El entorno de leiras y alpendres no son las vistas que lucen en el terreno sobre el que se asienta esta casa de Vilagarcía, sino las magníficas panorámicas a la ría al tratarse de una zona elevada.

Así que ver el mar fue uno de los deseos que los propietarios transmitieron a José Luis Recuna Cuíña y José María Fernández Dapena, del estudio Recuna e Dapena, además de una construcción sin excesos que debería albergar el programa normal de una familia con un hijo.

La privacidad se consigue adosando la edificación a las medianeras vecinas, lo que permite un mejor aprovechamiento de la parcela, con pequeño huerto y espacio para ocio. La zona de día y la de noche ocupan cada una un cuerpo que va pegado a cada mediana, relacionados por un pasillo más ancho en una de sus partes para su eventual uso como escritorio.

Para ver el mar, “la altura la calibramos en una escalera, peldaño a peldaño hasta que comprobamos que esa altura deseada debería ser la mítica de 2,26metros de Le Corbusier”, explica José Luis Recuna. El maestro nacido en Suiza creó el famoso canon de proporciones para aplicar tanto en la construcción de edificios como en el diseño de mobiliario y objetos comunes que “crean agradables sensaciones”.

En la planta baja quedan la entrada y los estudios (de pintura y otro de fotografía) relacionados por un patio común, además de las zonas de servicio. En el piso se hacen dos alturas para ver el Atlántico desde el comedor, la cocina (zona más alta) y el salón (más bajo),en un único espacio matizado por los cambios de nivel del suelo y también por los existentes en los techos.

Los ventanales permiten que este volumen tenga luz todo el día. En el interior la estructura queda a la vista, excepto algunas partes en las se cubre con madera. Exteriormente, la casa se forra con planchas de acero corten hechas a medida y optimizando recursos.