Sobre una cuerda floja de apenas dos centímetros y medio de ancho y a expensas del viento y la sorpresa de un vecino de la zona, unas quince personas retaron a la gravedad en la zona de Ayacata el pasado sábado, 21 de noviembre.  

Se trata de highline, una modalidad de slackline, es decir, cruzar de un punto a otro en equilibrio sobre una cinta de nailon o línea, pero a gran altura. Una practica deportiva en auge en Canarias y en España, donde cada vez son más los intrépidos que se animan a retar al vértigo. Que, por otro lado, más allá de la espectacular estampa y la angustia ajena que puede causar entre el público, no supone ningún riesgo para la integridad física de quienes suben a la cuerda, pues se realiza con exhaustivas medidas de seguridad.

A diferencia del funambulismo, en el que se hace lo propio pero sobre un cable de acero más estable y con una barra para mantener el equilibrio, la cuerda del highline es plana y está a merced del viento, por lo que se mueve en todas direcciones añadiendo complejidad al recorrido.