Venecia la subyugó, pero no sólo fue eso. Coco Chanel llegó a la laguna Veneta rota de dolor en agosto de 1920, medio año después de que Boy Capel se estrellara con su Rolls Royce en Puget-sur-Argens cuando iba a pasar las Navidades con su mujer. Sus amigos José María Sert y Misia -ma soeur (mi hermana) se llamaban la una a la otra- la invitaron a unirse a ellos en el Hotel Le Palais del Lido. No podía haber mejor lugar que la Basílica de Santa Maria della Salute para llorar, entre imágenes sagradas de Tiziano y decenas de velas, a su gran amor, el hombre que le había proporcionado seguridad e identidad, su cómplice y benefactor, el que le descubrió a Nietszche, pero también la poesía, los textos sagrados, los clásicos rusos€ Pocos días antes de emprender el viaje le confesaba...