Cuando a principios de la década de los noventa Salma Hayek decidió abandonar su situación de protagonista de telenovelas de Televisa, en el competitivo mercado mexicano, para probar suerte en el incierto mundo de Hollywood, muchos pensaron que había perdido la cabeza. Con menos de 1,60 metros de estatura, un fuerte acento al hablar inglés y un rostro que no necesariamente coincidía con el ideal físico de la mujer latina que tenía la industria norteamericana, pocos veían a esa chica de 25 años con posibilidades de triunfar.

Es cierto que los primeros tiempos fueron difíciles y que tuvo que conformarse con papeles secundarios, hasta que el texano Robert Rodríguez le dio su primera gran oportunidad como coprotagonista de 'Desperado', pero una vez que logró que los ejecutivos de los estudios se fijaran en ella, abrió las puertas del gran cine de una patada, y se convirtió con el tiempo en la nueva sensación del cine estadounidense.

No satisfecha con eso, la nativa de la ciudad portuaria de Coatzacoalcos, en Veracruz, rompió otra vez moldes cuando decidió contar en el cine la historia de la pintora Frida Kahlo, con ella, lógicamente, como protagonista. Como productora, no sólo consiguió el dinero para filmarla, sino que además lo hizo todo muy bien. El filme ganó dos premios Oscar, a la mejor música original y al mejor maquillaje, y obtuvo además otras cuatro nominaciones, incluyendo una para ella como mejor actriz, un reconocimiento que repitió en los Globos de Oro, los premios Bafta y los del sindicato de actores.

"Si alguien me hubiera dicho que a los 50 iba a estar felizmente casada, me hubiera sorprendido, porque me daba miedo el 'para toda la vida', y ahora es lo que más desearía"

Su espíritu inquieto volvió a mostrarse cuando compró los derechos norteamericanos de la exitosa telenovela colombiana 'Yo soy Betty la fea', para transformarla en Betty, la comedia televisiva que emitió la poderosa cadena ABC cuatro temporadas. Con ella ganó tres Emmy y el Globo de Oro a la mejor serie de comedia, y obtuvo además numerosas candidaturas a ambos premios, transformando de paso la imagen de las mujeres latinas en la conservadora televisión abierta de Estados Unidos.

No son pocos logros en los 26 años que han pasado desde que llegó a Los Ángeles, pero sin embargo, cuando se le pregunta a Hayek, sentada en posición de yoga en una lujosa suite del hotel Four Seasons de Beverly Hills, qué es lo que más le sorprende de lo que le ha deparado la vida desde que se marchó de México, la actriz responde sin pestañear: "Mi marido".

La respuesta descoloca al periodista, pero enseguida se explica: "Es que él es perfecto y por eso todavía me sorprendo. Llevo 11 años con él y me parece que es una persona tan diferente a mí y sin embargo es la perfecta contraparte de quien yo soy. Si alguien me hubiera dicho a los veintipico que a los 50 iba estar felizmente casada me hubiera sorprendido, porque a mí me daba miedo eso de 'para toda la vida'. Y con él no me da miedo. Es lo que más desearía, que me pudiera quedar con él para siempre. Eso quizás es lo que más me sorprende, que me fuera yo a casar, número 1, con un francés; 2€ a mí me gustaban más bohemios€ Que fuera una persona que no tiene nada que ver con lo que yo hago y que estuviera yo tan contenta después de tantos años, eso es lo que más me llama más la atención y por lo que más me siento afortunada".

Hayek, que este septiembre cumplirá 51 años, incluso concede que mientras que en su carrera artística no se conformó hasta obtener lo que buscaba, nunca fue así en su vida personal: "Siempre he tenido esa sed de evolución y de crecimiento interno y profesional, pero esto de que te toque el hombre perfecto, no tiene nada que ver con que siempre buscas algo mejor porque uno nunca sabe. Eso sí para mí ha sido ines­perado y por eso me pellizco todos los días", revela.

Ciertamente, su matrimonio con François-Henri Pinault, el presidente y mayor accionista del grupo Kering, propietario de Gucci, Balenciaga, Yves Saint Laurent, Puma y Bottega Veneta, entre muchas otras marcas internacionales de primer nivel, transformó su vida para siempre. Primero llegó Valentina -la única hija de Salma, que pronto cumplirá los 10 años- en una maternidad tardía que modificó completamente sus prioridades. Durante dos años, desa­pareció por completo de las carteleras, y cuando regresó, lo hizo con papeles de reparto. Se mudó a París y, recientemente, a Londres, para acompañar a su marido, aunque nunca dejó definitivamente Los Ángeles, donde aún mantiene una casa, además de las que tiene en Francia, Inglaterra y una hacienda en algún lugar de Estados Unidos que no revela.

Mientras Valentina crecía, la actriz eligió con mucho cuidado sus papeles. Como una colaboración con Oliver Stone en 'Salvajes', doblajes de películas animadas, su primer coprotagonismo en años en la comedia 'Peso pesado' y un retorno al cine de acción en el 2014 con 'Everly', en la que Salma demostró un estado físico admirable pero que no logró una buena audiencia.

Ese mismo año fue el estreno de 'El profeta', una notable adaptación del poema de Khalil Gibran que produjo y en la que prestó la voz al personaje principal en su versión original, además de coprotagonizar 'El marido de mi hermana' junto a Pierce Brosnan. Al año siguiente fue otra vez protagonista en 'El cuento de los cuentos' de Matteo Garrone, que compitió en Cannes por la Palma de Oro, así como en 'September of Shiraz', que no llegó a estrenarse en los cines norteamericanos ni españoles.

La suerte de Salma Hayek en el cine comenzó a cambiar el año pasado, cuando llegó a los cines 'La fiesta de las salchichas', una comedia animada subida de tono en la que prestó su voz en la versión original a uno de sus personajes más populares. El filme, para el que improvisó dando rienda suelta a su sentido del humor, recaudó 120 millones de euros en todo el mundo. "Siempre supe que podía ser divertida", sostiene Hayek sobre su ya vasta trayectoria como comediante, pero, afirma, "en mis inicios nadie nunca me dio la oportunidad". "Intenté hacer comedia toda mi vida -asegura- pero no me daban papeles y cuando me metían en una comedia, no voy a decir quién o cuándo, me acuerdo que empezaba yo a hacer unas cosas de las que se reían y decían: '¡Corten! Tú no puedes ser chistosa, el chistoso tiene que ser él. Tú, bonita, tonta y hablando rápido'".

"Le dije a Valeria Golino: ´¡Qué raro que estemos trabajando tanto! ¿Por qué crees que es?´, y dijo algo que puede ser cierto: 'Porque no nos hicimos nada en la cara, no nos vemos como las demás'"

Fue en enero, durante el prestigioso Festival de Sundance, cuando comenzó a quedar claro que la actriz había comenzado el año con el pie derecho. Su primer papel protagonista desde el 2015, 'Beatriz at Dinner' (Beatriz en la cena), fue recibida con entusiasmo por los críticos y adquirida allí mismo por la pequeña distribuidora independiente Roadside Attractions. En el filme, encarna al personaje del título, una masajista que tras atender a una clienta de mucho dinero es invitada a pasar la noche en su casa después de que se le averíe el coche. La cosa adquiere otro tono cuando además le ofrecen participar en una cena íntima a la que asistirá un multimillonario encarnado por John Lithgow, que se parece notablemente a Donald Trump, y con el que ella se da de narices. A día de hoy, el filme se ha convertido en un sólido éxito para una película independiente, con siete millones de dólares obtenidos en la taquilla local y rumores de que Salma Hayek podría ser candidata otra vez al Oscar.

La buena racha continuó en abril con el estreno en Estados Unidos de 'How to Be a Latin Lover', un nuevo intento del mexicano Eugenio Derbez por repetir al otro lado de la frontera la enorme respuesta que siempre ha tenido en su país. En este filme, Hayek hizo de hermana del protagonista y se dio el gusto de improvisar buena parte de sus escenas con Derbez, cuyo primer filme como director, 'No se aceptan devoluciones', mantiene aún el récord de ser el más taquillero entre los estrenados en Estados Unidos en lengua castellana.

Si tres películas en un mismo año es algo inusual en la trayectoria reciente de Salma Hayek, para cuando concluya el 2017 los estrenos en Estados Unidos habrán sido cinco: en diciembre llegará 'Drunk Parents', una comedia que coprotagoniza Alec Baldwin, con quien ya trabajó en 'Rockefeller Plaza', y ahora estrena 'El otro guardaespaldas', donde encarna a la esposa de Samuel L. Jackson, una mujer de armas tomar que pasa sus días tras las rejas.

Aunque sus escenas son pocas, el público se queda con ganas de ver más de su personaje, algo que probablemente ocurra si el filme tiene suficiente suerte como para asegurar una segunda parte. "Yo también me quedé con ganas de más", confiesa Hayek y agrega en su típico estilo coloquial: "No sabes lo que sufrí, y lo mismo Patrick (Hughes, el director), cuando no había más Sonia. Casi lloramos. La verdad es que acepté participar en la película porque era fácil para mí, se filmaba en Londres, donde vivo, eran sólo un par de días y soy muy amiga de Ryan (Reynolds) por su esposa, Blake Lively. Además, he trabajado muchas veces con uno de los ejecutivos de la película. Él me llamó y me dijo: 'Mira, es un papel muy chiquito pero necesito que me hagas este favor porque hace falta que desarrolles un personaje que sea completamente inolvidable. A ver qué te inventas porque en la película todo gira alrededor de este personaje. Si el público no cree en la relación entre ella y Samuel, que además no están juntos, puede que la película se nos caiga'".

"El personaje, originalmente, -continúa- era una irlandesa y estaba muy bien escrito. El guión estaba muy bien, pero el papel de Sonia no estaba muy desarrollado porque, ¿qué haces con tres o cuatro escenas? También adoro a Sam Jackson y estaba contenta de trabajar con él. Cuando hablé con Patrick le dije: 'Mira, ya hablé con Sam, esto es que lo que él va a hacer, vi el guión, yo me voy a inventar este personaje alrededor de él para que gire todo sobre la relación'. Le empecé a contar y él se moría de risa. A todo me dijo que sí. Para mí fue muy fácil. Vamos, nunca pensé ni siquiera que la iba a promocionar. Me dije: 'Voy dos días a filmar', y casi lloro cuando se acabó mi papel. Me encantó este personaje. Y bueno, ahora la estoy promocionando porque cuando hicieron los tests de la película, resultó ser uno de los personajes que más gustan y si se hace la segunda parte, que todos estamos con los dedos cruzados, yo más que nadie, ¡ay, vuelvo a ser Sonia!".

Si se hace una secuela, ¿quiere hacer escenas de acción?

Habrá mucho más que eso€ No me preparé para las escenas de acción de la película, las iba a hacer una doble. Todo cambió cuando vi que el coordinador de las escenas de riesgo y uno de los dobles era gente con la que ya había trabajado. Yo siempre hice todo, pero en este caso trajeron a la doble dando por hecho que no iba a hacer nada y me sentí un poco rara. Entonces dije: "No, sabes qué, déjame intentarlo", y al final lo hice todo como siempre. Sam Jackson, él es supertranquilo; viene, disfruta, se relaja, le encanta su trabajo, se ríe€ ¡No hace ni una sola escena de riesgo! ¡Nada! Hizo sólo la escena de la lancha. Todos los golpes, los moratones, se los lleva otro. Y hablando con él me dijo algo que tiene razón: "Mira, tu cuerpo te va a durar más y tu carrera la vas a disfrutar más si dejas de tratar de meterte en eso para lastimarte y le das trabajo a otra persona". Entonces, no sé, a lo mejor haré alguna cosa pero no todo.

Porque también una cosa es hacerlo en 'Abierto hasta el amanecer,' cuando tenía 28 o 29 años y otra cosa ahora...

No, no, espera, que yo levanto la pierna hasta acá. Lo hice todo, aparte que no lo preparé, ni ensayamos, era en ese momento. '¿Puedes hacer esto?'€ ¡Lo podía hacer todo! Hace tres años hice 'Everly', una película de acción y lo hice todo yo. Si se hace otra, a ver cuándo y a ver qué tengo que hacer, pero poder, puedo. Donde noto la diferencia es al día siguiente. Dos días después te duele todo. Hago yoga y por eso puedo hacer muchas cosas que te sorprenderían€

A pesar de los éxitos, Salma Hayek no parece particularmente entusiasmada con la idea de trabajar más, y hasta se molesta un poco cuando se le pregunta qué es lo que cambiará ahora que todo el mundo la quiere en sus proyectos. "Pues nada", sostiene. E insiste: "Yo no puedo trabajar más que cuando son las vacaciones. Realmente, sólo puedo hacer una película al año, porque nunca me separo de mi hija más de dos semanas. He tenido que pasar de algunos buenos proyectos por eso. Este año tuve suerte porque son papeles pequeños, lo que me da la oportunidad de poderlos hacer. Mi carrera ni siquiera es mi prioridad. La verdad es que yo, después de tener a la niña pensé que no iba a trabajar más. Me hubiera quedado muy tranquila, pero ahora se me presentan estas oportunidades. Todo lo que llegue ahora ya es ganancia, porque estoy contenta con mi vida independientemente de lo que haga como actriz. Con lo que venga estoy contenta".

"El mayor privilegio que te da el tener dinero es no tener que pensar en él. Conozco la diferencia, porque fui rica y luego pobre, y ahora soy muy afortunada por tener un esposo que es rico"

Hayek recuerda que cuando comenzó a trabajar, las actrices no lograban superar la barrera de la edad: "No pasaban de los 30, a veces los 35, y se cambiaban la edad", comenta risueña. Y luego reflexiona sobre su popularidad a los 50: "Una de mis mejores amigas es italiana, Valeria Golino, que también está trabajando mucho en Europa. Una vez estábamos cenando y le digo: '¡Qué raro Valeria que estemos trabajando tanto! ¿Por qué crees que nos pasa ahora?', y me dijo una cosa que puede ser muy cierta: 'Porque no nos hicimos nada en la cara, entonces podemos seguir trabajando en las diferentes edades, no nos vemos como todas las demás; tú te ves como una persona común y corriente'. Pienso que a lo mejor tiene algo de razón. Muchas actrices se hacen cosas en la cara pero tampoco las contratan porque se ven demasiado jóvenes o se las ve demasiado retocadas", sugiere.

Salma Hayek reconoce que le resulta difícil limitarse a disfrutar de su situación privilegiada, por más que ya haya logrado todo lo que alguna vez se propuso. "No me falta nada y, sin embargo, me queda mucho por hacer. Soy supercreativa, así que nunca se me van a acabar los proyectos. Por eso estoy volviendo a retomar un poco la producción. Este año voy a empezar a trabajar en eso otra vez y probablemente voy a trabajar como actriz un poco menos", promete. "Lo cierto es que ahora siento una gran libertad, porque imagínate la frustración cuando sabes que hay tantas cosas que puedes hacer y que nadie te lo permite. Me siento muy cómoda con el momento que estoy pasando", declara. Y admite que parte de esa sensación tiene que ver con su estabilidad económica y familiar. "El mayor privilegio que te da el tener dinero es no tener que pensar en él. Conozco la diferencia, porque fui rica y luego fui pobre, y ahora soy muy afortunada porque tengo un esposo que es rico, algo de lo que él prefiere no hablar. Pero lo más importante es que estamos perdidamente enamorados el uno del otro. Y cuando encuentras a un buen compañero, no quieres salir de tu casa. Quieres hacer todo con él. Y en ese sentido, no nos falta nada para tener todo lo que necesitamos", dice con la felicidad pintada en el rostro.