Quienes asistieron a la alfombra roja de los Globos de Oro en alguna de las seis ocasiones en las que Jon Hamm estuvo nominado seguramente entienden por qué este nativo de St. Louis, en Misuri, estaba destinado a destacar. Con su 1,87 m de altura y un rostro particularmente agraciado, era imposible no verle cada vez que aparecía entre la multitud de estrellas y agentes de prensa. Sin embargo, sus inicios en el mundo del espectáculo fueron particularmente difíciles y pasaron muchos años antes de que lograra consagrarse gracias a su papel de Don Draper en la exitosísima serie televisiva 'Mad Men'.

Pero ahora que los elogios y los premios obtenidos han quedado muy atrás, a los 46 años, quien debió trabajar en muchos oficios hasta que pudo ganarse la vida como actor busca reinventarse como estrella de cine, un objetivo que hasta ahora parece escapársele. No obstante, teniendo en cuenta que Hamm nunca se ha dado por vencido, no hay dudas de que en algún momento lo logrará.

En un año particularmente prolífico en el que ha trabajado mayoritariamente en el cine independiente, el actor puede acercarse a su meta gracias a un filme que promete hacer saltar la taquilla y convertirse en objeto de culto, 'Baby Driver', en el que, junto a cotizados actores del reparto como Kevin Spacey y Jamie Foxx, acompaña a Ansel Elgort en una historia de asaltos y persecuciones a ritmo de rock que ya ha fascinado a los críticos.

Después de 'Mad Men', ¿era importante para usted buscar papeles que fueran completamente diferentes?

La verdad es que 'Mad Men' adquirió vida propia y yo no podría estar mas agradecido por eso. En esta carrera no sueles tener esa clase de oportunidades y cuando ocurren, uno tiene que aceptarlas y saber agradecerlas. Pero si me pregunta si busqué proyectos que fueran exactamente lo opuesto para continuar mi carrera, la respuesta es que no. Simplemente le presto atención a aquellas cosas que me resultan interesantes y parte de eso es trabajar con gente estimulante como Edgar Wright. Sería tonto por mi parte no aprovechar estas oportunidades.

¿Lo que le atrajo fueron las escenas de acción o la comedia?

Las escenas de acción, porque no suelen invitarme a hacerlas y porque además son muy especiales. Seguimos una coreografía muy estricta, porque filmamos al ritmo de la música, y eso fue un verdadero desafío. No soy un bailarín, por eso rodar 'Baby Driver' fue una experiencia muy estimulante.

¿Cómo llegó al proyecto?

Me llamaron seis o siete años atrás para hacer una lectura del guión. Había conocido a Edgar a través de unos amigos y él me invitó a participar. Me dijo que tenía una idea y que sólo había escrito una primera versión, que por favor la leyera y no juzgara. A mí me encantaba su trabajo, así que le dije que sí de inmediato. Y después de leerlo, me preguntó si me gustaría interpretar a este personaje. Yo le dije que sí, pero le comenté que me parecía importante que él estuviese muy enamorado y Edgar estuvo de acuerdo. Y ahí empezó todo para mí.

'Baby Driver' es el debut hollywoodiense de la actriz mexicana Eiza González. ¿Cómo fue el suyo?

Fue en una película que se llamaba 'Cuando éramos soldados', en el 2000. Mientras la filmaba cumplí los 30 años. Trabajé allí con Mel Gibson y con un actor en ascenso que se llamaba Sam Elliott. Este año vi a Sam en el Festival de Sundance y me acordé de aquel momento, en que era el último de la fila, tenía los ojos muy abiertos y la boca muy cerrada. Fue una experiencia muy especial porque era una película de guerra por lo que había explosiones por todos lados y los aviones volaban por encima de nosotros. Recuerdo que me pasé toda la mañana filmando la misma escena una y otra vez hasta que llegó la hora del almuerzo. En esa escena hacían volar literalmente todo el plató. Y en la siguiente, que rodamos durante el resto del día, todos los soldados gritaban y perdían la cabeza por lo que estaba pasando, rodeados por las balas. Uno de los que estaban allí le preguntó a Mel si todo eso no lo ponía un poco nervioso. Él sonrío y nos dijo muy relajado: "¿Y qué es lo que tendría que ponerme nervioso?".

Lo que sorprende es que siendo tan alto y tan apuesto, no consiguiera trabajo como actor hasta cierta edad...

Es cierto, fue muy duro. Creo que hubo un par de factores que influyeron en que me costara tanto. Por un lado, acceder a audiciones es algo muy difícil. Es una situación que genera mucho estrés. A veces te sale bien, a veces te sale mal, en otras ocasiones te pones muy nervioso. Por otro lado, te presentas a papeles para los que de verdad no sirves. Además, hay muchos hombres muy apuestos en el mundo. No es suficiente con lucir bien, tienes que funcionar para el papel. Todo cambió cuando tuve la suerte de toparme con personas creativas que me eligieron porque encajaba a la perfección en varios proyectos que transformaron mi vida. Simplemente, de pronto tienes un golpe de suerte y todo cambia. Te topas con gente creativa que te invita a jugar en su terreno. En eso consiste todo.

En 'Mad Men', fue uno de los 80 candidatos que quedó en la selección final. Podría haberse quedado afuera fácilmente...

Por supuesto.

¿Qué cree que hubiera sido de usted en ese caso?

La verdad es que estaba trabajando de forma constante como actor antes de 'Mad Men', con un papel aquí y otro allá. Había estado en una serie de televisión durante algunos años, por lo que estoy seguro de que habría conseguido otro trabajo. Ya estaba en un momento de mi carrera en que era muy fácil que me dieran un papel. Tenía ya mis 30 y pico, era relativamente apuesto, podía hablar y que se me entendiera, sabía operar maquinaria pesada y todo ese tipo de cosas. Por lo tanto, supongo que habría encontrado otra cosa en la que habría tenido éxito. Pero, obviamente, proyectos como' Mad Men' no aparecen a menudo. Y, por muchas razones, fue algo que probablemente se puede dar una sola vez en tu vida. Somos pocos los afortunados a los que nos toca.

Cuando hizo las maletas para probar suerte en Los Ángeles, ¿cuáles eran sus sueños?

Tener una vida haciendo lo que más me gustaba. Perdí a mi madre cuando era niño y algunos años después también a mi padre, por lo que no había grandes planes para mi en mi temprana juventud. Simplemente quería estabilidad y alguna clase de satisfacción a partir de la profesión con la que quería ganarme la vida, porque no era bueno como para jugar profesionalmente al béisbol, que era en realidad mi sueño de niño. Así que logré hacer algo que se le asemejara, que fue participar en una película sobre béisbol. He obtenido casi todo lo que he pedido en la vida, que es tener una buena dosis de estabilidad y hacer lo que más me gusta, lo que además me ha permitido conocer a un montón de gente espectacular en el camino.

¿Pero cuando llegó a Hollywood con 150 dólares en el bolsillo, soñaba con algo como 'Mad Men' o le bastaba cualquier trabajo de actor?

Yo creo que cualquiera que llegue y piense que se va a llevar a Hollywood por delante se da cuenta muy rápidamente que eso no va a ocurrir. Cuando llegué, yo tenía un plan muy conciso. Me había dado cinco años, y mi decisión era que si al concluir ese lustro no me estaba ganando la vida como actor, es decir si seguía trabajando de camarero, ayudando en eventos o atendiendo un bar, lo que fuera, iba a darme la vuelta y a abandonar mis sueños. Desde los 25 a los 30 trabajé con ese objetivo en mente. Y cumplí los 30 en 'Cuando éramos soldados'. Renuncié al restaurante para irme a filmar y sentí que había llegado a la meta.

¿Era un buen camarero?

Muy bueno. Creo que todavía lo sería. A veces hablan muy mal de ellos, pero a mí me encanta ir a los restaurantes. Siempre me ha gustado, porque crecí sin tener mucho dinero y cuando era niño sólo íbamos a cenar fuera en circunstancias especiales, sobre todo si era a un restaurante con manteles y servilletas de tela. Por eso disfruté de pertenecer a ese mundo. La gente que trata mal a los camareros se merece un lugar especial en el infierno porque ellos están allí para que tengas una buena experiencia.

Cuando va a cenar fuera, ¿le da consejos al que le atiende?

No. No me gusta decirle a la gente cómo tiene que hacer su trabajo, pero dejo muy buenas propinas. Voy muy a menudo a comer a restaurantes, porque filmo mucho fuera de Los Ángeles y muchas veces tengo hermosas conversaciones con los camareros, porque tienen tiempo, son locales y saben lo que vale la pena visitar allí, aunque claro, cuando están muy ocupados no quiero molestarles mucho.

Cuando trabajaba de camarero, ¿alguna vez atendió a un director famoso?

No, pero cuando vivía en St. Louis una vez atendí a Kevin Kline, a su padre y a su hermano, que son todos de allí. Me trataron muy bien y me dejaron una muy buena propina, pero yo no les dije que era actor. Simplemente les tomé la comanda, le dije a Kevin que era fan y eso fue todo. En Los Ángeles nunca me tocaron muchos famosos.

¿Continuar su carrera después de ganar premios y de ser el símbolo de un éxito como 'Mad Men' le está resultando más duro de lo que fue lograr entrar en la industria?

Es diferente. No se si es más duro. Tampoco sé si lo estoy haciendo bien, pero es distinto. Cuando tienes éxito en algo, simplemente pasas a una piscina más grande en donde debes nadar junto a los peces mayores. Quince años atrás yo competía con los actores que trataban de conseguir un papel en el capítulo piloto de una serie, y ahora compito con los que tienen muchos más premios que yo y a un nivel mucho mas grande, donde pesan la fama a nivel internacional y el reconocimiento que tengas. Aunque yo también tengo mi cuota, tengo muy claro el lugar que ocupo. Cuando pienso en estrellas de cine, a mi mente vienen nombres como Brad Pitt, Johnny Depp, Ben Affleck, Matt Damon o Christian Bale. Esos son sólo unos pocos. Y los papeles no abundan. Además, hay muchas estrellas jóvenes que están llegando en este momento a la cima, que son héroes del cine de acción y que tienen su lugar en las franquicias, con las que también tengo que competir.

¿Siente que la vida le ha compensado por lo dura que fue su niñez?

No estoy seguro. Sólo se que no hay ninguna garantía con respecto a lo que vas a conseguir. Por eso hay que trabajar muy duro para obtenerlo. Una cosa es el karma, pero la realidad es que nadie te debe nada. Todo lo que he obtenido es el resultado de mucho trabajo y sacrificio. Y esa, creo yo, es la forma en que se consiguen las cosas.