En los últimos años ha habido una gran confusión en la población sobre los efectos de determinados tipos de grasa en la dieta. Químicamente hablando, las grasas son compuestos orgánicos formados por carbono, hidrógeno y oxígeno.

Lo cierto es que el exceso de grasa en la dieta tiene un efecto perjudicial para la salud, ya que se produce un aporte de energía demasiado elevado que, si no se gasta (por ejemplo, en forma de actividad física), se acumula conduciendo a la obesidad y favoreciendo la aparición de enfermedades como las cardiovasculares.

Su función principal es energética, proporcionando 9 kilocalorías por gramo de grasa consumida, el doble de las que aportan los hidratos de carbono y las proteínas (cada uno de estos nutrientes proporcionan 4 kilocalorías por gramo).

A la hora de hablar de los tipos de grasas, son las grasas trans las que más dudas provocan. Estas se obtienen a partir de las grasas insaturadas (consideradas las buenas) mediante la hidrogenación de aceites. Su consumo continuado aumenta el nivel de colesterol malo (LDL) y disminuye el colesterol bueno (HDL).

Por otro lado, está claramente demostrada la asociación entre la hipercolesterolemia y las enfermedades cardiovasculares. Se ha visto una relación directa entre el consumo de ácidos grasos trans y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, la cual es mayor si, además, el consumo de grasas saturadas es elevado.

Por todo ello, desde la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, se aconseja la reducción del consumo de grasas trans. Se recomienda utilizar preferentemente como grasas culinarias aceites vegetales monoinsaturados (aceite de oliva) y poliinsaturados (aceite de girasol, maíz, soja y cacahuete).

Dentro de una dieta equilibrada se sugiere que, en el perfil lipídico diario (aporte calórico de las familias de ácidos grasos a la energía total en porcentaje), los ácidos grasos saturados no superen el 7% de la energía total consumida, los ácidos grasos poliinsaturados estén entre el 7 y el 10% y los ácidos grasos monoinsaturados entre el 13 y el 18%.

¿Qué alimentos no tienen grasas trans?

Las grasas trans se obtienen a partir de las grasas insaturadas mediante la hidrogenación de aceites. El proceso de hidrogenación consiste en añadir hidrógeno a algunos aceites vegetales, con lo que parte de las grasas poliinsaturadas se transforman en saturadas. Así se modifica el aspecto de las grasas y se consigue alargar la vida del alimento en el que se incorporan estas grasas y mejorar su textura.

Para controlar la ingesta de grasas trans hay que buscar en la etiqueta si contiene grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenada. Así, se pueden encontrar en caramelos, galletas, helados, margarina, palomitas de microondas, pastelería industrial, y productos de bollería industrial.

Además, se encuentran en productos precocinados como empanadillas, croquetas, pastas o pizzas; además en salsas, aperitivos salados y dulces y muchos productos de comida rápida.

Ten en cuenta que la Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo de grasas trans en los alimentos inferior al 1 por ciento del aporte energético alimentario diario.