Más de 12.000 espectadores asistieron el pasado año a los ciclos, retrospectivas y pases especiales que se proyectaron en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, organizado por el Ayuntamiento, a pesar del cambio de formato debido a los recortes presupuestarios. La asistencia también fue masiva a las proyecciones al aire libre en el parque de Santa Catalina, durante los cuatro días que duró Cine+Food, un evento privado que con la colaboración de diversas instituciones públicas combina el ver películas con el disfrute de la gastronomía internacional. Las dos citas cinematográficas dan buena prueba de la afición en la ciudad al séptimo arte, aunque no se traduzca habitualmente en llenos absolutos en los cinco cines que aún quedan abiertos en el término municipal debido a los cambios de hábitos en el ocio, los diversos formatos en los que se pueda ver ahora una película y, por supuesto, la crisis económica. Y es que, como la televisión, la gran pantalla está unida a los recuerdos de muchas generaciones desde que a principios del siglo XX se abrieron las primeras salas en la capital.

El 12 de julio de 1897, el Diario de Las Palmas, anunciaba la llegada a la ciudad de "un animatógrafo o maravilla de la fotografía instantánea, el mismo aparato que acaba de exhibirse en los teatros de Lisboa y Madeira. El alumbrado en la sala de espectáculos se hace por medio de electricidad, a cuyo efecto trae los aparatos necesarios para producir esta luz, que tiene una fuerza de 1.500 bujías".

La noticia se colaba en la sección denominada Crónica, un batiburrillo de ecos sociales en los que lo mismo se daba cuenta de que "el Ministerio de la Gobernación autorizaba a Hermenegildo Hurtado de Mendoza para trasladar los restos mortales de su padre desde el cementerio de la Almudena (Madrid) al de esta ciudad" como que se anunciaba la edición de un nuevo periódico en las islas - El Liberal de La Palma- o se informaba de los nombramientos de maestros en las escuelas de niños y niñas de Tenerife.

El nuevo espectáculo

Hacía tan solo dos años que el cine había comenzado a dar sus primeros pasos de la mano de los hermanos Lumierè con la proyección de la salida de los obreros de una fábrica de Lyon. Pero el nuevo espectáculo atrapó en poco tiempo al público con sus historias mudas en blanco y negro. Las salas comenzaron a brotar en pocos años.

Entre 1898 y 1930 Las Palmas de Gran Canaria llegó a contar con 12 cines debido al auge económico que experimentó la Isla tras la I Guerra Mundial, la expansión de la ciudad y el mismo cinematógrafo; la mayoría de ellas concentradas entre en la zona de Vegueta-Triana y el Puerto. Cuatro nuevas salas, sin embargo, se quedaron en el tintero como consecuencia de la Guerra Civil y de la II Guerra Mundial. Así lo indica Fernando Betancor Pérez, licenciado en Geografía e Historia en su memoria de licenciatura La arquitectura de las sombras: el mundo del cinematógrafo en Las Palmas de Gran Canaria, un recorrido por los inmuebles proyectados para el séptimo arte, muchos de los cuales fueron ideados por los arquitectos de renombre de la época como Eduardo Laforet (años 20), Miguel Martín Fernández de la Torre (años 30) y Antonio Cardona y Aragón (años 40-60), mientras que otros tantos no llegaron a construirse por razones económicas, políticas y sociales.

Décadas

Entre 1931 y 1945 se edificaron seis salas más y una media docena se quedó en el papel. A esa época pertenecen el Cine Cuyás -en el mismo sitio donde se levanta el actual teatro-el Teatro Cine Hermanos Millares, el Royal Cinema, el Cine Arenales o el Pabellón Recreativo, entre otros.

"En los años 20, los cines que se levantan son muy parecidos a los que hacen en Madrid, evocando la estética modernista. En los años 30, la arquitectura es racionalista, mientras que en los 40 tiene un acento más regionalista", apunta Pérez, que cuenta con un blog muy interesante sobre archivística, ya que es archivero del Museo Canario.

Betancor señala que Miguel Martín Fernández de la Torre (1894-1980), padre del edificio del Cabildo insular, supo como nadie combinar "la estética arquitectónica de los edificios con las condiciones acústicas y de visibilidad que requería el cine".

La historia del cine da para mucho como lo demuestra un simple programa de mano de la película Mamá de 1932 del extinguido Hollywood Cinema, posteriormente Cine Avenida en Primero de Mayo hasta su demolición en 1996 después de estar cerrado desde 1988, que se conserva en la mencionada pinacoteca. Para que vayan al cine -véase web del museo- solo desvelaremos que el cine de aquella época contaba con 794 butacas y la boca del escenario habían sido pintadas con desnudos de Nicolás Massieu y que, posteriormente, el franquismo mandó tapar, según cuenta Fernando Betancor.

En el periodo comprendido entre 1946-1980 se edificaron 25 salas y otras 9 no llegaron a levantarse. Es la época de máximo esplendor del cine y de sus salas en Hollywood y en España, a pesar de la censura durante los años del franquismo y de la imposición de Noticiarios y Documentales, conocido como el NODO. Y es que no hay que olvidar que el cine fue un medio ideal y sutil para la propaganda del régimen.

Como anécdota, tras acabarse la Guerra Civil se dictaminó que los cines que se construyeran en poblaciones con más de 20.000 habitantes debían de contar con "refugios antiaéreos". Así lo estableció la Jefatura Nacional de Seguridad Pasiva en 1943, aunque en Las Palmas de Gran Canaria no se llegó a contar con ninguno, ya que el único que se proyectó con dicho espacio nunca llegó a edificarse en las cercanías del Castillo de La Luz.

A este largo periodo de casi cuatro décadas, indica Betancor, pertenecen los cines Victoria, Doramas, Avellaneda, Vegueta, Sol, Bahía, Tenoya, Triana, Rex, Rialto, Scala, Lomo Apolinario, Los Ángeles, Cairasco, Capitol, San Roque, Quilmes, Astoria, La Luz, Escaleritas, San Cristóbal, Plaza, Guanarteme, Litoral y Vegueta.

Los cines se habían desperdigado por la ciudad y raro era el barrio que no contaba con una sala. Cuatro grandes empresarios -Manuel Marrero, Jaime Mola, Jesús Rodríguez Doreste y Alfredo Wood- contribuyeron a la expansión de un negocio que no contaba con cartillas de fiar, ya que todo el que entraba al local había pasado antes por taquilla. Sin olvidar el cine de asociaciones parroquiales y clubes juveniles que proliferó entre mediados de los 60 y los 70.

Sebastián Torres Medina recuerda a sus cuarenta años los "programas dobles de los domingos" y sus tardes de adolescencia en el Royal, el Rialto y el Avenida. En uno de aquellas salas vio en 1977 La Guerra de las Galaxias, de George Lucas, y el celuloide entró en su vida.

Comenzó colaborando como crítico de cine en algunas publicaciones y ahora se dedica de lleno a recopilar información sobre el cine en Las Palmas de Gran Canaria que cuelga en su facebook la página Cines Clásicos de Gran Canaria, que compagina con su trabajo en una consignataria y con las tareas de propias de un padre de familia.

"Buscando fotos en internet, vi que había una laguna muy importante y comencé con la página. Mi intención es que toda esta memoria no caiga en el olvido. Mis fines son educativos y no lucrativos", cuenta orgulloso tras la acogida que ha tenido entre los aficionados, muchos de los cuales contribuyen a completar su página con anécdotas, fotos, recuerdos y documentación muy curiosa como son los planos de los cinematógrafos diseñados por el que fuera arquitecto municipal en la década de los cincuenta, Antonio Cardona y Aragón.

Su hijo Gabriel, que publicó en el 2004 un libro sobre dichos proyectos, algunos de los cuales no se llegaron a hacer realidad, le envió un ejemplar para difundir la historia de la cinematografía en la isla y el trabajo de su padre al dar con su página .

Tiempos de Fuga, otra página en Facebook sobre cine en general, es un buen escaparate para asomarse a descubrir cómo transcurrió en los años 70 y 80 la memoria colectiva y sentimental sobre la gran pantalla en Las Palmas de Gran Canaria, principalmente en los cines de barrio.

El Cine Sol Cinema, sito en el barrio de Schamann, anunciaba, por ejemplo, su cartelera en la esquina del bar Moreno, el bar Duque y de un puesto callejero de sardinas.

La llegada del vídeo, la proliferación de películas en televisión y nuevas formas de ocio contribuyeron a que las grandes salas de cine se reconvirtieran en multisalas para que los empresarios continuaran con el negocio. Muchas de aquellas viejas salas de la capital se reconvirtieron pero otras tantas cerraron sus puertas reconvertidas en bingos, supermercados, almacenes o edificios.

Los últimos cines -ya multicines-, en echar el cierre en la década de los 90 han sido el Royal, en León y Castillo, convertido en un local de oficinas y aparcamiento, y los Galaxys.

En la actualidad, solo cinco salas permanecen abiertas en la capital, cuatro de ellas convertidas en multicines como son: Cinesa El Muelle, con 11; Cinesa 7 Palmas, con 9; Multicines Monopol, con 7, y el Yelmo Cine Las Arenas, con 11. La quinta es un cine X, según los datos del 2011 del Instituto de Cinematografía de las Artes Audiovisuales del Ministerio de Cultura.

La afición, sin embargo, no decae. Una media de 200 espectadores acudieron durante los cinco días del Festival LPALFilm Canarias, que se ha celebrado este mes dentro de la nueva programación del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que ha eliminado los costes del glamour de la alfombra roja, para seguir fomentando el cine, la producción audiovisual y la cultura.