El pasado mes de octubre Apple presentó la renovación de sus MacBook Pro 2016, los ordenadores portátiles más potentes de la compañía que llevaban meses rumoreándose. Entre los diferentes cambios estéticos y las mejoras de hardware, una de las cosas que más está dando que hablar es la eliminación de puertos para dejar solo conexiones USB-C, algo que no ha gustado a mucha gente.

La tecnología avanza. Prácticamente cada día hay un nuevo descubrimiento que modifica, añade o reemplaza a cosas ya existentes. Muchos de estos hallazgos o invenciones acaban llegando a la electrónica de consumo más tarde o más temprano y los cambios no son siempre fáciles de aceptar o de asumir, sobre todo si son algo que cambia nuestras costumbres o nuestra forma de funcionar.

Apple es una de esas grandes compañías cuyo nombre siempre ha estado asociado a innovación, pero últimamente parece que sus decisiones no son más que un quebradero de cabeza para los usuarios. Está claro que lo que hoy en día es un estándar tecnológico -como los puertos USB o el jack de auriculares- dentro de un tiempo será algo obsoleto (ya pasó con el CD, por ejemplo), pero, ¿Apple está realmente arriesgando al incorporar novedades útiles y con futuro o es más bien un atraso?

Detalles de los puertos del Macbook Pro 2016

En esta ocasión, la compañía de la manzana mordida ha decidido apostar por puertos USB-C Thunderbolt 3. Los modelos de 13 y 15 pulgadas que incluyen la pantalla táctil o 'Touch Bar' llegan de fábrica con cuatro de estas entradas, dos en cada lateral del ordenador; las versiones de ambos tamaños que no cuentan con la pantalla solo llegan con dos puertos en uno de los laterales.

Hasta el estreno de los portátiles este 2016, los anteriores ordenadores de la compañía llegaban con bastantes más puertos. Además de la ranura de carga MagSafe 'de la que ya os hemos hablado en ocasiones anteriores-, estos aparatos incluían dos conectores Thunderbolt 2, un par de puertos USB 3, una entrada HDMI y una ranura para tarjetas SD. Conexiones de todo tipo para que cualquier usuario pudiera sacar todo el partido posible a su equipo.

Pero, ¿qué características tienen las nuevas entradas USB-C? La primera de ellas es que se trata de un tipo de entrada que también transmite alimentación, por lo que el cargador del ordenador se puede enganchar a cualquiera de ellas para que la batería se cargue. De hecho, los USB-C están sentando las bases para colocarse como un estándar en lo que a cable de carga del teléfono móvil se refiere por ser capaces de transmitir más potencia.

La segunda es que la velocidad de conexión y transmisión de datos es muchos mayor que la de los conectores Thunderbolt 2 anteriores: se puede llegar hasta los 40 Gb/s. Esto es notablemente útil para guardar archivos en un disco duro externo, por ejemplo, ya que las cosas más pesadas se pasarán de un sitio a otro en un abrir y cerrar de ojos.

Además, en su interior residen más protocolos, lo que implica que permite transferir datos a través de USB 3.1 y conectar dispositivos HDMI, VGA, DisplayPort, Thunderbolt y PCI Express, todo en uno. Esto, con el cable indicado, hace que se puedan conectar todo tipo de cosas, desde cualquier replicador de puertos hasta todo tipo de pantallas, terminales o sistemas de almacenamientos.

El nuevo puerto duplica el ancho de banda de vídeo, permitiendo conectar dos pantallas 4K a 60 HZ o una pantalla 5K con los mismos herzios. Esta opción llega en el momento en el que las pantallas y televisiones 4K cada vez son más populares y accesibles, por lo que se podrá sacar el máximo partido a su resolución si contamos con un MacBook Pro 2016.

A modo de resumen, los nuevos puertos USB-C son mucho más completos que lo que venía de fábrica con los portátiles anteriores: son más compatibles, tienen más velocidad, pueden cargar cualquier periférico y permiten alcanzar unas mayores resoluciones de pantalla al enchufar dispositivos externos.

¿Innovación o atraso?

A pesar de todas las ventajas ya nombradas, el foco de la polémica viene por la poca versatilidad que tienen actualmente si hablamos de conectar otros aparatos del mercado o si hablamos de productividad.

Si miramos a nuestro alrededor, pocas son las cosas que tenemos a mano con una conexión USB-C. Con un poco de suerte, tendremos algún teléfono móvil con esta entrada, como el LG G5 o el Nexus 5X/6P, pero lo común es que no sea el caso.

El mayor problema reside en la compatibilidad con los accesorios que se quieran conectar. ¿El disco duro externo que tienes en el cajón? USB 2.0/3.0. ¿Tu monitor de ordenador? HDMI. ¿Tu iPhone o tu Galaxy S7? USB o microUSB. ¿La tarjeta de memoria de tu cámara de fotos? SD.

Hay que comprar adaptadores para poder enchufar cualquier cosa y eso no es buena señal. Si ya de por si los MacBook Pro 2016 han sufrido un aumento de precio considerable, los usuarios tienen que hacer un desembolso aún mayor para poder utilizar todas las cosas que usaban antes.

Este tipo de ordenadores tienen un gran uso profesional. No son pocos los editores de vídeo, fotografía o sonido, junto con los que necesiten mover grandes cantidades de archivos o una máquina potente y portátil, que se van a tener que comprar mil y un adaptadores para seguir utilizando el ordenador igual que utilizaban los modelos más antiguos.

Hay quienes hablan de que esto es una maniobra de Apple para conseguir que sus clientes se dejen aún más dinero en sus productos. Otros hablan simplemente de un grave error de equipo. Un bajo porcentaje de usuarios está conforme con el cambio.

¿Innovación o atraso? Ambas cuestiones son ciertas. Innovación porque de aquí a unos años (meses, incluso, dependiendo del resto de compañías) el USB-C será un auténtico estándar, como lo es hoy en día el USB 3.1 o como lo fue en su momento la ranura de CD en los ordenadores -la tecnología avanza nos guste o no-. Atraso porque para ser totalmente eficiente o productivo, tienes que llevar siempre contigo un montón de cables con los que conectar el resto de tus cosas al ordenador (y gastar más dinero en ellos).

Cuando salió a la venta el Galaxy S7, Samsung señaló que no había incorporado el USB-C como conector en los terminales porque el resto de cables y accesorios no estaban preparados para ello, a pesar de que el propio conector es mucho más que interesante. Apple se ha tirado a la piscina, como ya hizo poco tiempo antes al quitar el Jack de 3,5 de su iPhone 7, y solo el tiempo hará que la balanza se decante por el éxito o por la metedura de pata.