ARBEJALES Y EL TEMPLO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

“CENTENARIO DE LA PRIMERA PIEDRA”

(1913-2.013)

En un paisaje humanizado y alegre, de hermosas casas blancas, diseminadas por toda su superficie, en el que antiguamente existía un mundo de labranza, desaparecido en el acelerado proceso de transformación de Gran Canaria, entre los años 1.960-1.973. En el paraje agrícola de este barrio, justo en el lugar conocido como “Llanos de Roque”, comenzó a edificarse el que fuera el primer Templo Católico dedicado a la veneración del “Sagrado Corazón de Jesús”. Y que por la gracia de Dios y el poder que le confiere la Iglesia Católica, sería el primero levantado en la Diócesis de Canarias.

Los Llanos de Roque, denominación que recibe al tener sus orígenes en el Siglo XVII, por ser el Licenciado Roque Pérez de Quevedo, coadjutor de la Parroquia del Pino, en Teror, propietario de un extenso cercado en la zona. Lugar desierto de casas y limítrofe con los caminos reales que circundaban la zona, desde las cumbres, rumbo a la Villa Mariana, tuvo la certera idea de llevar a cabo tan inusitada obra, el que fuera Párroco de Teror entre los años 1.908 y 1.927, Rdo. don Juan González Hernández.

Fue este humilde Sacerdote un niño huérfano y pobre, pero aplicado y virtuoso, siendo su nombre de pila: Juan Luciano de la Soledad González Hernández; había nacido en la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el día 8 de Enero del año 1.855, siendo bautizado en la Parroquia de Santo Domingo, el mismo día de su nacimiento, asistiéndole como madrina su abuela materna, María de los Dolores Martín y ejerciendo como Ministro, el Rdo. Don Alejandro González, cura beneficiado de la citada Parroquia. Siendo Confirmado en la Parroquia de San Telmo, de manos del Obispo Codina, siendo su padrino, Rafael Hernández.

Es evidente que don Juan, a pesar de haber llevado una infancia dura y traumática, supo sobreponerse y lograr una vida responsable y equilibrada. Gracias a sus principios religiosos, heredados de su familia y madurados en su Parroquia, en la Congregación de San Luís: (propagada por la Compañía de Jesús), y en el Seminario Menor de la Diócesis de Canarias, consiguió ser estudiante “Meritísimus”, y ordenado Sacerdote, “Para más servir a Dios”.

Recibió la Tonsura y las Órdenes Sacerdotales, de manos del Obispo don José María Urquinaona y Bidot, quien ejerció su Pontificado en esta Diócesis Canariense desde 1.868 a 1.878. Comenzaba aquí una etapa Ministerial, que culminaría en la Villa de Teror, sin dejar por ello de dejar manifiesta su huella, en Los Arbejales.

A él le debe este pueblo y sus habitantes, el hermoso Templo que conservan casi cien años después, del que, en el presente año 2.013, se Conmemora el Centenario de la colocación de la primera piedra. Para mayor honra y gloria de Dios y esperanza de salvación eterna para sus feligreses.

Don Juan González falleció santamente, en Teror, el día 18 de Octubre de 1.927, a los 72 años de edad, cuya Parroquia rigió desde el 20 de agosto de 1.908 durante casi 20 años seguidos. Desvelos apostólicos que el Señor habrá premiado, no solo por ser un ciudadano correcto de diligentes virtudes, sino por su celo sacerdotal, adornado con un matiz ejemplar de heroicas virtudes.

Pero no es a él solamente a quien se le deben tan inusitados quehaceres, también pusieron otros su granito de arena, entre ellos, ejerciendo como administrador de la obra, don Juan Quintana y Quintana, (conocido por Juan el santo). Fue Juan Quintana uno de esos hombres que el pueblo ha manifestado y canonizado en vida. Hombre sencillo, de profesión carpintero y como hobby labrador, un cristiano piadoso que empeñó su vida y su hacienda por Dios y por la Iglesia. Él fue el auténtico ejecutor de la obra de este preciado Templo que tenemos el gusto de presenciar casi cien años después.

Trabajador incansable y fiel administrador, dio y recolectó todo lo necesario para que se llevara a cabo el proyecto que don Juan González había impulsado. Su memoria y su obra, han permanecido y permanecen imborrables -vivas- , entre los habitantes de Los Arbejales. Y aunque existen escasos documentos o datos biográficos de su persona, los testimonios de sus familiares y vecinos corroboran con bastante suficiencia la veracidad de los hechos, y avalan las aseveraciones de su semblanza en vida.

Juan Quintana fue el menor de los tres hermanos habidos del matrimonio celebrado entre, Juan Manuel Quintana Domínguez y doña María Antonia Quintana. Nació el día 15 de Octubre de 1.865, -día de Santa Teresa-, entre las diez y las doce de la noche. Al día siguiente fue bautizado en casa de sus abuelos: “sub conditione”, nada más nacer, por peligro de muerte, dado que su madre había tenido un parto difícil de dos gemelos, niño-niña: por el Párroco de Teror, que lo era en dicha fecha, el Rdo. don Florencio Jorge, quien ante el incidente acaecido fue requerido por la familia para proceder a dicho Sacramental, trasladándose desde Teror a Arbejales. Recibiendo este, el nombre de Juan y su hermana gemela, Juana. Pasando a ser parte activa de los hijos de la Pila bautismal de Teror.

El padrino de Juan fue su abuelo paterno, Juan Quintana; y de Juana, su tía paterna María Quintana, ejerciendo como testigos de la ceremonia Manuel Melián y Francisco Esteban Miranda. “Sochantre uno y sacristán el otro”: de la Basílica de Teror, quienes acompañaban al Sacerdote en su desplazamiento.

Les quedó la pena, de que, la niña falleció a los nueve días, de enfermedad natural y común a niños gemelos. Juan Quintana fue el menor de tres hermanos. Sus padres, casados en 1.859, tuvieron primeramente dos hijas: María del Pino y Ángela María, luego los dos gemelos, quedando solo tres, al fallecer la niña nacida junto con Juan.

Había en dicha familia grandes convicciones cristianas, de mucho arraigo, las que Juan el santo heredó espléndidamente de sus progenitores. Y aunque procedía de una familia de artesanos por parte de padre, y agricultores por parte de su madre, su principal medio de vida fue la carpintería, sin dejar nunca de atender a su familia, su labranza, ni de llevar a cabo sus prácticas de fe. Lo que le llevó a ser Miembro activo de la Adoración Nocturna de Teror y cooperador incansable de la obra eclesiástica de Arbejales. Su casa fue también “Oratorio provisional”. En ella don Juan González celebraba la Santa Misa, antes de fabricarse el Templo, los segundos viernes de cada mes.

La devoción de Juan el santo al Corazón de Jesús, era manifiesta y pública, no sólo entre sus vecinos y conocidos, sino más aún, cuando llegó el cura Juan González a Teror; por el impulso que este humilde Sacerdote dio al Apostolado de la Oración, al que Juan se agregó el 7 de Febrero de 1.909, como Miembro de segundo grado.

Por tal motivo, cuando se comenzó la construcción del Templo, fue nombrado: tesorero de la obra, administrador, maestro de obra, carpintero y obrero; ejerciendo a veces de “arquitecto” e incluso de “aparejador”, ya que guardaba en su poder los planos.

Pero no quedaba aquí el celo por lo que grandiosamente habían tratado de llevar a cabo los dos “Juanes”, sino que al mismo tiempo, organizaban fiestas y veladas, hacían colectas, rifas y subastas, con tal de recaudar los fondos necesarios para la obra. Incluso, Juan el santo, en más de una ocasión, cuando faltó dinero, no dudó en empeñar sus bienes para que no se parasen los trabajos. No obstante, jamás quisieron protagonismo ni se atribuyeron mérito alguno, afirmando que el Templo había sido “obra del Sagrado Corazón de Jesús”, al que uno servía y el otro no podía resistir de amarle.

Juan Quintana mostró siempre un gran respeto y docilidad a los Pastores de la Iglesia, Sacerdotes, Obispos etc. A pesar de las desavenencias que en más de una ocasión mantuvo con el Párroco de Teror, siempre le respetaba. Igualmente, con el obispo Marquina, entabló una profunda amistad, (llegando el Obispo a pernoctar en su casa cuando visitaba la obra). A él le consultaba con frecuencia sobre las decisiones a tomar con la obra, llegando a bajar a la Ciudad a lomos de una mula que poseía hasta en dos ocasiones en el día, siendo recibido siempre por el Prelado, quien admiraba su fe y su sencillez entregada a la obra de la Iglesia.

Fue promotor y fundador de la Sección de la Adoración Nocturna en Arbejales desde su reconocimiento en 1.922, hasta 1.931, año en que murió. Estaba enfermo, padecía de los bronquios y de corazón y no se cuidaba debidamente. Su cuerpo desgastado por tantos desvelos y sus trabajos, nunca le impidieron tener un espíritu preparado y decidido para el encuentro definitivo con Padre Dios.

Habiendo nacido el día de Santa Teresa, 15 de Octubre, partió hacia la casa del Padre en la mañana del 28 de Abril de 1.931, víspera de la festividad de Santa Catalina, nombre que llevaba su esposa. Dejaba este mundo a la edad de 66 años, víctima de una miocarditis, auxiliado con los Sacramentos de la Penitencia, Comunión y Extremaunción

Nació, vivió y murió bajo el signo de las Santas, “Teresa y Catalina” a quienes tuvo una especial devoción. Regaló para la Iglesia un hermoso cuadro de Santa Teresa de Jesús, a quien siempre consideró como su madre, siendo adornado en su vida por las virtudes teresianas, por su intrepidez evangélica y la confianza en la providencia. Murió la víspera de la festividad de Santa Catalina (28 de abril), Santa de la que aprendió la fidelidad y el amor a la Iglesia.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús de estas dos almas gemelas en la fe: “la del Cura don Juan González y la de Juan el santo”, era pues natural, que se manifestara constantemente, siendo el centro de todas sus vidas, la Basílica de Teror y el Templo de Arbejales: dos devotos ferventísimos del Sagrado Corazón de Jesús, a quien se les recuerda con grandes honores y se les ha dedicado dos sendas calles en el barrio, situadas en las zonas Este y Oeste del Templo.

LOS PRIMEROS PASOS

Por el año de 1.910, ya don Juan Gonzáles tenía en mente la idea de construir la Iglesia en Llano Roque, dedicada al Corazón de Jesús; y un día, confiado en un compañero de Sacerdocio, Franciscano, a quien traía cada año a predicar el quinario de las almas del purgatorio a Teror, llamado Fray Plácido Pérez de San Román López de Aberasturi, le presentó el croquis del futuro templo, para ver su opinión, pero la respuesta fue contundente: ¡Señor Cura, para esto nada, nada!

Parece ser que lo que aparecía en el proyecto era una pequeña ermita, y ello, no resolvía casi nada en un barrio en el que había bastante gente. Por lo que este le encomendó hacer un templo para el presente y para el futuro. “Lo más digno posible del titular”. Por lo que don Juan González calladamente recogió el croquis y se mandó a mudar.

Al día siguiente le visitó en su casa de Teror, -ocurría con frecuencia-, don Cirilo Moreno, delineante, y como gran amigo, el Sr. Cura de Teror, le contó el caso en que se encontraba inmerso, a lo que este dio toda la razón al “Padrito”, por lo que gracias a la insinuación del Padre Plácido, se varió el plano, sustituyéndolo y aceptando el de la Iglesia actual. Se dio la circunstancia de que dicho Franciscano, predicó en esta Santa Iglesia de Arbejales, el 22 de Noviembre del año 1.939, por invitación del Sr. Capellán, Rdo. don Miguel Arencibia Gil.

LA AUTORIZACIÓN DEL OBISPO PÉREZ MUÑOZ

Aunque don Juan González ya había hablado al Sr. Obispo del proyecto, tras concertar una entrevista, se presentó una comisión ante el Excmo. Sr. Obispo, pidiéndose la autorización para llevar a cabo la construcción del Templo de Arbejales, en el que honrar al Sgdo. Corazón de Jesús. La misma estaba formada por los siguientes miembros:

Rdo. Don Juan González Hernández: párroco de Teror.

Don Juan Quintana y Quintana: (Juan el santo).

Don Sebastián Déniz Montesdeoca. ( Vocal-1º )

Y don Juan Andrés Rivero Rodríguez. (Vocal- 2º ).

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Siéndoles concedido el permiso, con fecha 8 de Agosto del año 1.912, quedo el Obispo impresionado de la fe de aquellos hombres, a quienes les pregunto: ¿Tenéis mucho dinero para la obra?, contestándole estos: “Dinero sobra, porque tenemos la ayuda de Dios y la voluntad de todo un pueblo”. La fe y la solidaridad fue el capital que hizo posible la construcción del templo, superando todas las dificultades.

Era cierto, la razón de ser del Sgo. Corazón de Jesús, en poco más de tres años que estuvo entre nosotros el Obispo Pérez Muñoz, el “Apostolado de la Oración” alcanzó gran esplendor, de modo que llego a ser la más esplendorosa y numerosa de las Asociaciones y Cofradías. Todos los años, el Sr. Obispo presidía los actos que en su honor se celebraban en la Capilla de las Religiosas del Sagrado Corazón, del barrio de Santa Catalina. Se celebraban cultos y novenarios en la Ermita del Espíritu Santo e incluso la protección de la “Unidad Apostólica de Sacerdotes Seculares”, se puso bajo su custodia.

De este preciado Templo que él autorizó edificar, solo pudo conocer la colocación de la primera piedra y los cimientos, ya que a principios de 1.913 fue trasladado a la Diócesis de Badajoz.

LA PRIMERA JUNTA

Tres días después de la reunión con el Sr. Obispo, se llevaba a cabo esta en Arbejales, bajo la presidencia del Sr. Cura Párroco de Teror, quedando formada por las siguientes personas:

Presidente honorario: el Excmo. E Ilmo. Sr. Obispo, de la Diócesis.

Presidente efectivo: el Sr. Cura, Rdo. Don Juan González Hernández.

Secretario: don Juan Montesdeoca Déniz.

Tesorero: don Juan Quintana y Quintana (el santo).

Vocales: don Sebastián Montesdeoca.

don Juan Quintana Rivero.

don Isidro Juan Domínguez Déniz.

don Juan Andrés Rivero Domínguez.

don Antonio Rafael Quintana Domínguez.

don Antonio Déniz Gil.

don Pedro Viera Sáchez.

don Vicente Quintana Domínguez

don Juan Alvarado Santana.

don Antonio Miguel Déniz Montesdeoca.

don Juan Déniz Rivero.

don José Bernardo Quintana Guerra.

don Juan Deniz Naranjo.

don Pedro Déniz Naranjo.

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Todos los ante citados, destacaron no solo en la construcción del Templo, sino también como benefactores a favor de las dotes de los útiles de la Iglesia para su funcionamiento y esplendor.

LA PRIMERA CAPILLA

Ya, con anterioridad, tras la celebración de una Fiesta de Espigas en la Ermita de San Isidro, don Juan González autorizó dejar en el domicilio de don Juan Montesdeoca Rivero, en Casa Matos, la antigua Imagen del Corazón de Jesús, procedente de la Parroquia de Teror, la que al haber adquirido otra nueva, dejó para las procesiones y actos menos relevantes. La misma que llevaba en procesión a las distintas Ermitas de Teror, para participar en las Celebraciones de la Adoración Nocturna: “Fiestas de Espigas”. Por lo que creyó necesario edificarle una Ermita, con el motivo de proceder a su veneración y alcanzar los favores necesarios para la construcción del nuevo templo.

La misma fue construida muy cerca de donde está hoy ubicado el actual templo, situada en el cruce de los caminos que circundaba la zona, rumbo a Teror. Fue construida en los primeros meses del año 1.913, entre Enero y Marzo, de tal forma que en Abril, ya se recogían limosnas en su cepillo. Su construcción se confeccionó con ladrillos, cal, hierros, tejas y piedras de cantería en su frontis y, cristales en sus ventanas: con materiales nobles y vistosos. Además se adquirieron visagras, una pestillera, una lámpara de plata y otros utensilios; sumando el total de sus gastos 412,6 pesetas. Es una pena que no se haya conservado, aunque fue una construcción provisional. Perviviría como testigo a tantos festejos y juntas. Receptora de tantas plegarias, suspiros de arrieros y caminantes y como primer altar del Corazón de Jesús en la zona. Sólo se conserva una diminuta foto como recuerdo visual. Cosa incluso poco común en la época.

LA FIESTA DE LA PRIMERA PIEDRA

Nivelado el terreno y hechos los cimientos, tras nueve meses de trabajos intensos, asalariados y voluntarios, acabada la Capìlla, se organizó la gran fiesta de la “Colocación de la primera piedra y su bendición”. Fue invitado para la ocasión el Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, Rdo. Don Alejandro Ponce Arias: Catedrático del Seminario Conciliar de Canarias, quien a su vez ejercía como Director Espiritual de la Adoración Nocturna Diocesana; fue él quien ofició la Misa Solemne. La bendición de la piedra la hizo el párroco de Teror. Rdo. don Juan González , bajo la autorización del Excmo. Sr. Obispo. Con la presencia en el acto, del Sr. Alcalde de Teror, que lo era en la época, don Antonio Rivero Domínguez, representando al resto de la Corporación.

La primera piedra fue colocada debajo del Altar de mármol, en el Presbiterio, a los pies de la Imagen del Corazón de Jesús, a las diez de la mañana del día 18 de Mayo del año 1.913. Allí se guardan los secretos de aquella maravillosa fiesta. La misma que en el presente año 2.013, cien años después, conmemoramos con grandes honores y transcribimos para conocimiento de cuantas personas se sientan admiradas de su esplendor.

Como nos recuerda Paul Géraldy, (1885-1983) Poeta y dramaturgo francés: “Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza”. Porque: “El recuerdo es el perfume del alma”. George Sand (1804-1876) Escritora francesa.

COMISIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO

Presidente: Jorge Rodríguez Pérez: (PresidentePárroco

Secretarios: Juan Ferrera Sánchez y Jorge Quintana Domínguez.Secretarios

Tesorera: Francisca Hernández Rivero: (TesoreraPaqui

Vocales: Tomás Elías Domínguez y Nieves Ramos.Vocales

Adoración Nocturna: Sergio Nuez Ramos.Adoración Nocturna

Rancho de Ánimas: José Rivero Viera y Roberto Suárez.Rancho de Ánimas

Catequesis, Liturgia y Caritas: Inés Pérez Trujillo. (Catequesis, Liturgia y CaritasPor parte de los Ministerios

AA. VV.: Carmen Herrera, (San Isidro). Aniceto Falcón: (AA. VV.San IsidroEl Faro, Espartero y Cuesta

Falcón). Falcón