Existen héroes y heroínas que son todo un ejemplo para el resto de la población. Transmiten ciertos valores que enseñan al resto de la sociedad que cumplir un sueño es posible. Álvaro Lafarge es una persona de este tipo, su caso es digno de inspirar a todo el mundo. Desde pequeño, la máxima de este joven argentino, que padece síndrome de Down, era convertirse en bombero. Después de una incesable lucha, Álvaro lo ha conseguido. Eso sí, el camino que ha tenido que recorrer ha sido complicado y tortuoso, pero al final lo ha logrado.

Su entorno más cercano siempre le recomendó que se dedicara a deportes menos arriesgados que los que él practicaba. Pero su afición por la equitación y el rugby hizo que Álvaro hiciera oídos sordos a todos esos consejos. Gracias a la práctica de estos deportes, el joven logró aumentar su masa muscular y ganó fuerza, algo que exige la profesión de sus sueños.

Su madre explicó al diario argentino Clarín que su hijo "cumplía con todos los requisitos que le pedían" en las pruebas para convertirse en bombero, pero, aún así, parecía insuficiente. "En 2013, empezó a ir tres veces por semana al cuartel. En diciembre de ese año empezamos los trámites para que lo contrataran oficialmente, pero nunca lo terminaban de aceptar. Nos pasamos tres años y medio de oficina en oficina", narra su madre.

Con la desesperación de ver los obstáculos que le ponían a su hijo, decidió escribir una carta en la plataforma web de peticiones Change.org. En ella explicó la situación de su hijo. En cuatro días, más de 18.000 personas plasmaron su firma, dando así su apoyo: "Los medios ayudaron mucho con la difusión del caso y, junto a organismos no gubernamentales, hicimos un pedido formal al ministerio de Seguridad".

El caso de Álvaro llegó hasta las más altas esferas. La gobernadora de la región acabó intercediendo para agilizar los trámites, ya que reconoció que si cumplía con todos los requisitos exigidos, no había ninguna razón por la que Álvaro no entrara a formar parte del cuerpo de bomberos.

Una vez dentro, el joven argentino no está expuesto a situaciones de riesgo de vida, pero trabaja 30 horas semanales dentro del cuartel y tiene un sueldo como el resto de sus compañeros. Su madre, también un ejemplo de lucha y amor por su hijo, habló orgullosa de Álvaro: "Se lo toma muy en serio Por suerte, su zona es tranquila y no lo van a mandar a incendios, ni nada que implique un peligro para él. También va a los desfiles oficiales. Está feliz, le encanta", dijo.

La madre de Álvaro criticó la labor que se realiza en Argentina en este tipo de cuestiones, pero tal y como afirma y demuestra su caso, si se lucha, al final, "se puede". "Verlo ganar otra batalla nos llena de felicidad. En Argentina, la integración para la gente con capacidades diferentes existe solo de la boca para afuera. Luchamos por él desde que nació. Con la obra social, con las maestras que le decían que no podía terminar la primaria... y otra vez ganamos. Él nos demuestra que se puede".