Una mirada poco atenta puede dar la sensación de que en las pasarelas internacionales no se presenta moda para una mujer real, con una vida cotidiana convencional y actividades que requieran una ropa moderna, pero cómoda y discreta. Es poco menos que imposible para mujeres que no tienen una imagen pública que mantener o que no se pasan el día de fiesta en fiesta, ponerse los modelos que suelen aparecer en los medios de comunicación. Así que no resulta extraño que a menudo pregunten a los habituales de las pasarelas: "Pero, y eso, ¿quién se lo va a poner?", refiriéndose a algún traje especialmente espectacular o vanguardista, y convencidas de que es la única oferta de las firmas de moda con más reconocimiento.

En parte tienen razón, pero no del todo, ya que, junto a modelos de ensueño, extravagantes y, ¿por qué no decirlo?, raros incluso, que se muestran en muchos desfiles, hay otras muchas propuestas en las que la realidad se impone a la fantasía.

Son las que finalmente acabarán, en su versión de firma o en otras más anónimas, en los escaparates de las tiendas y las que finalmente se impondrán en la calle. A menudo puede dar la sensación de que las colecciones de pasarela son sólo aptas para mujeres con vocación de fashion victims, de cuerpo tan delgado y esbelto como el de las modelos, para las realmente atrevidas y libres de complejos o las que tienen una agenda repleta de festejos y acontecimientos. El porqué hay que buscarlo en la selección de imágenes que hacen los profesionales de los medios, que buscan las que resulten más atractivas e innovadoras y las que más llamen la atención.

Con esas colecciones, los creadores no sólo quieren expresar sus ideas, sino ganarse un espacio relevante en los medios que les proporcione la necesaria publicidad para vender todo tipo de artículos, como perfumes y complementos o ropa para la casa, y les sirve, además, para definir la imagen de marca que quieren proyectar. Pero otras muchas firmas se centran en ropa con sentido comercial y más fácil de vender. Evidentemente, suele ser menos vistosa, pero más real, pensada para mujeres que quieren vestir a la moda, con un toque chic, pero con discreción y comodidad.

Lo ideal es que exista un equilibrio entre la innovación y la moderación. Una ropa que permita llevarla en actividades tan cotidianas como ir a trabajar, salir con los amigos, ir al cine o de compras, sin llamar excesivamente la atención. No se trata tampoco de repetir los esquemas sin aportar nada nuevo: existe la posibilidad de dar un valor añadido a un básico, añadiendo detalles, con tejidos vistosos, combinando con gracia los colores o jugando a hacer contrastes poco habituales entre prendas y tonalidades. Estos básicos suelen seguir, a grandes rasgos, las tendencias: el ambiente de los años 50 con el que tanto se ha jugado esta temporada, aparece en los vestidos de estampados florales con el talle suavemente ceñido con cinturones estrechos; los pantalones muy amplios y con pinzas o los ajustados y tobilleros, de talle alto.

Los trajes sastre, no necesariamente con chaqueta y pantalón a juego, son un clásico muy versátil, que tanto puede valer para ir a trabajar en caso de una profesión liberal u otro empleo que requiera cierta formalidad, como para salir a tomar una copa o de cena si se sustituye una camisa masculina por una blusa con algún adorno más festivo, por ejemplo. Los zapatos también ayudan, y un conjunto puede adoptar un estilo completamente distinto si se lleva con un zapato plano, de tacón, con deportivas o con botas.

Los abrigos cortos son convenientes si se apuesta por la estética mod, que se define asimismo por los pantalones pitillo acompañados de chaquetas tipo levita. Si estas se acompañan con una falda por debajo de la rodilla y con algo de vuelo, se obtendrá un efecto vintage al estilo de los años 40.

Los shorts que reinaron el pasado verano se han vestido de invierno con tejidos de sastre y, aunque no se recomiendan a todas las mujeres, cuando no son ni excesivamente cortos ni demasiado ajustados resultan muy juveniles y actuales. Igual que lo hacen las faldas ligeras y muy femeninas al combinarlas con un jersey grueso y largo de punto artesanal. Las más atrevidas pueden recurrir a un toque personal sobreponiendo unos calcetines cortos, que se pueden llevar incluso con zapatos de tacón, encima de las medias.

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