Las Campos. Vaya trío, bueno, vaya cuarteto si integramos al hombre de la casa, Bigote Arrocet, ahora en la isla de los frikis, enfangado en el barro, hecho una mierda. Qué disgusto para Maritere. Piticlín, piticlín. Hace tiempo que quería escribir lo que veo y lo que pienso de una familia que se empeña es ser respetada, que nos las roce el fango, con aspiraciones de pijas pero sin llegar a la meta, para luego colocarse ellas mismas en el filo de la navaja dispuestas a ser pasadas a cuchillo por esas hienas que dicen ser compañeros y esa cadena, Tele5, que de un hueso hace un caldo, es decir de un estornudo pasan al cáncer de pulmón sin despeinarse. Miedo dan.

Hablemos de Mari Tere, la gran Jefa. En España la historia de la televisión pasa por ella, por sus tacones y sus brazos cruzados donde apoya las tetas, es decir, con sus cosas buenas y sus cosas malas que de los dos ha habido y mucho en su larga trayectoria. Reina destronada de la mañana aunque durante una década y media se aferrara a la corona con autoridad, ejerciendo el mando y trabajando de sol a sol. Sus audiencias eran escandalosas y curradas. Pues bueno, cuando recuerdo la etapa brillante de La Campos y la veo hoy subida a tacones imposibles, tambaleándose, pelín teniente, con las carencias propias que traen los años, aunque ella se empeñe en seguir quinceañera, me viene a la cabeza lo mucho que fue y, con todo el respeto, su patetismo actual.

María Teresa Campos, la comunicadora que no solo era una máquina de crear puestos de trabajo sino de hacer dinero por la vía publicitaria. Lo que anunciaba en sus programas se compraba sin mirar. Era lo que se conoce como un fenómeno de la comunicación que saltaba de cadena en cadena con la fidelidad de sus televidentes. Mucho mérito en unos años en los que las mujeres estaban relegadas a un periodismo de juguete. Ahí fue de valiente la jodía Maritere que se calzaba diariamente tres horas de tv en directo y eso no es cualquier cosa, al menos yo se lo reconoceré siempre.

Acostumbrada pues a ser primera bailarina hay que tener inteligencia familia y amigos para saber pasar a un segundo plano, discretamente, por ejemplo, detrás de las cámaras. Mayormente para evitarnos ser testigos de la vergüenza ajena que en muchas ocasiones produce la Gran María Teresa. Cuando leo que T5 está tratando de arrimarla pero que parezca un accidente descubro en La Campos una soberbia que desconocía. No se entiende que con su trayectoria La Campos abriera su vida a las cámaras, su vida, las de sus hijas y la de su novio. ¿Por dinero?, sin duda. Las imágenes que España vio en ese docu-reality, churro y discusiones familiares incluidas son inolvidables por cutres. Sin olvidar el baño con gorro en la piscina familiar, más propia de una estrella de Hollywood. T5 les grabó sin compasión pero aquí todos somos mayores para mandar a parar.

La tv es un escaparate cruel, sin piedad y ella lo sabe o debiera.