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El ganadero propietario de las 21 ovejas muertas atacadas por perros calcula en 4.000 euros las pérdidas

"Tengo seguro para la retirada de los cadáveres, porque ninguno me cubre la muerte de los animales", afirma González l Tres perros atacaron a parte de su rebaño ovino

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Tres perros matan a veinte ovejas en una finca en Telde

Heriberto González, el ganadero al que tres perros mataron este jueves a 21 ovejas -ayer murió una de las cinco heridas que habían sobrevivido al ataque- calcula en más de 4.000 euros las pérdidas causadas por el incidente. "Los honorarios del veterinario, que tuvo que vacunar a los animales mordidos para evitar infecciones y el coste de las vacunas me han supuesto pagar más de 4.000 euros, ya que el seguro que tengo contratado solo cubre la retirada de los cadáveres y su traslado, después de un tratamiento previo, al vertedero".

Un varapalo económico que supone una buena parte de sus ingresos mensuales por la venta de leche de sus aproximadamente 600 cabras y ovejas, de las que se encarga de su alimentación, ordeño y mantenimiento de los animales y las instalaciones con sus dos empleados. No es la primera matanza de sus animales que sufre. Hace cuatro años también fueron perros los que acabaron con 40 cabras, "maté a uno de los perros y casi me cuesta la cárcel, pero si no lo hago me hubieran matado más".

Una situación con la que convive desde siempre. Lleva 42 años en la ganadería, desde que tenía cinco y trabajaba con su padre y que está ubicada paralela a la autovía GC-1 en dirección norte, a la que se llega por una entrada desde la gasolinera ubicada a la salida del parque comercial de La Mareta. Ahora el Cabildo ha ordenado el cierre del acceso y debe lidiar con la pretensión de una constructora, dice, que asegura es la dueña de los terrenos donde tiene su ganadería. "Primero decían que si era de la Marina (Costas) y ahora de esta empresa, pero si quieren que me vaya que me indemnicen o me instalen otra explotación igual en otro sitio", alega.

"Hay perros por todas partes"

González sabe que la presencia de perros es un riesgo latente en la zona. "Hay perros por todas partes, pero no tengo problemas con sus propietarios. Sin embargo estos no sé de dónde han salido y por eso fui por la noche al Seprona para denunciar los hechos y estoy a la espera de que me llamen, si no, lo haré yo para que me digan qué se va a hacer".

El ganadero, que había dejado a las ovejas atacadas en un corral hace tres días mientras realizaba otras faenas en su lugar habitual, intenta evitar que vuelva a suceder otra matanza como la sufrida el jueves de madrugada. Así, con un tractor ha tapado los agujeros que había entre las vallas del redil y por donde escaparon los canes, una medida que complementa con la instalación de las vallas más a ras del terreno, lo mismo que en la puerta de acceso a la ganadería.

No tiene seguro contra los ataques a sus animales porque considera que es tirar el dinero. "Ningún seguro te cubre la muerte de mis ovejas y cabras, me piden que construya muros de tres metros de altura para evitar que entren. Pero si hago eso, qué perro va a saltar un muro de esa altura, para eso no me hace falta póliza".

Ayer las ovejas se agrupaban y se desplazaban de un lado a otro ante la presencia de extraños.

"Después del ataque están como locas, muy asustadas, algunas de las heridas están con las demás, pero no veo a una", señalaba González, a quien le apenaba "cómo algunos baifos están buscando a sus madres, pero las mataron los perros y los pobres están de un lado para otro balando para ver si las encuentran".

Los cadáveres de dos baifos en la zona donde los ejemplares ovinos se desenvolvían recordaba la masacre perpetrada por los perros, pero una sorpresa esperaba al ganadero. Un poco más alejada, la cabra herida que echaba en falta yacía moribunda. Las mordidas, visibles en su cuerpo, la habían desangrado.

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