Desde que nacemos, nuestro cuerpo está preparado para combatir cualquier infección que venga del exterior. Se logra hacer de mejor o peor manera en función del virus que sea, pero nuestro organismo tiene las defensas activas desde que vemos la luz del mundo por vez primera.

Esas células encargadas de responder a cualquier ataque externo se llaman células asesinas naturales, un nombre que bien podría hacernos pensar pocas cosas buenas de ellas, pero en realidad son fundamentales.

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Podríamos definir su acción como la de esos médicos de urgencias que llegan los primeros al lugar de un accidente y empiezan a trabajar, con los medios limitados por las condiciones, para salvar al paciente.

Su actuación temprana es fundamental para lograr el objetivo.

Son fundamentales, por ejemplo, a la hora de combatir enfermedades como el cáncer.

En segundo término, serán las conocidas como células T Killer las que harán todo lo posible por mitigar los efectos de ese ataque infeccioso.

Sabido esto, la ciencia ahora se afana por desenmarañar la forma en que esas células de acción temprana, las células NK, se alimentan para convertirlas en potenciales agentes solucionadores de cualquier virus que ataque a nuestro sistema inmunológico.

Es a este punto al que ha llegado el análisis realizado por el Instituto de Investigación del Cáncer de Estados Unidos, la Beca de Apoyo al Centro de Cáncer del NCI, Cycle for Survival, el Centro Ludwig de Inmunoterapia contra el Cáncer, la Sociedad Americana del Cáncer, el Fondo Burroughs Wellcome y los NIH.

Esa es la clave, conocerlas al detalle para generar una mayor y mejor defensa ante cualquier virus o infección.

El equipo investigador del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering publicó los avances de su investigación en la revista científica Cell Reports.

De qué se alimentan las células NK

Se desconocía hasta la fecha la manera en que las células NK recargaban las pilas para actuar ante los agentes externos que atacan el organismo.

El equipo del Doctor Joseph Sun analizaron el desempeño de las células asesinas naturales en animales directamente para después comparar su comportamiento con el de las células T Killer, más conocido por la ciencia.

Éstas ultimas dependen de la glucólisis aeróbica para llevar a cabo sus funciones protectoras, pues bien, las células NK aumentan esa glucólisis aeróbica cinco días antes de lo que lo hacen las T Killer, explicándose de este modo los porqués de su acción temprana.

«Esto encaja con la idea de que las células NK son células inmunes innatas que son realmente críticas para montar una respuesta rápida», señala en su publicación el equipo investigador.

La aplicación de las células NK en los tratamientos contra el cáncer

Este descubrimiento hecho por los científicos del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering permitirá avanzar en la lucha de la humanidad contra el cáncer.

El poder servirse de estas células NK hará posible mejorar la inmunoterapia.

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Tienen implicaciones como forma de terapia celular: los investigadores creen que podría desarrollarse la potencia de las células asesinas naturales en el laboratorio para después introducírselas directamente al paciente a través de su sangre.

Hay que ajustar la manera de hacerlo ya que el análisis está en un primer punto de partida, aunque de vital importancia.

Se sabe ya por dónde se debe empezar a trabajar, eso sí, pero son precavidos ya que entienden que «si estás cultivando estas células en el laboratorio y las presionas para que se dividan demasiado rápido, es posible que no tengan tanto potencial para someterse a una glucólisis aeróbica» cuando las reintroduces en el organismo de un paciente.

El siguiente objetivo es encontrar la manera en que se logre de manera artificial estimular el desarrollo de esas células asesinas naturales al tiempo que se logra preservar su resistencia.

Un gran punto de partida para mejorar el tratamiento de multitud de infecciones, virus y enfermedades.