Algunos cálculos apuntan que, cada año, la venta ilegal de medicamentos a través de internet mueve unos 14.000 millones de euros. Lejos de frenarse, esta cifra va subiendo sin resuello. España absorbe el 14 por ciento de ese tránsito de dinero: casi 2.000 millones. Estos datos han hecho saltar todas las alarmas. El farmacéutico sotrondino Juan Roces resume que "se trata de un problema de salud pública". Especialmente, explica, porque buena parte de estos medicamentos que se adquieren sin receta y a páginas webs de dudosa fiabilidad vienen adulteradas.

"Lo mejor que puede pasarle a la gente que compra este tipo de pastillas es que sean agua, un placebo", asegura Roces. La mayoría de estos medicamentos hace viajes larguísimos. Generalmente llegan desde lugares como China o India, donde los controles son mucho más laxos. Y, encima, muchas de las píldoras están adulteradas. "Normalmente vienen recubiertas de arcilla o de cal", señala Roces. Las artimañas son cada vez más diversas, pero los efectos nocivos sobre la salud suelen ser comunes en todas esas estrategias.

¿Qué es lo que más se compra de forma ilegal a través de internet? Hay tres medicamentos que se llevan la palma. El primer puesto de ese ranking lo ocupan, con bastante diferencia sobre el segundo clasificado, la viagra y píldoras con efectos análogos y que sirven para tratar la disfunción eréctil. Le siguen algunos antibióticos, sobre todo los de uso ganadero y que el sector suele utilizar para que sus animales engorden de forma más rápida y ganen volumen. En el tercer puesto se sitúan los anabolizantes. Es frecuente la desarticulación de redes que se dedican a la venta ilegal de estos productos, una vez adquiridos a través de la red.

Últimamente, indica el farmacéutico mierense Luis Grela, está abriéndose hueco la venta de medicamentos relacionados con enfermedades cardiovasculares. "La gente acaba picando porque este tipo de ventas a través de la red también vienen acompañadas de importantes descuentos", señala. Aunque las rebajas pueden salir caras. Y añade: "La tasa de falsificaciones en las ventas por internet suele ser bastante elevada".

De hecho, asegura que hay un porcentaje alto de medicamentos que se venden por la red que son meros placebos. O sea, que son totalmente inocuos y que sus efectos beneficiosos para la salud tan sólo dependen de factores psicológicos.

¿Qué dice la ley? La normativa española prohíbe totalmente la venta a través de internet de productos farmacéuticos que necesiten receta médica. Se trata de un intento por tener un mayor control sobre ese mercado. Aunque muchas veces, señala Roces, es como intentar poner puertas al campo. Por eso, este tránsito ilegal de medicamentos no afecta demasiado a las farmacias en la caja ni en sus ventas diarias. Pero sí en su prestigio. Y, añade Roces, "como expertos en medicamentos que somos".

La Unión Europea también quiere atajar este problema. Bruselas está preparando una normativa para tratar de poner freno a la venta de medicamentos por internet. El objetivo se centra en colocar una especie de GPS a todos los fármacos que se fabriquen en el Viejo Continente para disponer de un control total de su tránsito. Es decir, saber en todo momento dónde están las pastillas o el jarabe, desde que sale de la factoría donde ha sido fabricado hasta que se vende en la farmacia. En el momento en el que pasa a manos del consumidor, causará baja en el sistema, y su señal desaparecerá.

Este sistema de vigilancia está previsto que entre en vigor en febrero de 2019. Aún así, apunta Roces, el seguimiento no incluirá a los fármacos fabricados en lugares mucho más alejados, como China o India, de donde proviene la mayor parte del problema, según el análisis de los farmacéuticos asturianos.

Otro problema es el punto de venta. La mayoría de estos medicamentos se adquieren de lo que se conoce como "deep web" (el internet profundo). "Una de las dificultades es que, una vez que se actúa sobre una de estas páginas, inmediatamente se duplica y cambia de nombre, y sigue funcionando sin mayor problema", señala Roces. Es como la pescadilla que se muerde la cola.

Una de las recomendaciones que plantea el boticario sotrondino consiste en que este problema sea enfocado como una cuestión cultural, haciendo mayor pedagogía sobre los peligros que acarrean este tipo de sustancias que escapan de todos los controles. Algo más contundente, Luis Grela aboga por "parar este fenómeno de alguna forma, porque va a acabar haciéndonos daño a todos".