La pandemia de la COVID-19 ha llevado consigo un aumento significativo del consumo de información científica y sanitaria por parte del público en general.

La declaración, por ejemplo, del Estado de Alarma en España fue seguido por el 80,9% de la audiencia. Esto significa que, de cada 100 espectadores que estaban viendo la televisión en ese momento, 80 estaban siguiendo la comparecencia del presidente del Gobierno.

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Esta tendencia también se tradujo en un incremento del consumo televisivo en días posteriores. Ese mismo fin de semana, la media de minutos por persona ascendió a 344.

En la mayoría de los casos, la información relacionada con el coronavirus fue acompañada por imágenes que representaban esta enfermedad. La primera fotografía que vio la luz, en blanco y negro, fue publicada por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CCDC) de Estados Unidos en enero de 2020.

Sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación han utilizado imágenes en color para ilustrar las informaciones de la COVID-19. Un estudio, publicado en la revista académica PLoS ONE, analiza cómo nos ha influido el uso de estas fotografías en la percepción de la pandemia.

La investigación, realizada por la Universidad Autónoma de Barcelona y RTVE, obtuvo casi 92.000 respuestas a través de diferentes canales de comunicación. Mediante una serie de imágenes, los participantes clasificaron las ilustraciones según la belleza, calidad científica, realismo, grado de infectividad, temor o naturaleza didáctica.

¿Las imágenes a color generan poco miedo?

De las 333 personas que participaron en este estudio, más de la mitad (56,8%) eran mujeres, y con amplía representación por edad. El más numeroso la franja que se sitúa en 46-55, que representó el 36,3% del total de los encuestados.

Celia Andreu-Sánchez y Miguel Ángel Martín-Pascual, autores del estudio, señalan que las imágenes eran entendidas como menos realistas y científicas cuanto más «bonito» era percibida la imagen del SARS-CoV2.

Sin embargo, las imágenes que se publicaban en blanco y negro provocaron en los encuestados -y en la población en general- una sensación de peligro: más contagioso. Las fotografías son percibidas como más didácticas y científicas en comparación con las coloreadas.

El estudio puntualiza que «la naturaleza fotográfica, el blanco y negro y los atributos bidimensionales de las imágenes del coronavirus favorecen que la gente perciba el virus como más científico, más real, más contagioso y didáctico. Y lo hacen tanto si son imágenes reales del coronavirus como si son falsas».

Para los autores es «interesante que las imágenes en blanco y negro del SARS-CoV-2 sean percibidas de esta manera, aunque resulte difícil de explicar porque la mayoría de nosotros percibimos la realidad en color».

¿Cómo nos han afectado estas imágenes?

Los resultados, resaltan los investigadores, «nos hacen pensar que es posible que la percepción pública provocada por las representaciones visuales del SARS-CoV-2 pueda haber impactado en el comportamiento de las personas (por ejemplo, disposición a la distancia social) y estados emocionales (por ejemplo, ansiedad)».

Andreu-Sánchez y Martín-Pascual dicen que «es un tema poco estudiado en la comunicación de la salud» pero que puede ser «de un interés potencial para el uso de los medios visuales y para los ilustradores científicos y comunicadores».

Por ello, «sugerimos que los comunicadores científicos presten atención a estos resultados para comunicar la ciencia en futuros contextos de salud, en los que el comportamiento de la población es fundamental», concluyen.