Quienes tienen la suerte de recorrer en el Valle Sagrado peruano el camino hacia Aguas Calientes, en la aproximación al Machu Picchu, muy cerca del yacimiento arqueológico de Ollantaytambo, se sorprenden al ver unos destellos en la pared de la montaña. Al fijar la vista descubren tres cápsulas que parecen de cristal ancladas a la pared que refulgen con el sol. Y si los viajeros no sienten vértigo ni aversión a las alturas, es posible que deseen descubrir el camino para llegar hasta ellas.

Pero no hay camino en el sentido estricto, sino que el único modo de alcanzarlas es una vía ferrata, pasando por un puente colgante y subiendo 300 metros por una pared vertical, o hacer rápel con una tirolina. La tarea parece ardua y peligrosa, pero en realidad no se requiere experiencia previa en escalada y los huéspedes-aventureros en ambos casos van sujetos por arneses y provistos de material de seguridad, de modo que pueden participar hasta niños de 6 o 7 años.

El Skylodge es el primer refugio colgante del mundo donde se puede dormir en una cápsula completamente transparente anclada a la roca. Está sobre el río Urubamba, desde donde se obtiene una impactante vista sobre este valle mágico para los incas y con la Vía Láctea como techo.

Cada módulo, de 7,5 metros de largo y 2,60 de alto y ancho, cuenta con cuatro camas, un comedor y un baño privado y está fabricado con aluminio empleado en la industria aeroespacial y policarbonato de alta resistencia. Incluso dispone de baño privado -con inodoro, baño seco y lavamanos-, separado del resto de la burbuja por una pared que lo aísla del ruido.

Una vez dentro de la burbuja transparente, los ocho ocupantes se pueden quitar los arneses, ya que la única forma de salir es por la escotilla ubicada en la parte superior. Seis ventanas y cuatro conductos de ventilación aseguran una atmósfera adecuada, y la iluminación es enteramente ecológica, gracias a paneles fotovoltaicos que almacenan energía en baterías para alimentar las cuatro lámparas de su interior.

Por la noche, vale la pena aprovechar la luz de las estrellas, pero hay cortinas por si se desea más privacidad, básicamente con los cóndores, que se cuentan entre los únicos posibles vecinos.