Seguro que más de una vez te has imaginado viviendo en una romántica y acogedora buhardilla. Una casa de techos inclinados, plagada de rincones con encanto. Y es que este tipo de construcción tiene algo mágico que enamora, sobre todo a las parejas jóvenes. Pero lo cierto es que por sus formas irregulares presenta muchas veces dificultades a la hora de decorarla.

No obstante, con ingenio o ayuda profesional se pueden conseguir resultados verdaderamente sorprendentes, como esta buhardilla de estilo nórdico, cuyos elementos principales residen en la madera, el ladrillo y la luz.

El secreto de esta decoración reside en su sencillez. Los muebles siguen líneas rectas que se acoplan a los recovecos de la vivienda y se potencian los espacios libres, nada recargados, que las propias vigas de madera ya se encargan de vestir.

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Mucha gente opina que en una buhardilla se desaprovechan los metros cuadrados habitables, pero es un error pensarlo de esta forma. La altura y la inclinación son claves. Por ejemplo, una forma de aprovechar el espacio de esta buhardilla consiste en poner radiadores debajo de los techos inclinados o situar la cama de matrimonio sobre un altillo, que probablemente sirva también para almacenar objetos, ropa de cama?

La luz natural es fundamental para conseguir claridad y ventilación en una buhardilla. En este caso, la luz cenital entra por las ventanas y se extiende por el blanco de las paredes y los techos. Las ventanas deben dejar pasar la luz, pero también han de disponer de un aislamiento térmico perfecto porque es una zona con temperaturas extremas.

Siguiendo esta línea de luz natural, en la casa podemos encontrar ciertos objetos decorativos que dotan de un toque de frescor a la casa, como la alfombra verde del salón simulando césped o las plantas distribuidas por las vigas y muebles que dan vida al hogar.

Sin duda, una buhardilla perfecta para parejas jóvenes y urbanitas.