"Esto se solucionaba con una guerra como se hacía antes". Oí de manera involuntaria esta frase, quizá porque la pronunciara en voz más alta. Ya no hizo falta que gritara para que yo le escuchara a pesar del ruido del autobús. "Moría la mitad de la población y asunto concluido".

Hay otras formas de matar más placenteras. Una compañía tabaquera se atrevió a defender el uso de tabaco porque no sólo proporciona buenos ingresos al Estado, además se deshace de muchos ciudadanos, especialmente los ancianos, tan costosos.

El tabaco es la primera causa de muerte en el mundo. Se calcula que pronto matará a 10 millones cada año.

Los mayas fumaban tabaco envuelto en hojas de maíz al menos en el siglo I antes de Cristo. Fueron los indios Arawaks los que se lo ofrecieron a Colón. Hasta finales del siglo XIX la costumbre de fumar estaba poco extendida. Entonces el tabaco se mascaba o aspiraba. Era muy enojoso liar un cigarrillo, además, la hoja se curaba de una manera tal que al quemarla producía un humo insoportable. Todo empezó a cambiar con la tecnología.

Mientras los niños y mujeres en las fábricas de tabaco liaban sólo 300 cigarrillos al día, con la máquina que inventó Bonsack en 1880 se podían producir más de 100.000 al día. La firma Duke e hijos instaló en 1884 dos máquinas en Carolina del Norte con lo que pudieron producir 744 millones de cigarrillos al año. En 1885 se inventaron los fósforos de seguridad. Pero todavía a finales del XIX se fumaba menos de una cajetilla por persona y año. Hacía falta algo más y esta vez sí que fue la guerra.

Cómo las compañías tabaqueras convencieron a los gobiernos para que incluyeran en la ración diaria de comida de los soldados una cajetilla de tabaco, no lo sé. El caso es que los supervivientes, esa guerra fue muy cruenta, regresaron colgados del cigarrillo. Treinta años más tarde explotó la epidemia. Muchos de los que habían sobrevivido a las bombas, disparos, accidentes y enfermedades, murieron víctimas del tabaco.

Pero había muchas generaciones que todavía no eran adictas. Las compañías tenían que hacer algo más, y una guerra cada 10 años sería una forma exagerada de captar clientes. Ahí tuvieron dos aliados.

La publicidad, que se había conseguido una madurez extraordinaria en pocos años, y los gobiernos. Los ingresos por impuestos al tabaco aumentaron desde unos 13 millones de dólares en 1910 a cerca de 5 mil millones en 1970.Y en la difícil década de los 30 en Alemania, el tabaco era el 8%de todos los ingresos estatales. En la China de hoy, los ingresos impuestos al tabaco constituyen el 10% del total.

Además la compañía tabaquera más importante es propiedad del Estado, como ocurría en España hasta no hace muchos años. «Y mientras fumo mi vida no consumo » dice equivocadamente el tango que cantaba Sarita Montiel. Es cierto que «es un placer» creo que no tan sensual como el que proporcionan otras drogas, como la heroína. La nicotina lo que hace fundamentalmente es ajustar el temperamento y mejorar la alerta. Uno es capaz de tolerar mejor las vicisitudes, quizá por eso se aficionaron tanto al tabaco los soldados en las trincheras.

Ya en el siglo XVIII algunos médicos percibieron sus efectos malignos: el cáncer de nariz en los que usaban rape que notó el inglés Hill o el de labio en fumadores de pipa apreciado por el alemán Sommering. En el XIX un francés, Boussin, observó que de 68 casos de cáncer de labio, 63 fumaban. Fíjense que todos eran cánceres de cavidad oral porque se inhalaba poco el humo y porque eran más visibles.

Entonces el cáncer de pulmón era raro y no se había inventado la radiografía para explorar los órganos internos.

La bomba explotó en la década de los 50, tras el largo periodo de incubación que precisa el humo de tabaco para causar cáncer de pulmón. Varios estudios en diferentes partes del mundo demostraron una asociación estadística entre fumar y cáncer. La crítica científica decía: cómo es posible que haya tantos fumadores sin cáncer de pulmón y que algunos que lo sufren no fumen.

No es lo que ocurría con los agentes infecciosos, la referencia inexcusable para la causalidad. Eso obligó a la ciencia médica a modificar la forma de pensar. Hoy se habla de asociaciones estadísticas y de factores de riesgo porque no siempre su presencia es necesaria ni suficiente.

El tabaco es hoy la primera causa de enfermedad y muerte en el mundo. Evitaríamos mucho dolor y muerte si no se fumara.