¿Qué podemos y qué no podemos comer?

El cáncer es una enfermedad cada vez mas frecuente en nuestra sociedad. Cada día nos enfrentamos a noticias que nos hablan de tal o cual alimento que evita el cáncer o por el contrario, que no debemos tomar si tenemos cáncer.

Debemos establecer un principio básico: es muy difícil concluir que un solo alimento es bueno o malo, ya que nuestra dieta es muy variada y además, la vamos modificando a lo largo de la vida. Como el cáncer es un proceso muy largo, desde que una célula se convierte en maligna hasta que el cáncer es detectado en un paciente, es muy difícil demostrar sin duda alguna la influencia de un determinado alimento.

Es por ello que los organismos internacionales emiten recomendaciones de estilos de vida que son adecuados en cada situación en la que nos encontramos.

Dieta para prevenir el cáncer

Una dieta rica en frutas y verduras y pobre en grasas y carnes rojas puede proteger frente a diferentes cánceres. Sin embargo, la evidencia demuestra que evitar la obesidad, en sí misma, independientemente de la dieta, y realizar ejercicio físico, pueden proteger frente a cánceres muy comunes.

El exceso de peso es un factor de riesgo demostrado respecto al desarrollo de cáncer de mama en mujeres tras la menopausia, cáncer de colon, endometrio (útero) y riñón. Además, una vida físicamente activa puede prevenir el cáncer de colon y de mama.

La obesidad, se previene a través de una actividad física regular y del seguimiento de una dieta equilibrada y ajustada a nuestras necesidades. Es aconsejable mantener una dieta variada, rica en frutas y verduras, lo que evitaría al menos un 20% de todos los tipos de cáncer.

Las frutas y verduras son parte fundamental de una dieta sana. Aportan vitaminas, minerales esenciales, fibra y otras sustancias importantes para la salud. Los cereales constituyen la base de nuestra alimentación, proporcionando vitaminas, minerales, carbohidratos y fibra, entre otras. Se recomienda consumir entre 20 y 30 gramos diarios de fibra, para prevenir tumores como los de colon.

La ingesta de grasa diaria no debe superar el 30% de las calorías totales, y debe ser de origen vegetal, como el aceite de oliva. El consumir cantidades importantes de alimentos con azúcares añadidos, puede contribuir a la aparición de sobrepeso y obesidad y, por tanto, aumentar el riesgo de padecer cáncer. Cada vez existe más evidencia de la relación directa entre consumo de alcohol y cáncer.

Alimentación durante el tratamiento de cáncer

La alimentación durante el tratamiento del cáncer deber ser individualizada en función de cada persona. Contar con un profesional experto en nutrición oncológica dentro del equipo oncológico multidisciplinar es imprescindible.

La pérdida de peso producida por la propia enfermedad o los tratamientos oncológicos, la falta de apetito o las alteraciones en el gusto de los alimentos, requieren una atención muy especial por parte del equipo profesional, permitiendo mantener la calidad de vida del paciente y facilitando poder completar los tratamientos oncológicos indicados en cada caso.

No se debe iniciar un tratamiento oncológico en un paciente sin esa visión multidisciplinar que requiere la atención en diversos aspectos como la nutrición oncológica.

Si bien la cirugía del cáncer puede generar algunos déficits alimentarios, en general transitorios, son los tratamientos de quimioterapia y radioterapia los que con mayor frecuencia suponen un impacto relevante en la situación nutricional del enfermo oncológico.

Los más habituales que interfieren en la alimentación de una manera directa son: molestias ante los olores, cambio en el sabor de los alimentos, inapetencia, diarrea, estreñimiento, náuseas y vómitos.

Por tanto, debemos intentar una dieta blanda fácilmente digerible pero rica en proteínas y calorías, y baja en grasas y fritos. El pescado blanco, clara de huevo, patata cocida, arroz, pasta, pan tostado y cereales son muy bien tolerados. Los lácteos desnatados y verduras con aceite de oliva son recomendables.

En general debemos evitar carnes rojas y grasas animales. Muchos pacientes no toleran bien el pescado azul o las legumbres. Si se presenta con inflamación de la mucosa de la boca (mucositis) las frutas acidas y cítricos son molestas.

La preparación de los alimentos debe ser al vapor, hervidos y al horno. Además la quimioterapia produce una cierta toxicidad en todo el organismo, por lo que una buena hidratación puede ayudar a disminuir esas molestias.

Los efectos molestos de la radioterapia se dan sobre todo, en el tratamiento de tumores de cavidad oral, laringe etc, que producen sequedad de la boca o de las mucosas internas. La inflamación (mucositis) puede mejorarse tomando dietas blandas y trituradas y alimentos fríos. El helado, es un alimento con gran cantidad de proteínas y calorías, que lo hacen muy adecuado en estas situaciones.

Alimentación después del cáncer

En el caso de pacientes que han superado un cáncer, las recomendaciones son las mismas que para la población general. Los factores que incrementan el riesgo de cáncer también incrementan el riesgo de que la enfermedad reaparezca después del tratamiento (recaída). Por tanto, si volvemos a unos hábitos de vida que propiciaron la aparición del cáncer, también propiciaremos su reaparición.

Evitar la obesidad, a través de ejercicio físico continuado y adaptado a tu edad y capacidad física es imprescindible. El sobrepeso se evita además siguiendo una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, que aportan fibra y vitaminas. Las grasas animales y las carnes rojas deben ser excepcionales en nuestra dieta, así como evitar o minimizar el consumo de alcohol. El consumo de alimentos o bebidas con azúcares añadidos debe ser completamente abandonado.

El cáncer es una enfermedad que en el 70% de los casos está relacionado con nuestros hábitos de vida y muy especialmente con la obesidad y la alimentación inadecuada. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos, seguir hábitos de vida saludables que reduzcan la incidencia de cáncer y otras enfermedades graves.