Canarismos

En martes, ni te cases ni te embarques ni de tu familia te apartes

Los canarios tardan más en casarse que el resto de España

Los canarios tardan más en casarse que el resto de España

Luis Rivero

Luis Rivero

Este refrán parece ser la versión isleña de un registro de ámbito general que con algunas variantes se repite en diversos países a uno y otro lado del Atlántico, lo que lo convierte en un decir cuasi universal. «En martes y trece, ni te cases ni te embarques»: la fatídica frase se suele pronunciar de manera agorera, en la víspera o el día en cuestión, por considerarse –tradicionalmente– que el martes y, en particular, si cae el trece, es un día aciago. Probablemente la referencia documental más antigua donde se podría situar el origen de esta creencia está relacionada con la Biblia y con los textos mitológicos del Antiguo Egipto. El libro del Éxodo (12, 27-30) relata la muerte de los primogénitos de Egipto como una de las maldiciones que recayeron sobre el Faraón. Todo esto sucedió a la medianoche del decimocuarto día del mes de Aviv, que era la noche de Pascua, ya que los israelitas, en origen, celebraban la Pascua este día del mes de Aviv, esto es, el llamado «primer mes» (Éxodo 12:18). Thout era el nombre del primer mes para los egipcios. Así lo que para los israelitas se convierte en una fiesta, para los egipcios sería un día de luto y de ayuno [«el decimotercer día del mes de Thout es un día funesto. No harás nada ese día. Es el día del combate entre Horus y Seth», (Egyptian Mythology, 1918)]. La diferencia en las fechas se debe a que, mientras los hebreos calculaban antaño (como continúan haciéndolo hogaño) el inicio del día desde la puesta del sol («allá al solpuesto», que se diría) del día precedente, los egipcios lo calculaban a partir del alba. Y dado que la catástrofe tuvo lugar a medianoche, para los israelitas era el decimocuarto día del mes y para los egipcios era decimotercer día. Hay quienes han visto en este hecho infausto el origen de la superstición relativa al número trece y en particular al decimotercer día del mes, considerado desafortunado y fatídico. Esta convicción que sigue afectando a amplios sectores de la población se habría mantenido inalterada durante miles de años y todavía hoy se sigue expresando en los mismos términos: «El decimotercer día es un día funesto. No hay que emprender nada ese día».

¿Pero por qué el martes? Como es sabido, los días de la semana fueron nombrados desde época romana conforme a los «siete planetas» que se conocían en la antigüedad clásica. Los astrónomos de la época consideraban la Luna y el Sol como planetas, de manera que el lunes se estableció como día de la Luna (dies lunae); el martes, el día de Marte; el miércoles era el día de Mercurio; el jueves, el día de Júpiter; el viernes, el de Venus; el sábado, el día de Saturno y el domingo era el día del Sol, dies Solis (que por influencia del cristianismo se cambió posteriormente por dies Domini que quiere decir «día del Señor», si bien en algunas lenguas, como el inglés, ha conservado en nombre originario, sunday). «Martes», pues, en la mitología/cosmogonía greco-romana hace referencia al dios Marte (que se corresponde con el Ares de los griegos). Marte era el dios de la guerra y personificaba el planeta Marte. Desde la más remota antigüedad el planeta Marte (que era conocido por los astrónomos caldeos como Nergal) era muy temido por su violencia. En Babilonia fue llamado también el «planeta imprevisible», «estrella de fuego» o «señor de la destrucción», y en la mitología de otros pueblos de la antigüedad, desde Mesopotamia a la antigua astronomía china, viene considerado también como «estrella de fuego» que podía provocar grandes cataclismos.

Todo ello ha contribuido a crear la leyenda negra del planeta rojo –valga la expresión– que viene precedida de amenazas catastróficas que habrían permeado en el inconsciente colectivo de los pueblos que lo asocian a guerras y otras calamidades. Lo que se ha trasladado a la vida cotidiana en hechos tan curiosos como el que muchas compañías aéreas hayan eliminado el 13 en la numeración de los asientos o que cuando se mira el calendario en un martes y trece se dejen para otro día las cosas trascendentes que hay que emprender…, por si acaso.

Así podrían explicarse las expresiones: «en martes y trece, ni te cases ni te embarques», «en martes, ni tu tela urdas ni tu hija cases» (Correas, 1627), o como puede escucharse en Cuba y otras zonas del Caribe y Latinoamérica: «en martes, ni te cases ni te embarques, ni de los tuyos/de tu casa/de tu mujer te apartes»; o a las formas empleadas en las islas: «En martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu familia te apartes» o bien «en martes, ni te cases ni te embarques ni gallinas eches ni pollos saques».