Parece a veces como si todo se acabara con la muerte. Pero la consternación y el desasosiego, nos llenan de dolor, ante el desconcierto que nos produce el tener que separarnos de un ser querido o de una amistad cercana, en corto espacio de tiempo. Más cuando existe una plena confianza y admiración.

Y es que la confianza y admiración que sentíamos por Dn. Juan Déniz López, no tenía límites; su carisma contagiaba a todos los que le conocieron: transmitía seguridad y creaba un ambiente de alta amistad.

El amigo que siempre estaba preparado para actuar ante cualquier necesidad: trabajo, enfemedad, visita de enfermos, sepelios, festejos u acompañamientos de cualquier índole; su excelente disponibilidad, hacía mella y dejaba huella. Por lo que se le hecha de menos. Es como si se hubiesen fundido los fusibles del alumbrado eléctrico y nos quedásemos a oscuras. Irradiaba luz e infundía seguridad.

Persona de gran talante e integración social, trabajador incansable, conocido en numerosos puntos de la sla; amigo de todos, honesto y colaborador. Por lo que crea un gran vacío, no solo entre sus familiares más allegados sino también entre aquellas personas con las que trataba a diario. Aunque el parentesco nos relegaba a tercera generación, su estilo permanecía sin alteraciones, con la misma firmeza recibida de sus progenitores. Hombre de tierra adentro, de habla fácil y buenos sentimientos: su palabra se hacía escritura de fe, cuan documento notarial.

Es por ello por lo que no le olvidaremos jamás, asunto que nos da pie, para transmitirles su partida el pasado 25 de Julio y reconocer su ausencia, sin olvidar su elocuente trato. Haciéndonos acreedores de sus esmerados consejos. Porque: “Los días del hombre duran lo que la hierva, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe”. Pero con la certeza de que por su esmerado comportamiento ya se encuentra en las manos de su Señor, descansando en paz.-

-Fdo: Eleuterio Jesús Santana Déniz.-