La pasada semana la revista Science publicaba un estudio que señalaba la relación existente entre la mononucleosis infecciosa provocada por el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple (EM).

Los investigadores extraían esta conclusión tras analizar una muestra de 10 millones de adultos jóvenes en servicio activo en el ejército de los EE. UU., 955 de los cuales fueron diagnosticados con esclerosis múltiple durante su período de servicio.

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Qué es la mononucleosis

La mononucleosis infecciosa, conocida popularmente por enfermedad del beso, es una patología infecciosa provocada en su mayoría por el virus Epstein-Barr, un virus tipo herpes, según explica la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).

Debe su popular nombre a la forma de transmisión a través de la saliva y sus principales síntomas son:

En general se trata de una patología que remite a las 2 semanas del inicio de los síntomas. Aunque puede complicarse, si la inflamación del bazo es muy grande, y además, puede afectar al hígado.

No hay tratamiento para esta enfermedad. Los médicos prescribirán lo necesario para aliviar las molestias y recomendarán reposo.

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¿Qué dicen los neurólogos sobre el estudio?

Ante las expectativas que, lógicamente, ha creado esta noticia, desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), quieren aclarar algunas cuestiones para no crear ni miedos ni falsas esperanzas.

Así, el neurólogo Miguel Ángel Llaneza, Coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la SEN aclara varias cuestiones:

Como señala el doctor Llaneza, la influencia de estos factores ambientales parece crucial durante la niñez, tal como demuestran estudios realizados en poblaciones que migran de áreas de baja frecuencia de la enfermedad a otras de alto riesgo, o a la inversa,

A pesar del estudio recientemente publicado en la revista ‘Science’, en el que, de nuevo, parece haberse encontrado una posible asociación entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple, no está claro por qué la esclerosis múltiple se manifiesta en algunas personas y en otras no.

Así pues, reiteramos que las investigaciones siguen apuntando a una combinación de factores genéticos con otros ambientales y no solamente a un único factor.