Como los libros, los amigos, las escenas, los amores que de pronto desaparecen de nuestras vidas pero siempre revolotean en la memoria así ha sido LA PROVINCIA para los que hemos trabajado en ella. Bueno, hablo de mi experiencia. Son muchos los momentos inolvidables vividos en los 111 años que celebramos del nacimiento de LA PROVINCIA. Todos vivimos allí un tramo importante de esos años que fueron emocionantes, divertidos. Unos empujando para que LA PROVINCIA se hiciera mayor y se armara para presentarse cada día durante 111 años, puntual y viva, ante el lector. Tantos recuerdos. Ahí va uno personal. El día que fiché por ese medio en 1986 mi padre ya no vivía y aún así tuve la sensación de haberle traicionado. Los que me leen saben que lo aposté todo a esta profesión y que trabajos seguros y bien pagados tenía pero quería seguir la estela de Antonio Ayala, periodista de una época que con 7 hijos pocos asco le haría trabajar allá donde le pagaran más. Lo hizo en la Falange y en El Eco de Canarias, como jefe de Deportes. La Provi era competencia de El Eco. Recuerdo sus enfados cuando le pisaban una noticia. Es importante contar esto para entender lo que contaré a continuación. Cuando fiché por LA PROVINCIA lo viví con mal sabor, como una traición a mi padre, que sabe Dios si me hubiera atrevido a dar ese paso si hubiera estado vivo. Creo que no. En LA PROVINCIA tuve la suerte de trabajar con periodistas como Salvador Sagaseta, Paco Cansino (un compañero decisivo en mis inicios) y Alfonso O’Shanahan, tipos que me enseñaron mucho. Incluso cuando me despidieron de Diario de Las Palmas por negarme a desvelar una fuente, Alfonso me asesoró. Di un paso que salió bien. El Canarias7 me tiraba los tejos y así lo dije en LA PROVINCIA. La reacción fue regalarme unas vacaciones y una fecha para firmar un generoso contrato.