Hace años, unos 7 u 8, que trato de localizarlos pero no hay manera. Hablo de tres hermanos de cuya existencia supe por un recorte de prensa en el que detallaban un accidente de tráfico a altura de la potabilizadora en Las Palmas. Las páginas de sucesos de hoy nada tienen con las de hace quince años. Los redactores de entonces ponían toda la carne en el asador, sin ahorrar detalles. Un amigo directivo de la Casa del Niño me dio las claves para saciar mi curiosidad periodística. El titular de prensa era brutal: «Tres niños pierden a sus padres horas después de pisar por primera vez la ciudad». Me empeñé en conocer la historia y poco a poco, la atamos. Los chicos eran hijos de un matrimonio andaluz que disfrutaba de una situación económica envidiable. Basta decir que en 1992 la familia al completo llegó a Las Palmas de vacaciones, algo que por entonces estaba al alcance de pocos. El matrimonio llegó con sus hijos en barco. Alquilaron un coche para conocer el sur de la isla. Conducía el padre. A la altura de la potabilizadora, el coche derrapó y puso fin a lo que iba a ser un viaje de placer. Por desgracia, ambos progenitores perdieron la vida en aquel accidente. Los abuelos y tíos andaluces no tenían medios para hacerse cargo de los menores así que fueron a parar a La Casa del Niño. Mi memoria me dice que la edad de los chicos estaba entre los 8 y los 10 años. Allí vivieron lo que les quedaba de su niñez. Los funcionarios trataron de hacerle la vida lo más llevadera posible. Con el paso del tiempo, con más edad, ya hombres, salieron de la casa para hacer su vida fuera pero ya estaban enemistados. Les propuse un encuentro pero no quisieron.