¿Quién no ha soñado alguna vez en vivir algún día en un castillo? Ahora es posible, pero quizás, no para todos los bolsillos. Y si no se puede siempre se puede adquirir con algunos amigos y familiares. En Canarias hay uno a la venta. Se trata del Castillo de San Joaquín, en Santa Cruz de Tenerife.

La construcción data de 1586 y cuenta con 944 m2 útiles en una parcela de 4400 m2. Se levantó para defender la Isla de piratas y corsarios.

Está ubicado en el barrio de Villa Benítez, entre Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna, y está junto al Mirador de Vistabella. Fue reformado como castillo en 1780.

Presenta una única entrada de acceso que da a un patio de distribución. Desde ese patio se accede a las cuatros torres cilíndricas y a las edificaciones rectangulares que conectan las cuatros torres. Al interior de las cuatros torres cilíndricas están las escaleras que conectan con la segunda planta. En la azotea hay garitas y otros espacios edificados.

Diferentes usos

“Poder entrar en un espacio completamente fortificado da una sensación de protección, de privacidad y de invulnerabilidad”, asegura la vendedora que recalca que “nadie nunca lo ha derrumbado ya es garantía de una edificación estable”.

La construcción ha sido camaleónica durante todos estos siglos: ha sido desde polvorín, pasando por palomar, hasta prisión militar. 

Fue propiedad del Ministerio de Defensa hasta 1996, momento en el que, tras una subasta pública, un particular lo compró.

Monumento Histórico Artístico

A partir del informe realizado entre 1584 y 1589 por el ingeniero militar Leonardo Torriani, enviado por Felipe II para preparar las fortificaciones defensivas de las Islas Canarias contra los ataques de las potencias extranjeras ávidas de apoderarse del Archipiélago, en 1586, el gobernador militar Juan Núñez de la Fuente ordenó levantar en La Cuesta una batería con cuatro piezas de artillería para defender La Laguna de los posibles asaltos de piratas y corsarios que hubieran traspasado la primera línea de playa, ya que desde esta cornisa o valonada se controlaba la subida desde el puerto a la capital de la Isla. 

En 1899, en sus instalaciones se instaló un palomar militar, dependiente de la Sección Colombófila del Ejército de Tierra, formado por especialistas en telecomunicaciones, utilizando palomas mensajeras que llevaban información confidencial en un tubo anular colocado en una de las patas, de forma semejante a la criptografía. Este servicio finalizaría en 1913, cuando las palomas mensajeras fueron sustituidas por la telegrafía sin hilos.

Castillo de San Joaquín

En el citado año 1913, el Castillo fue entregado a la Comandancia de Ingenieros, siendo utilizado como Escuela de Prácticas y campo de entrenamiento.

En 1928 pasaría a ser Parque Regional del Arma de Ingenieros, siendo utilizado como almacén del material de obras y fortificaciones (picos, palas, carretillas, …. ).

En 1930 sus instalaciones acogieron un taller profesional, donde los soldados realizaban reparaciones y mantenimiento. Desde 1944 a 1991 se usó como Prisión Militar El Castillo, teniendo que modificar de nuevo su interior para construir tres celdas para Jefes y seis celdas para Oficiales, así como habitaciones para suboficiales y el personal de tropa encargado de hacer cumplir las sentencias impuestas por las Autoridad Militar. También se edificaría una vivienda para el comandante militar y otro alojamiento para cuerpo de guardia.

El Castillo de San Joaquín perdería su función militar en 1991, siendo enajenado en 1996. En el citado año pasaría a manos particulares por medio de subasta pública, cuyo precio de salida fue de 42,5 millones de pesetas (255.439 euros).