"Hay un tipo de amor en la vida que es para siempre, que permanece en el tiempo", así lo cree Ana Locking, que ha pertrechado una colección con prendas que evocan su faceta más romántica, mientras que Amaya Arzuaga ha convertido los gélidos diseños de Eero Saarinen en delicados vestidos tridimensionales.

"Es importante recordar que todo lo que hay en la vida es caduco, la muerte lo hace en momentos puntuales, y eso, irónicamente, nos hace valorarla", señala Locking a Efe, que se ha dejado guiar por esta reflexión en "Foreva", una de las colecciones más destacadas hoy en la segunda jornada de la Madrid Fashion Week.

Medio centenar de salidas, una decena de hombre, han dibujado un minucioso retrato de la compleja reflexión de Locking, la candidez marcada de una falda con volantes rosa, acompañada por una blusa nude, era confrontada por el naranja butano de un sinuoso vestido en tela plisada.

"Hay cuatro trajes naranjas, son señales de advertencia, momentos en que algo pasa y la vida te da un vuelco", advierte.

Con ese afán romántico, Locking ha recuperado tejido ricos, como el "chantilly" con el que ha confeccionado vestidos cóctel, con superposición de flores, cortadas a tijera.

Románticos también han sido los coquetos volantes que adornan una falda teñida en rosa empolvado así como los pequeños lazos que adornaban sus bolsos.

La burgalesa Amaya Arzuaga ha tomado el testigo romántico, con una exhibición de vestidos de volúmenes imposibles, inspirados en los edificios del Eero Saarinen.

Los delicados volúmenes del arquitecto finlandés han elevado los volúmenes de cuellos, mangas y faldas, hasta desdibujar, en algún caso, la silueta tradicional del vestido.

"Es mi colección más romántica, he trabajado tejidos muy tecnológicos y los he acompañado con tules y neopreno", detalla la diseñadora, que en esta ocasión ha presentado superposiciones, volantes y plisados, para delimitar la silueta.

Tras años desfilando en París, Arzuaga ha vuelto a desfilar en Madrid con su primera línea comercial, y prueba de ello son piezas de volumen elevado como una pieza construida en tres colores y en tres tejidos distintos.

Entre nude, negro, verde agua y un potente amarillo, la diseñadora burgalesa ha reconocido que, desde la llegada de la crisis, sus ventas en España se han incrementado, China, Singapur y los países árabes, son en cambio sus mercados más potentes.

De los patrones románticos de Ana Locking y Amaya Arzuaga, la pasarela ha virado hacia los bloques de color de Juanjo Oliva, que ha reservado su desfile en la programación de la FashionWeek Madrid para Elogy, la línea que firma para El Corte Inglés, porque tras un periodo "confuso", está a la búsqueda de un modelo de negocio que haga viable su trabajo de alta costura.

El creador madrileño cree que el sector de la moda está "saturado" y "algo disperso", por eso ha optado por concentrar su propuesta en una colección de 25 vestidos, la pieza "fetiche" que le ha acompañado a lo largo de su carrera.

"Odio tres palabras en el mundo de la moda: low-cost, tendencia e inspiración", dice Oliva a Efe, que prefiere hablar de "creatividad", y bajo esta premisa ha arrancado su desfile con cuatro vestidos de vistosas rayas, uno de ellos con efecto plisado.

Un círculo cromático que comienza en negro y acaba en blanco ha guiado la propuesta de Oliva, pasando por tonos azul pato, verde lima, verde pradera, berenjena, amarillo limón y naranja teja.

Con un uso de la paleta cromática en su vertiente más emocional, el creador ha construido vestidos de noche de líneas depuradas y limpias, con cortes muy racionales, valiéndose del popular algodón en distintos acabados, seda, elastán o punto, para hacer "accesible" las prendas, que no superan los 200 euros.

Hannibal Laguna, más romántico de lo habitual e influenciado por la cultura española y la tauromaquia, ha creado "Azabache", una serie de vestidos de noche que exhalan costura clásica, de manufactura artesanal, armados con tul, pedrería, encaje y tejidos nobles.