El coronavirus no deja de complicarse y necesitamos mascarillas de las buenas. FFP2 o similares, que dan entre 5 y 10 veces más protección.

Esa es la primera recomendación de los expertos. Porque incluso con mascarilla estamos asistiendo a unas Navidades de locura, con los contagios disparados hasta niveles que nunca nos atrevimos a imaginar.

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A estas alturas de las vacaciones, y con poco más de un mes de la variante Ómicron, rara es la persona que no conoce hoy a algún contagiado, o que no ha visto alterados sus planes navideños por tener algún positivo en la familia.

Y en esta situación no paramos de escuchar a los que saben pidiendo que retomemos y estrechemos todas las medidas de prudencia que ya nos habíamos aprendido.

Y la primera de todas es la elección y el uso de las mascarillas.

¿Sirven aún las mascarillas utilizadas para la gripe de 1918?

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Hace 100 años, cuando se desató la pandemia de la gripe mal llamada española, la de 1918-19, los ciudadanos del mundo ya utilizaban mascarillas para protegerse.

Y ahora, más de un siglo después, algunos parecen seguir utilizando mascarillas demasiado parecidas a aquellas que las autoridades enseñaban a fabricar en carteles pegados por las calles.

Así que es un buen momento para explicar por qué los científicos aconsejan en estos momentos el uso de las mascarillas FFP2 o FFP3 en su versión europea o americana (KN95).

Muy por encima de las mascarillas de tela y las quirúrgicas, que no protegen lo mismo.

Lo prueban estudios como el liderado por el El Dr. Brosseau, experto en protección respiratoria y enfermedades infecciosas, además de consultor de investigación del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) de la prestigiosa Universidad de Minnesota (UMN).

Y también el estudio de un ingeniero mecánico con experiencia en ciencia de aerosoles que además tiene un buen canal de youtube.

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¿Funcionan las mascarillas de tela o quirúrgicas frente a Ómicron?

Funcionan, en lo que ellas pueden aportar.

Es decir, son moderadamente efectivas para capturar partículas que salen de tu propia boca (contagiar a los demás), pero ofrecen poca protección contra las partículas entrantes (contagiarnos).

Por supuesto, una mascarilla de tela es mucho mejor que nada. Pero solo proporciona alrededor de un 30-60% de protección al usuario.

Y tampoco las quirúrgicas solucionan mucho más.

Porque si bien es verdad que son mejores y protegen entre un 40-80%, también es cierto que carecen de un ajuste ceñido a la cara.

Y eso, que permite respirar mucho más cómodo, provoca unas enormes pérdidas que facilita tanto que contagiemos a los demás como que nos contagiemos nosotros. Sobre todo esto último.

Mascarillas de alta filtración

Con la cantidad de virus que nos rodean desde la explosión de la variante Ómicron, es urgente que nos tomemos otra vez en serio la protección de las mascarillas. Incluso más en serio que antes.

Por eso debemos saber que existen mascarillas mucho más eficaces.

Se llaman de alta filtración y proporcionan una protección al usuario entre cinco y diez veces superiores a los de una máscara de tela, al mismo tiempo que brindan una protección significativa a los demás.

Así que mientras que con máscaras quirúrgicas o de tela, el riesgo de infección aumenta a los pocos minutos de estar cerca de otras personas sin mascarilla, los estudios concluyen que con el uso de mascarillas de alta filtración bien ajustadas, este mismo nivel de exposición tardaría horas en volverse peligroso.

Es más, reducen en mucho el peligro que suponen para nosotros esas personas que llevan mascarillas quirúrgicas por debajo de la nariz como si fuese algo incómodo solo para ellos.

¿Dan sensación de ahogo los respiradores con máscara filtrante?

Para empezar, por mucho que haya multitud de personas que aseguran que les impiden respirar, la realidad es que se trata de un problema más psicológico que real.

Porque este tipo de mascarillas están fabricadas de cuatro capas de polipropileno no tejido, que permiten la filtración de partículas:

– La primera capa o capa exterior, es impermeable y está hecha de polipropileno.

– La segunda es del mismo material y tiene como objetivo aportar una filtración adicional.

– La tercera es una capa de Polipropileno fundido, a la que se le aplica una carga electrostática para atrapar partículas aún más pequeñas.

– La cuarta es la capa interna hipoalergénica que le aporta comodidad y confort.

– Además incorporan una pieza nasal de aluminio flexible para facilitar el ajuste.

La explicación es que las fibras de polipropileno soplado son de tamaño micrométrico, aproximadamente 1/50 veces más pequeñas que el diámetro de un cabello humano, y están muy espaciadas.

Por eso consiguen casi un 99% de protección contra los aerosoles respiratorios típicos de la Covid-19, a la vez que tienen una transpirabilidad que supera la de una máscara de tela de tres capas, que es la más habitual.

Por eso la sensación de ahogo que muchos alegan para no utilizarlas podría ser psicológica, pero no es real.

Filtración, comodidad y ajuste

Al elegir una mascarilla debe tener en cuenta tres criterios: filtración, comodidad y ajuste.

Y los respiradores de los que estamos hablando brindan no solo la filtración, sino también la comodidad de unos materiales altamente transpirables y un ajuste a la cara que se logra gracias al diseño, siempre que la ajustemos bien.

Esto es lo que hace que los respiradores sean una opción tan fácil y eficaz, ya que consiguen que el aire fluya a través de la mascarilla y no alrededor de ella.

¿Cuáles son los respiradores recomendados?

En la Unión Europea y el Reino Unido los respiradores recomendados son las mascarillas FFP2, siempre con la supervisión de la UE que garantiza un producto de calidad.

Lo mismo ocurre en los EE. UU. con las mascarillas KN95 o en Corea del Sur con los KF94.

Incluso hay mascarillas con eficacia garantizada para cantantes y coros. Son las 9105 americanas que proporcionan un rango completo de movimiento para la mandíbula y permiten al usuario respirar como si no tuviera nada en la cara.