El delirium es uno de los más importantes síndromes a los que se enfrentan los expertos en geriatría. Se trata de un estado de confusión que aparece de forma repentina, habitualmente a raíz de un ingreso hospitalario.

Los síntomas del delirium son muy variados y van desde estados de excesiva agitación en el mayor de los casos, alucinaciones o hiperactividad, a estados comatosos o de mucha somnolencia.

Una intervención de cadera, un infarto, una infección por neumonía, o una deshidratación, pueden llevar al anciano al hospital y desencadenar este síndrome que afecta a un tercio de los pacientes mayores de 70 años hospitalizados. Porcentaje que se incrementa hasta el 50% entre los mayores que ingresan en unidades quirúrgicas.

Es fácil que cualquiera de nosotros haya vivido alguna experiencia de este tipo en nuestro entorno familiar o personal. Es algo común. Pero se diagnostica poco. Y esto puede tener graves consecuencias.

Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) explican que «la mortalidad es el doble entre los pacientes con delirium que entre los que no lo presentan». Además, aumenta el riesgo de demencia, de ser dependientes al salir del hospital o de terminar en una residencia de ancianos.

El delirium también comporta un sobrecoste para el sistema sanitario, que se calcula de unos 500 euros por ingreso.

Imagen de archivo de dos señoras paseando EUROPA PRESS

Signos del delirium

Lo primer que hay que tener claro es que el delirium no es lo mismo que la demencia, aunque a veces convivan.

Según explican los geriatras, la demencia es gradual y progresiva (evolución de meses o años) y en la mayoría de los casos es irreversible.

Pero el delirium aparece de forma aguda en cuestión de horas o días. Además, fluctúa en el tiempo y, lo más importante, es reversible en días o semanas.

Los síntomas más habituales que según la SEGG nos van alertar del síndrome son:

  • Cambio del estado mental de forma aguda y fluctuante.
  • Desorientación temporal y espacial. Puede incluso dejar de reconocer a los familiares.
  • Decir cosas incoherentes.
  • Ver o sentir cosas que no son reales.
  • La inquietud y la agitación se agudizan durante la noche.
  • También es habitual que experimente una somnolencia excesiva, que puede alternarse con episodios de gran agitación.
  • Mayor irritabilidad y desconfianza.

El delirium se puede prevenir

No todo son malas noticias. Los especialistas recuerdan que entre un 30 y 40% de los delírium se pueden prevenir.

Mediante una serie de medidas muy sencillas, los familiares pueden ayudar a los más mayores a no derivar hacia esos estados de inquietud o somnolencia durante su ingreso en un hospital.

  • Acompáñelos durante las primeras 48 horas del ingreso, también por la noche.
  • Siempre que sea posible, estimule la movilidad del mayor, moviéndole, animándole a pasear…
  • Si lleva gafas o audífonos asegúrese de que los usa también durante la estancia en el hospital.
  • Procurar que descanse por la noche y esté activo durante el día. Hable con él, que lea, algún juego de mesa…
  • Reorientar. Es conveniente explicarles el por qué están ingresados, qué día es de la semana, del mes, dónde están, etc.
  • También se les pueden facilitar objetos personales para que su estancia sea más agradable (fotos, su radio, etc.…).
  • Asegurarse de que bebe suficiente agua y que come lo que los sanitarios han indicado.

La pandemia no hizo más que venir a complicar esta situación. Las medidas de prevención de la Covid-19 han hecho que los ingresos sean largos y solitarios.

Con ello, el delirium se ha convertido en una complicación más entre los pacientes infectados de más edad. Y su incidencia alcanza tasas del 25% al 37% en pacientes hospitalizados en planta, y mayor del 65% en las unidades de cuidados intensivos (UCI).

«Desarrollar un delirium durante la infección por COVID-19 también se asocia a un peor pronóstico, con mayor mortalidad, incluso tras ajustar por comorbilidad y gravedad de la enfermedad», alertan los geriatras.

¿Qué hacer si ya tiene delirium?

A veces las recetas de los geriatras no sirven para librar a la persona mayor de caer en el delirium.

En esos casos, la SEGG recomienda:

  • Si su familiar sufre cualquier cambio en su estado mental o comportamiento como confusión, agitación o demasiado sueño, comuníquelo al personal sanitario.
  • Y aunque sea muy complicado a veces, hay que mantener la calma. Al hablar, utilizar palabras claras y sencillas, no elevar el tono y dirigirse a ellos con suavidad.
  • Lo mejor es no llevarles la contraria y tener paciencia para explicarles las cosas las veces que sea necesario.
  • Cuantas menos visitas, mejor. Por lo menos hasta que el delirium remita. Ahora, en pandemia, esto es mucho más fácil de hacer.
  • Acompañar al paciente de noche si vuestra presencia le da tranquilidad.
  • Y, por último, seguir las mismas pautas vistas para la prevención de este importante síndrome geriátrico.