Un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Estado de Oklahoma (Estados Unidos), y presentado en la convención anual de la Asociación Americana de Psicología, ha demostrado que los castigos a los niños pueden ser efectivos si se realizan de forma correcta.

Para alcanzar esta conclusión, los científicos entrevistaron a 102 madres a las que les pidieron que narraran cinco ocasiones en las que habían castigado a sus hijos por haber pegado, lloriqueado, desafiado o no escuchado.

Tras analizar todos los datos, comprobaron que la táctica más eficaz para mejorar un comportamiento de forma inmediata, independientemente del tipo que fuera, era ofrecer al menor que se comprometiera a algo.

Cuando lloriqueaban o intentaban llegar a una negociación con la madre, lo más efectivo era el razonamiento; mientras que los castigos eran más eficaces que el razonamiento cuando el niño actuaba en actitud desafiante o pegaba.

Ahora bien, a largo plazo, pedir que adquieran un compromiso a los niños que pegaban o se mostraban desafiantes no era una estrategia eficaz, aunque sí que cambiaban su actitud cuando se intentaba razonar con ellos. Los castigos mejoraron el comportamiento a largo plazo, pero sólo de los niños que desafiaban a los mayores.

En este sentido, los expertos han aconsejado decir a los menores el castigo que se van a llevar si se comportan de una determinada forma o, incluso, acudir a terapias de comportamiento infantil porque ayudan tanto a los padres como a los niños.