Por razones que trataré de explicar en mis 420 palabras de los domingos el fallecimiento de la trapecista Pinito del Oro me ha sentado de forma mágica en el patio de la casa familiar, en el despacho de mi padre, con el sonido de su Hispano Olivetti, testigo mudo de visitas que tomaban café y se pasaban horas hablando con él. La casa familiar en Alcaravaneras era atípica, siete hijos ya lo eran. Por allí pasaban personajes conocidos, artistas y deportistas, que yo no sabían bien quienes eran. Luego supe que Juan del Rio Ayala, Luis Doreste Silva, Germán, Guedes, Molowny, Mary Sánchez o Pinito del Oro eran algunos de los que hacían el paseíllo.

Natalia Sosa Ayala

Un día, de ahí mí vuelta al pasado, apareció por casa Natalia Sosa Ayala, la prima poeta y escritora, mujer a la que adorábamos. Habló con su tío, mi padre, y le contó entusiasmada que se iba de gira con Pinito del Oro. Le había pedido que escribiera su vida; para ello tenía que viajar a su lado y vivir en la roulotte durante los meses que durara la tournée. Nuestra Natalia se movía como pez en el agua en la bohemia. Era un ser especial. Tendrían muchas horas para las confidencias.

Cómo se imaginan en la familia seguimos orgullosos la aventura de la prima, nada menos que viajar con la grande del circo. Supimos que el trabajo fue duro y que tenía fecha de entrega. Natalia llamaba y hablaba con mi padre que la aconsejaba. Esa ha sido la única biografía que ha escrito de Pinito del Oro. La recuerdo escrita impecablemente. Escribía como los ángeles. Terminada, la biografía estuvo en el despacho varios días mientras los dos la comentaban en medio de risas que yo escucha desde el patio. Días después Pinito del Oro y su entonces marido, Fuentes, llegaban a casa. No había editorial que se interesara por su publicación así que el tío Antonio se movió y un jueves nos mandaron al bazar del barrio. La revista “Semana” compró los derechos y la publicó por fascículos. La familia entera acudía semanalmente al bazar y compraba una. Fue un éxito.

Pero en 1977 Pinito decidió escribir otra muy personal, pero no hubo suerte y la artista se quejó amargamente. “He paseado el nombre de Canarias por el mundo y nadie se ha interesado por publicar mis recuerdos”, contó en su casa rodeada de fotos con Perico Chicote o Hemingway.

Fue su gran decepción.

@marisol_Ayala