funcionaban bien, excepto la situación de la cocina, originariamente pequeña y con una difícil conexión con las zonas nobles de la casa. La complejidad del espacio, especialmente por el paso de la escalera comunitaria por su interior, condicionó la solución adoptada.

Destacamos ya desde aquí la obsesión continua del arquitecto por el detalle. Se busco unificar en un solo ámbito las diferentes zonas, eliminando los envanes bajo la escalera lo que permitió enfatizar su volumetría de manera que se en enchancha el espacio y las visuales, abriendo la posibilidad de situar bajo la vuelta de la escalera la barra de la cocina. Se conservó una pica de la cocina original, de piedra de Binissalem, un testimonio del pasado que enriquece el presente y lo embellece y que además provocó la utilización de este material en el resto del sobre de la cocina, combinándose acertadamente con la madera.

El punto de encuentro vertical de la barra de la cocina con la pared de yeso de sus muros se solucionó con silestone blanco, encastándolo en la pared y así disimular su impacto. Para los muebles de la cocina se utilizó madera de iroco oscurecida para que se asemejaran a los tonos del resto de elementos de madera de la casa. Se diseñó específicamente un mueble de hierro, con funciones de grill, que al mismo tiempo resuelve el almacenaje de la leña necesaria para el consumo de la calefacción de la casa. De esta manera se recuperó el uso de la antigua y elegante campana de cocina original y se mantuvo la idea de fuego, hogar, dentro de la casa.

Siempre tan agradable en el recuerdo y un elemento simbólico y significativo de una forma de vida distinguida y acogedora que liga el pasado con el futuro.