Se estima que entre el 10 y 20 por ciento de la población adulta presenta en mayor o menor medida síntomas relacionados con el ojo seco. El ojo seco es una enfermedad muy frecuente en la que la superficie ocular no se encuentra correctamente protegida por la lágrima, bien por un déficit en la cantidad o un trastorno de la calidad de la lágrima.

Según explica el doctor Enrique Santos-Bueso, especialista de la Unidad de Neurooftalmología del Hospital Clínico Universitario San Carlos de la Comunidad de Madrid, son muchos los síntomas que puede referir un paciente con ojo seco, pero los más frecuentes son irritación, escozor, sensación de sequedad, sensación de cuerpo extraño, aumento del lagrimeo.

"Esto se produce como consecuencia de la hiper-producción refleja de lágrima cuando, por mala calidad, la existente no protege la superficie ocular. En algunos casos, puede dificultar la visión y el paciente refiere una mejoría de ésta tras parpadeos repetidos. La mayoría de los síntomas de ojo seco se acentúan a lo largo del día y son más intensos por la tarde-noche", explica el especialista.

En los casos más graves puede disminuir la visión, puesto que la lágrima, además de su función trófica para la córnea, tiene también una función óptica, ya que regulariza la superficie corneal y mejora la calidad visual. En estos casos más avanzados, puede aparecer también dolor por las alteraciones epiteliales que aparecen secundariamente a la deficiencia de lágrima.

Un trastorno que aumenta con la edad

No siempre existe una causa reconocible de ojo seco. Su prevalencia aumenta con la edad, y es más frecuente en mujeres menopáusicas, en relación a los cambios hormonales. En algunas ocasiones, se puede identificar alguna patología sistémica que produce el ojo seco, como el Síndrome de Sjögren (que asocia sequedad en boca y otras mucosas), la artritis reumatoide u otras enfermedades autoinmunes. Algunos medicamentos pueden producir ojo seco, entre ellos se incluyen algunos antidepresivos, ansiolíticos, antihistamínicos, diuréticos, etc.

La patología de la glándula lagrimal y/o de su sistema secretor también es causa de ojo seco con deficiente producción de lágrima. Los portadores de lentes de contacto pueden presentar con frecuencia una clínica de ojo seco y, en ocasiones, este cuadro va a ser una de las causas fundamentales de intolerancia a las mismas.

Las alteraciones del parpadeo, son también causa frecuente de ojo seco como en el denominado síndrome de las pantallas de visualización, este síndrome se produce por la disminución en la frecuencia de parpadeo producido en las personas que deben pasar muchas horas delante de pantallas de ordenador y televisión.

Por último, la disminución de la humedad ambiental provocada por la calefacción o el aire acondicionado incrementa la evaporación lagrimal, y puede provocar la aparición de ojo seco o agravar la sintomatología ya existente.

Un trastorno que se controla pero sin cura

Para diagnosticar el trastorno el oftalmólogo realizará una serie de pruebas para confirmar el diagnóstico tras sospecharlo por sus síntomas. Con una serie de tinciones oculares evaluará el estado de su película lagrimal, y puede emplear una tira ('Test de Schirmer') para cuantificar la producción de lágrima.

La gran mayoría de los casos de ojo seco son formas leves o moderadas que no conllevan complicaciones, aunque sí molestias para el paciente. Sólo en algunos casos, el ojo seco puede ser grave y favorecer la presencia de lesiones en la córnea que pueden comprometer la visión.

El ojo seco no se cura, pero sí se controla. Por curación se entiende que el proceso desaparece completamente y por control, que los síntomas remitan y dejen de ser una molestia continua para el paciente, aunque permanezcan algunos de los signos que observamos en la exploración y que nos indican que el paciente puede volver a tener molestias si abandona o no cumple estrictamente el tratamiento o si vuelven a aparecer factores externos desfavorables, aunque en ocasiones ocurre sin que haya una causa clara.

"Sin embargo, aunque el ojo seco no se cure, si se realiza el tratamiento de manera correcta, los síntomas mejorarán la mayor parte del año, permitiendo una vida totalmente normal", señala Santos-Bueso.