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Los hospitales de campaña son instalaciones provisionales que se habilitan cuando se producen catástrofes que provocan una gran cantidad de heridos. Los habíamos visto algunas veces instalados para asistir a los afectados por inundaciones, accidentes de aviación, o atentados terroristas.

Desgraciadamente en los últimos 12 meses la pandemia de coronavirus ha convertido esta imagen en algo habitual en algunos puntos de España, porque las olas de contagios vividas han saturado una y otra vez las instalaciones hospitalarias.

Al frente de uno de estos hospitales de campaña, el de IFEMA en Madrid, estaba el médico Fernando Prados, experto en medicina de emergencias, y que hoy es el Coordinador General del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal.

“Aquí cuando tuvimos la primera ola, los hospitales de Madrid se saturaron hasta un límite que no se había conocido nunca, lo que supuso la afectación a la asistencia sanitaria de los pacientes que tenían Covid-19”, explica Fernando.

Ante esto, se ideó un sistema para tratar a estos pacientes, pero fuera de los hospitales. Así surge el hospital de campaña de IFEMA, un espacio ya usado en otras ocasiones, como el 11M, o con el accidente del vuelo de Spanair, y que tenía como ventaja ser un recinto abierto que se puede modificar para adaptarlo al uso que se requiera, desde conciertos a ferias, pasando por partidos de tenis.

El sistema funcionó, pero poco a poco IFEMA fue vaciándose de pacientes y volviendo a la normalidad, (celebración de ferias, convenciones, etc). Esto llevó a que, ante la previsible llegada de una nueva ola, se decidiera abrir un espacio de características similares.

Así nació el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, “construido con la idea de dar servicio a la Covid-19, o a cualquier otra enfermedad infecciosa propia de una pandemia”, explica el experto en emergencias.

Características de un hospital de emergencias

La diferencia fundamental entre un hospital “al uso” y un centro de emergencias está en la versatilidad de los espacios. Tal y como explica el responsable del Isabel Zendal, “los diagnósticos y los tratamientos son exactamente iguales en ambos centros”, pero los espacios son multifuncionales.

Los 3 pabellones de los que consta son espacios abiertos construidos sin separaciones (habitaciones), con techos muy altos y un sistema de ventilación capaz de renovar todo el aire de los pabellones en 5 minutos. Es decir, “unos sistemas adecuados para trabajar con una infección con las características propias del SARS-COV-2”.

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Esta versatilidad tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado, permite en cuestión de horas habilitar o deshabilitar camas, o plazas de UCI y cuidados intermedios, en función de la tipología de los pacientes que ingresen o de cómo evolucionen.

Incluso permite el uso para otros fines sanitarios distintos de la hospitalización. Prueba de ello es que esta misma semana han habilitado uno de los pabellones para comenzar a realizar las vacunaciones masivas de profesores y otros profesionales. Como explica Prados “solo ha hecho falta “vestir” el pabellón instalando unos sillones para administrar las dosis”.

Esta capacidad de convertir los espacios para diferentes usos sanitarios podría extenderse más allá de la pandemia. Su responsable pone un ejemplo, “igual que se ha hecho esto, se puede habilitar la instalación de quirófanos para reducir la lista de espera para cirugías relacionadas con las lesiones de rodilla, por ejemplo”.

Como desventaja está la pérdida de intimidad de los pacientes. No pensemos en habitaciones de dos personas. Son pabellones donde conviven varios pacientes y donde su única posibilidad de intimidad está supeditada a la instalación de biombos y otros elementos de separación.

Pero a esto también le encuentra su responsable una parte positiva. Así lo explica el doctor Prados:

– “Esta patología requiere en ocasiones mucho tiempo de hospitalización, y uno de los aspectos más negativos de los largos ingresos que provoca el coronavirus es la soledad y la incomunicación interpersonal. Tenga en cuenta, además, que en los hospitales al uso, la movilidad del enfermo está muy limitada. No pueden salir de su habitación porque están infectados por coronavirus y hay que evitar que contagien al resto de usuarios o a los profesionales. Y esta falta de movilidad dificulta en muchas ocasiones la recuperación de los pacientes. En este tipo de hospitales, sin embargo, como la única patología que se trata en el centro es la Covid-19, pueden pasear e interactuar entre ellos, desapareciendo con ello el durísimo aislamiento al que están sometidos en otros centros”.

Además, continúa el doctor, esta forma de organización de los pacientes sigue la misma línea de cómo se trabaja en las unidades de cuidados intensivos: con todos los pacientes juntos para tener una visión directa de ellos.

Tipología de los pacientes

El funcionamiento de este hospital se ha hecho al estilo de las emergencias sanitarias. “Estamos en pandemia, y en algún momento el volumen de ingresos ha sido tan alto como si se produjera un accidente de aviación diario. Y esto requería una actuación de emergencia similar a la de una catástrofe”, explica Fernando Prados.

Por eso, el Isabel Zendal no está organizado por especialidades médicas. Allí no vamos a encontrar un servicio de neumología, ni el servicio de intensivos, ni el servicio de medicina interna.

“Aquí lo que tenemos son pacientes clasificados en tres tipos: los tienen capacidad de moverse y deambular, que necesitan un tratamiento respiratorio leve; los pacientes de cuidados respiratorios intermedios que requieren un soporte respiratorio más intenso, con ventiladores y presión positiva; y por último los pacientes graves ingresados en la UCI”, detalla Prados.

Cada categoría de pacientes requiere un diagnóstico y un tratamiento diferente. Y en cada una de esas tres categorías participan todos los profesionales sanitarios (neumólogos, intensivistas, anestesistas, internistas, dermatólogos etc). “Una pluriespecialidad porque en todos los pacientes hay que revisar aspectos de todas las especialidades médicas” detalla el coordinador.

Así, los únicos dos criterios que se han tenido en cuenta para la hospitalización en este centro de los más de 2.000 pacientes que ya han pasado por el Zendal desde diciembre, han sido la autonomía y la gravedad.

Especialmente la autonomía, «porque, aunque los tratamientos son exactamente los mismos que se administran en cualquier otro hospital, al disponer de espacios abiertos de libre tránsito, los pacientes que no tienen problemas de movilidad son los que más van a poder beneficiarse de ello”, explica Fernando Prados.

En cuanto al criterio de gravedad del paciente, hay que tener en cuenta que en este tipo de complejos hospitalarios el acceso a los cuidados intermedios (ventilación asistida) es más fácil.

“Este tipo de cuidados requieren espacios más extensos, parecidos a los de las unidades de cuidados intensivos, y eso en los hospitales ahora no lo hay, porque se han tenido que utilizar como UCIs extendidas”.

Pero así como un hospital no puede crecer quitando hospitalización y creando espacios de cuidados intermedios, este tipo de hospitales, gracias a su versatilidad, sí puede hacerlo.

Las zonas de ingreso se van modificando en función de la evolución y/o tipología del paciente. En un hospital normal donde todo está perfectamente compartimentado no es posible hacerlo”.

En formación continua

Por último, Fernando Prados destaca que el hecho de ser un hospital monográfico dedicado en exclusiva a la Covid-19, le convierte en un centro “capaz de recoger conocimiento científico todos los días. Los profesionales sanitarios que trabajan en este hospital consiguen adquirir una experiencia sobre la Covid-19 que es difícil obtener en un hospital normal”.

El gran número de pacientes de que ya han pasado por sus instalaciones les permite ser un punto ideal para la participación en ensayos clínicos y obtención de datos para estudios sobre el coronavirus.

En estos momentos este centro de emergencias alberga al “triple o el cuádruple de pacientes con Covid de los que hay en un hospital normal.”

Además, parte del personal que comenzó a trabajar allí en diciembre no disponía de todo el conocimiento sobre el SARS-CoV-2 necesario, con lo que la formación ha sido constante. De hecho, hay sesiones clínicas semanales.