El cáncer de páncreas es el tumor más difícil contra el que luchar. Sus índices de mortalidad se elevan al 95 por ciento. En los últimas décadas, la investigación y los avances médicos y científicos han aumentado los índices de supervivencia de forma nítida, pero en el caso del cáncer de páncreas los datos están muchísimo más estancados.

Alrededor de unas 6.300 personas son diagnosticadas de cáncer de páncreas cada año en España, una enfermedad con muy mal pronóstico y que supone, según expresaron en noviembre pasado diversos expertos con motivo del Día Mundial, "el gran tema pendiente" en el mundo de la oncología.

"El cáncer de páncreas supone una emergencia sanitaria", dijo entonces y subrayó en febrero al presentar la ACANPAN el doctor Alfredo Carrato, jefe del servicio de oncología médica del hospital madrileño Ramón y Cajal.

"Estamos en el cáncer de páncreas como estábamos hace 15 años con el cáncer de colon, señaló Carrato, quien también resaltó que "a pesar de su alta mortalidad, no hay conciencia político social, ni inversiones para investigar cómo abordar eficazmente este problema sanitario de primer orden".

Los pacientes de este cáncer apenas sobreviven un año y desde que tienen lugar los primeros síntomas hasta su diagnóstico transcurre una media de nueve meses, lo que retrasa el tratamiento; además, un 25 por ciento de los pacientes está sin diagnosticar, especialmente aquellos con edades más avanzadas.

Los síntomas iniciales de este tipo de cáncer son inespecíficos y el 85 por ciento de los pacientes tienen metástasis en el momento del diagnóstico.

El páncreas se ubica detrás del estómago y su función es producir enzimas que ayudan a la digestión de grasas, carbohidratos y proteínas; su localización tan complicada lo hace inalcanzable en una revisión de rutina, otro de los factores que hacen más compleja su detección precoz.

Otro elemento que se interpone entre la enfermedad y un pronto diagnóstico es que aún no se han encontrado causas concretas por las que puede surgir; entre la información que se tiene, muy general, es que suele presentarse entre los 60 y 80 años y que su incidencia es prácticamente igual en hombres que en mujeres.

Algunos factores de riesgo que apuntan los especialistas son: antecedentes familiares de carácter pancreático; haber padecido pancreatitis, diabetes u obesidad; o síndromes genéticos como el de Lynch. El consumo de alcohol y tabaco también se relaciona con este tipo de cáncer.