Como matón de medio pelo siempre quiso ser lo que no era. Ejerció su profesión de amenaza en amenaza pero no supo controlar su espíritu combativo y un día tropezó con la horma de su zapato y perdió un par de dientes. Así llego a ser un medio hombre sin respeto a nada ni a nadie. Sí sería simplón que organizó una falsa boda con una chica de pocas luces que solo quería casarse con una orquesta que la acompañara hasta el altar al son del tachín tachín. Con el trajín de la farsa que pretendía engañar a la incauta novia y pasar una luna de miel sin luna y sin miel, algo salió mal. En el trajín del falso bodorrio hubo un gran despiste. El simplón no fue cuidadoso y las invitaciones, también falsas, acabaron en el suelo, en las peores manos posible. Una amiga de la novia enamorada y engañada las encontró. Mala suerte. Imaginen el cuadro. No creo que haya decepción mayor que un plantón camino del altar.

Desconozco si es cierto lo último que me cuentan del simplón muy simplón, de ser cierto habrá que tener cuidado. Hace seis meses alguien le habló al simplón de otro alguien que un tercero se dedica a coleccionar fotos de personas conocidas en aptitudes comprometidas. Fotos robadas, en casi todos los casos. Como entenderán el chantaje preside la colección del simplón, pero ahí lo tienen traficando con el miedo. Difundir fotos de personas que puedan ser identifiquen no es una broma. Es delito. Siempre he pensado que su extrema vanidad ha enredado su vida. Termino. Gente peligrosa, por simplón.