Las enfermedades reumáticas son muy distintas entre sí, pero comparten determinados síntomas, como rigidez, inflamación, dolor, etc. Molestias que pueden hacer caer en el sedentarismo a muchos de los pacientes.

Pero la realidad es que todos estos síntomas pueden mejorar con la práctica de ejercicio físico. «Realizado de forma habitual, sin sobrepasar ciertos límites, tiene efecto antiinflamatorio», tal y como señala la doctora Raquel Almodóvar, reumatóloga del Hospital Universitario Fundación Alcorcón y miembro de la Sociedad Española de Reumatología (SER).

Te puede interesar: Diez consejos para que los pacientes reumáticos disfruten de un verano seguro

La reumatóloga insiste en que es muy importante que la actividad física esté adaptada al estadio evolutivo de cada enfermedad, así como a las capacidades y los gustos de cada paciente.

Esto va a contribuir a que se mantenga este hábito saludable y los pacientes noten una mejora en su calidad de vida.

Pero, desafortunadamente, la realidad es muy distinta.

Enfermedades reumáticas: Recomendaciones

En las fases iniciales de las enfermedades reumáticas, las recomendaciones para la práctica de ejercicio son las misma que para la población general.

Solo se realizan algunas adaptaciones en función de las características del cuadro clínico y del nivel previo de actividad física.

El doctor Flórez recuerda que a la hora de practicar ejercicio también es muy importante:

Ejercicio controlado y dirigido

En los pacientes con estados más avanzados de la enfermedad reumáticas la práctica de ejercicio tiene que estar mucho más controlada y dirigida en función del cuadro clínico de cada persona.

«Por poner algún ejemplo, en las fases avanzadas de la artrosis, la espondiloartritis, la artritis psoriásica y la artritis reumatoide se recomienda realizar ejercicios de bajo impacto y evitar los de alto impacto» indica el experto.

Además, como recuerda la doctora Almodóvar, el ejercicio físico regular también puede prevenir algunas enfermedades reumáticas, como la osteoporosis.

«Una persona con buena forma física debería hacer ejercicios que tienen mayor capacidad osteogénica, es decir, que contribuyen a la formación del hueso. Se trata de ejercicios aeróbicos de alto impacto, como correr o cualquier deporte que implique saltar. También los ejercicios de fortalecimiento de alta intensidad de la musculatura que rodea las zonas del cuerpo con mayor riesgo de fractura por la osteoporosis (columna dorsal y lumbar, caderas y muñecas)», señala la reumatóloga.

También insiste en que «este tipo de ejercicios ya empiezan a tener efecto preventivo si se realizan durante la infancia y la adolescencia».