La polifacética artista mallorquina de 43 años publica su octavo disco de estudio, 'Vivir sin miedo'. Diez desgarradores temas en los que colaboran Jason Mraz y Meshell Ndegeocello y que presentará en vivo en Barcelona (7 de noviembre) y Madrid (15). Además de su portentosa voz rota y de una amplia variedad estilística, en el álbum destacan las letras, directas y comprometidas. Como Buika.

El mejor momento del día.

Cuando al fin oigo a mi hijo entrar por la puerta de casa. No es de salir mucho, pero cuando lo hace no estoy tranquila hasta que vuelve a casa.

Si tuviera que escoger un superpoder, ¿cuál sería?

¡Soy mallorquina! Y encima tengo ascendencia africana. Yo ya tengo superpoderes (se ríe).

¿Qué hace en su tiempo libre?

Yo vivo trabajando. Si has crecido con la sensación de que no eres nada, cuando logras algo te metes a tope y te olvidas de que eres una persona con una vida. Me obsesioné con la composición, con mis libros, mis fotos, y estoy siempre metida en candela. No sé qué es sentarse en el sofá.

¿En qué detesta perder el tiempo?

No he perdido el tiempo en mi vida. Es una frase trampa, como hablar de esperanza, felicidad, libertad.

¿Con quién compartiría una cena?

Con cualquiera. Soy una enamorada de la gente. Y no soy sociable, es curioso. El tiempo es lo más valioso, y que alguien esté dispuesto a estar unas horas conmigo me parece de una generosidad maravillosa. Siempre hay de qué hablar y disfrutar.

¿Adónde le gustaría llegar?

¿Me está hablando de metas? Eso es sacrílego para mí. Porque si tienes una dirección es porque hay algo que te espera al otro lado.

Me refiero más bien a su evolución.

Es una gran pregunta. ¿Yo soy mía o de la locura de los otros? No sé si el resultado de mi cante es gracias a mis limitaciones o a mis deseos. La mitad de lo que intento cantar no me sale. Me salen otras cosas, y la gente aplaude. Yo voy por caminos, pero no sé adonde, no importa. Vaya adonde vaya siempre habrá gente, comida y baile; estaré bien. Tengo origen tribal. No me gusta pensar mucho.

¿Qué la enoja?

Que escupan en el suelo. Que mientan a los niños. Que les digan que son tontos. Con eso a mí me jodieron la adolescencia. Si eso te lo dicen quienes te cuidan y te dan de comer, te lo crees. Recuerdo cuando iba a hacer las pruebas para un trabajo: me ponían un test y yo misma me decía que no sabía contestar, sin haberlo leído siquiera.

¿Qué hace para cuidar su voz?

Aprendí a hablar. A decir lo que sentía. A no pelearme y a no enfadarme. Esas cosas son las

que, para mí, cuidan la voz. Los remedios que vienen del corazón. Todo lo que bloquea el corazón y la cabeza te bloquea la garganta.

¿Qué consejo daría a los jóvenes?

No quiero caer en lo de la “confianza en uno mismo”: es mentira. Unos días te quieres más y otros menos. ¡Y eso se llama vivir! Les diría que sean sinceros y actúen sin miedo. Hemos venido a ser felices. Si a mí cantar me hiciera sufrir, haría otra cosa.

¿Por ejemplo?

Ni idea. No tengo estudios, pero decidí que podía escribir y lo hice. Y mis libros gustan. Entendí que una es las limitaciones que se pone. Somos demasiado víctimas de la aprobación. ¡Yo me apruebo!