Hace unos días el Profesor Jonathan S. Reiner de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad Georges Washington declaró:

Las cifras le dan la razón.

A nivel mundial se estima que Ómicron tiene una tasa básica de reproducción (R0) de alrededor de 10, pero puede ser muy superior en determinadas zonas. Y eso que gozamos de una amplia cobertura vacunal.

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Ómicron es más contagioso que la gripe de 1918, la difteria…

Para que podamos establecer comparaciones, veamos los datos de otras enfermedades:

– La gripe de 1918 que asoló al planeta tenía una tasa básica de reproducción (R0) de 2,5.

– Las enfermedades infecciosas más contagiosas conocidas como la polio, la difteria, o la rubeola alcanzan valores máximos de R0 del orden de 5 a 7.

– Tan solo el sarampión y la tos ferina superaron estos máximos de contagio, pero en determinadas áreas muy deprimidas y con gran densidad de niños criados en condiciónese insalubres. Y ahí alcanzaron valores de R0 del orden de 12.

Recordemos que cuando la variante original del coronavirus de Wuhan se expandió por el mundo su R0 fue de 2,5.

Ahora Ómicron tiene una tasa básica de infección que es el cuádruple de las que alcanzaban las primeras variantes.

Esto explica que a pesar de nuestros indudables avances en vacunación, fármacos, mascarillas, tratamiento hospitalario, etc., no hayamos conseguido vencer al SARS-CoV-2.

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Un infectado empieza a contagiar en tres días o menos

Sin duda Ómicron es una variante muy especial.

Creciendo sobre células de epitelio bronquial humano, en condiciones de laboratorio se multiplica hasta 70 veces más rápido que la variante Delta. Y eso que hasta la fecha Delta era, con mucho, la más infectiva de las numerosas variantes del SARS-CoV-2 que asolaron a la humanidad.

En esta extraordinaria rapidez de crecimiento parece estar buena parte de su extraordinaria infectividad.

Todo parece indicar que el tiempo que transcurre desde que nos contagiamos con Ómicron hasta que empezamos a transmitir la enfermedad se reduce significativamente respecto a las otras variantes del coronavirus.

Así con las primeras variantes del SARS-CoV-2, una persona media que acababa de contagiarse podía tardar al menos 5 días en empezar a contagiar a otros. Pero con Ómicron este tiempo puede reducirse a solo 3 días y tal vez menos.

Ómicron necesita menos dosis infectante para contagiar

Pero Ómicron no solo es capaz de replicarse más rápido que las anteriores variantes, sino que además es capaz de unirse a las células diana a las que infecta y de penetrar en su interior mejor y más rápido, mostrando mucha más afinidad por esas células diana.

Así, la dosis infectante (el mínimo número de virus que deben llegar a nuestras vidas respiratorias para que desarrollemos la enfermedad) de Ómicron podría ser significativamente menos que la necesaria con otras variantes.

Por si fueran poco todas estas ventajas, Ómicron también tiene una especial habilidad para evadirse de la protección de las vacunas.

Por eso, mientras la eficacia de las vacunas para prevenir la enfermedad producida por las primeras variantes del SARS-CoV-2 superaba el 90%, con la variante Ómicron esta protección vacunal se reduce incluso hasta el 60% en el caso de muchas personas vacunadas hace más de 6 meses.

Afortunadamente las vacunas siguen protegiendo muy bien contra los casos graves y la muerte.

Pero la habilidad de la variante Ómicron para evadirse parcialmente de la protección de las vacunas es muy mala noticia.

¿Es menos grave la enfermedad que produce Ómicron?

En general los políticos, gestores de la pandemia y “expertos oficiales” que les asesoran han lanzado las campanas al vuelo diciendo que la variante Ómicron causa una enfermedad menos grave que las anteriores variantes.

No hay duda de que las cifras de hospitalización, de ingreso en UCIs y de muerte provocadas por la variante Ómicron son significativamente menores que las que se producían, por ejemplo, durante las navidades pasadas.

Es una buena noticia.

Sin embargo, esta visión tan optimista podría no ser cierta y, desafortunadamente, tiene todos los visos de no serlo.

Ómicron no es, para nada, una variante «buena»

Los datos dicen que Ómicron en personas no vacunadas es tan mala como Delta

Hay que tener en cuenta que hace un año la gente no estaba vacunada. Y ahora lo está masivamente.

Todo parece indicar que Ómicron hace menos daño porque la mayoría de la gente está vacunada.

Pero cuando se analizan las tasas de enfermedad grave y de muerte producida por la variante Ómicron entre las personas no vacunadas, los primeros datos demuestran que esta variante no es mucho menos grave que la variante Delta.

Ante semejante acumulación características peligrosas en la variante Ómicron y la relajación la prudencia en las fiestas navideñas, las perspectivas resultan desoladoras.

Algunos modelos estiman que hacia mediados del próximo enero nos encontraremos ante las peores cifras de toda la pandemia.

Lo que se nos puede venir encina es extremadamente preocupante.

Sabemos dónde nos contagiamos

Lo peor es que sabemos cómo y dónde nos contagiamos. Y deberíamos tenerlo bien presente en estos días de fiesta.

Meta-análisis masivos de los datos epidemiológicos demuestran rigurosamente que la mayoría de los contagios de la Covid-19 ocurren en las actividades de ocio como salas de fiesta, discotecas, bares, restaurantes, etc.

– Aunque no resulte popular hay que decirlo claramente: la mayoría de los casos de la Covid-19 se deben al turismo y la hostelería, y Ómicron no hace más que apuntalar esto.

– En segundo lugar, los contagios se producen en las aulas, que resultan más peligrosas cuanto mayor es la edad de los alumnos que a ellas acuden.

– Después vienen los brotes hospitalarios.

¿Por qué se empeñan en limitar las reuniones familiares?

Los contagios en el ámbito de las reuniones familiares son menores y casi siempre se trata de brotes secundarios donde alguno de los asistentes se contagió antes asistiendo a un establecimiento de ocio u hostelero que no cumplía con las normas necesarias.

Sorprendentemente se nos indica que limitemos nuestras reuniones familiares cuando, siguiendo estrictamente criterios de salud y no supuestos criterios económicos, lo que no debemos hacer es ir a bares, restaurantes y discotecas salvo que garanticen todas las medidas de precaución.

La conclusión no puede ser más clara. Si uno quiere celebrar las Navidades en familia de una forma segura no puede abusar asistiendo a cenas de empresa, celebraciones en bares, discotecas, etc.

Es la hora de las mascarillas FFP2 y FFP3

También debemos recordar que las mascarillas son una magnífica herramienta para prevenir el contagio. Pero no todas lo hacen.

Solo las FPP2 y las FPP3 nos protegen de verdad.

Ni las mascarillas quirúrgicas, ni las de tela lo hacen, aunque si estamos contagiados reducen la cantidad de virus que transmitimos al exterior.

De hecho el nombre de “virus” les viene dado porque son tan pequeños que tienen la capacidad de atravesar los filtros que se utilizaban en los antiguos laboratorios.

En estos momentos en que la variante Ómicron está llenando numerosos ambientes con una enorme carga viral debemos utilizando solo mascarillas FPP2 y FPP3.

Ómicron puede ser un peligroso foco de nuevas variantes

Ómicron acumula 50 mutaciones diferentes de la variante Delta. Para que pudiese darse algo así fue necesario que hubiera una población ingente de virus. Y esto es lo peor que puede ocurrir con Ómicron. Con una tan alta tasa de infectados aparecerán nuevas variantes.

Si alguna de ellas es todavía más infectiva que Ómicron entonces se expandirá en la población. Y nos creará nuevos problemas.