El tipo de dieta que se siga influye en el estado físico y psicológico de cada persona, ya que los alimentos no solo nutren al organismo sino también al cerebro, afectando también al estado de ánimo de cada uno, según ha explicado el psicólogo sanitario especialista en obesidad y sobrepeso del Instituto Centta, Alfonso Méndez Alegre.

El cerebro representa entre un 2 y un 3 por ciento del peso total corporal y un 20 por ciento en cuanto al gasto energético total, por ello es importante alimentarse adecuadamente y proporcionarle todos los nutrientes que necesita para funcionar.

"El combustible del cerebro se basa en oxígeno y glucosa, pero son necesarios otros nutrientes para mantener las funciones cognitivas como la memoria, el pensamiento, la concentración o la atención", ha informado el también miembro de Saluspot.

Una persona que está a dieta o sigue una alimentación desequilibrada puede experimentar insuficiencia de algunas vitaminas o minerales que pueden reflejarse en síntomas como la apatía, la desgana, los fallos de memoria, falta de atención, nerviosismo, cansancio y depresión.

En toda alimentación, los hidratos de carbono son imprescindibles, ya que son la fuente de energía del organismo. Son recomendables los complejos frente a los simples y una ingesta deficiente de estos puede provocar una hipoglucemia que, si es duradera, puede desarrollar falta de atención, nerviosismo, cansancio o irritabilidad.

Además, las proteínas, combinaciones de aminoácidos que forman las estructuras dentro del organismo, también son el soporte para la generación de neurotransmisores, como la serotonina, que regula los ciclos circadianos y el estado de ánimo.

El hierro es un mineral que juega un papel muy importante en el estado de ánimo, ya que interviene en la función y síntesis de algunos neurotransmisores. Un déficit puede provocar la disminución de la capacidad de concentración, de atención y de memoria, además de una bajada del rendimiento escolar o laboral.

Importancia de las vitaminas

Las vitaminas del grupo B son las que más influencia tienen en el funcionamiento del cerebro y todo el sistema nervioso. Un déficit puede ocasionar irritabilidad, falta de memoria y de concentración y depresión.

Asimismo, cabe recordar la importancia de los ácidos grasos, que son los encargados de transportar las vitaminas liposolubles, de la formación de las membranas de las neuronas y de los nervios. Además, intervienen en la creación de hormonas y su déficit puede deteriorar la membrana neuronal y provocar un enlentecimiento de los procesos cognitivos.